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Vista de Lo inadecuado. (Foto: El Cultural)
C iudad Juárez, Chihuahua, 31 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- Tras varias ediciones frustradas, el pabellón español de la Bienal de Venecia alberga a partir de hoy un proyecto de altura, acorde con las exigencias y expectativas de la cita que mayor visibilidad concentra en el calendario del arte contemporáneo internacional. El comité de selección que este año se ocupó del asunto dejó de lado los intereses tendenciosos o personales que habían determinado anteriores selecciones y se acogió por fin al sentido común. Escogió como comisaria a Katya García-Antón y ésta acertó. Porque, a la hora de pensar en un representante para el pabellón, alguien que se encuentre en el ecuador de su carrera –lo idóneo, en mi opinión, pues denota una trayectoria ya consolidada y la certeza de que aún puede proyectar sus mejores trabajos–, que tenga una sólida reputación internacional y que tenga en la diana la constante renovación y subversión del lenguaje del que se sirve, ¿quién no habría tenido a Dora García en su quiniela?. Una nota de Javier Hontoria para El Cultural:
La artista vallisoletana presenta desde hoy en el pabellón español de los Giardini venecianos un proyecto titulado Lo Inadecuado. Es un concepto que implica, como le dijo a Paula Achiaga en una reciente entrevista publicada en El Cultural, «un sentimiento de malestar, de desajuste, de torpeza»; alguien, nos cuenta, que «habla y se mueve de modo equivocado, un gigante peligroso, un destruidor de mundos». La cualidad marginal y excéntrica de las personas y los artistas, de ciertos momentos o situaciones (como la propia Bienal, sin ir más lejos), y de determinadas posiciones políticas o estéticas viene concentrando el interés último de la artista. Hablamos de manifestaciones que Dora García ha asumido con convicción. Están presentes en su Deviant Majority: From Basaglia to Brazil, el trabajo que presentó en la pasada Bienal de Sao Paulo sobre las teorías de Franco Basaglia y la necesidad de repensar la relación entre institución psiquiátrica y paciente; se adivinan en ese «bromista insaciable» de Estáis listos para la televisión (Dora García colaboró con Chus Martínez en el proyecto que ésta presentó en el MACBA), una figura que debe recurrir a ciertas transgresiones con las que conservar la libertad y la autonomía que le permitan esquivar las garras de esa poderosa y alienante institución que es la televisión. Y serán también visibles en su inminente I was a male Yvonne di Carlo. El arte crítico puede ser sofisticado, incluso entretenido, la muestra que ha concebido junto a Marie de Brugerolle para el MUSAC, en la que a través de la comedia se desgranan los mecanismos de lo real.
Un proyecto expandido en el tiempo
El proyecto que ahora presenta en Venecia es también inadecuado en su forma. Ésta no es una exposición al uso. Aunque tiene su emplazamiento en el interior del pabellón español de los Giardini, no está pensado para ser instalado en un lugar sino para que se extienda en el tiempo. En 1961, el artista estadounidense George Brecht fue invitado a participar en una muestra titulada Art of Assemblage que habría de tener lugar en el MoMA. Brecht escribió al comisario agradeciéndole la invitación pero puntualizó que la palabra adecuada para describir su trabajo era arrangement y no assemblage pues la primera tenía que ver con una disposición temporal mientras la segunda se ceñía, decía, únicamente al ámbito espacial. La propuesta de Dora García tiene que ver con esta idea. Diseminados en el interior del pabellón vemos diversos elementos que no constituyen obras de arte en sí mismas sino apoyos, atrezzo para situaciones que tienen su curso a lo largo de la Bienal. Hoy martes arrancaron las primeras situaciones. Una de ellas, Narrativa instantánea, consiste en un personaje que escribe en un ordenador lo que ve y oye en el pabellón. Lo escrito se proyecta sobre una pantalla con la que el espectador choca en determinado momento, tal vez olvidado el hecho de que había visto a alguien escribiendo en un ordenador. Y cuando el espectador se reconoce en esos textos salta la alarma. Siguiendo los trabajos de Dan Graham de los setenta, Dora García quiere que nos enfrentemos a dos niveles de percepción, el nuestro y el que de nosotros tiene otra persona, sugiriendo una aproximación fenomenológica que en el caso de Graham hunde sus raíces en la aportación de Sartre. Aquí, Dora García quiere trazar una separación radical entre objetividad y subjetividad, como queriendo que nos percibamos como otro al que no reconocemos. Narrativa instantánea también tiene relación con un relato de Nathaniel Hawthorne en el que un personaje, preso del hastío, huye de su casa para percibir cómo es su vida desde la acera de enfrente. Es el dilema eterno de lo real frente a lo representado.
Es un proyecto, digámoslo sin paliativos, de una enorme complejidad pero en el que la artista se reconoce plenamente. Toda su obra, toda su trayectoria, toda inquietud se concentran en estos meses de Bienal. La necesidad de empujar los límites de todo aquello a lo que se enfrenta es visible en cada situación. Lo inadecuado lo es a todos los niveles, formal, conceptual. Hay personajes que escapan de los libros, otros a los que Dora García pretende seguir una vez acabada la novela. «¿Qué estarán haciendo?», se pregunta concluido ya el curso de lo narrado. La disposición en el espacio se adapta como un guante a las exigencias conceptuales del proyecto. Un poster de un espectáculo basado en una obra de Italo Svevo puede verse en una vitrina porque no hay ambición expositiva alguna, sólo objetos que constituyen referencias de apoyo Nada cuelga de los muros. No hay iluminación que no sea natural. Estamos en las antípodas de lo teatral.
Durante la Bienal se sucederán las situaciones en forma de performance, charlas y encuentros en los que participan diferentes actores, fundamentalmente italianos, muchos de ellos profesionales del arte contemporáneo. Y es que Dora García sólo es una más en un gran engranaje, una inadecuada más que no acaba de asumir su papel en esto de los pabellones nacionales.
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