El autor, en una imagen de la editorial. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 6 de junio 2011. (RanchoNEWS).- De Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) se dice que es un autor primordial en el discurrir del río de la actual narrativa europea, que es imposible no caer bajo su hechizo, que de llegar el Nobel a Rumanía –sus letras no han sido aún agraciadas con el galardón– muy probablemente sería a sus manos. El lector español tiene la oportunidad ahora de corroborar todo esto. La editorial Impedimenta ha empezado a traducir al español los títulos del autor. Una nota de Emma Rodríguez para El Mundo:
El ruletista, un relato corto que juega con la muerte, impactante, imprevisible, incluído en el volumen de relatos Nostalgia y que fue prohibido durante la dictadura de Ceaucescu por su violencia y desesperanza, es la carta de presentación; en unos meses llegará Travesti y más adelante la sorprendente trilogía Orbitor.
El escritor, que ha visitado Madrid estos días con motivo de la Feria del Libro, se preguntaba qué relación tiene El ruletista, saludado por muchos como una pieza magistral en su sencillez, con el resto de su escritura, que tiende a la abundancia, a historias que suelen rozar las 500 páginas.
Estructura de muñecas rusas
«El ruletista es como una gotita de rocío que puede reflejar todo el paisaje», explica Cartarescu. «Sirve de prefacio de toda mi obra posterior. Es como una puerta de acceso. Toda mi literatura tiene una estructura de muñecas rusas, cada entrega es el resultado de la anterior, algo típico de los escritores que buscan contarse a sí mismos».
La mezcla de distintos estratos de la realidad, «de lo abyecto a lo lírico», como declara el editor, Enrique Redel, la intensidad poética y emocional, el tono existencial y alegórico, la fuerza de lo onírico, la búsqueda de los por qué literarios, del sentido de la escritura, caracterizan un recorrido en el que se reconoce la herencia de Borges, a quien cita una y otra vez.
Pero si algo es Cartarescu es original. La poesía fue primero que la narrativa, pero ésta nunca le ha abandonado. «La poesía no acaba en los márgenes de una página, es una forma de ver el mundo. Está en todos los géneros, es el corazón del corazón de la literatura», sostiene. Para él, de hecho, El ruletista, es un poema basado en la teoría del infinito y de la progresión geomética, un poema sobre el azar, las probabilidades, la sutil línea que separa la vida de la muerte.
Después llegará Travesti, una novela con la que la traductora al español, Marian Ochoa de Eribe, reconoce haber sufrido, «no sólo por sus metáforas complejísimas, sino por su carga emocional y por su buceo en los abismos del yo, que hacen muy difícil mantener la distancia con la historia».
El escritor la define como una novela psicoanalítica y utiliza el término psicología abisal. «Se trata del proceso de disección más profundo que he ejercido sobre mi mismo», asegura, y explica que su pretensión fue ver el funcionamiento de la mente de su protagonista, un adolescente que nació hermafrodita y que, pese a convertirse en hombre a través de una operación, no puede desprenderse de su lado femenino.
Para llegar al fondo de su neurosis, de sus alucinaciones, Cartarescu hubo de «descender al infierno del propio yo». Sólo allí podía encontrar esos materiales. Sin la valentía con la que afrontó esa obra a nivel literario y humano, hubiera sido imposible, según sus palabras, llegar a Orbitor, una trilogía insólita que Impedimenta traerá a los lectores españoles en los próximos años.
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