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Para el caricaturista, son los lectores los que han empujado los mayores cambios, pues ahora advierte menos censura. (Foto: Alma Rodríguez)
C iudad Juárez, Chihuahua, 1 de junio 2011. (RanchoNEWS).- Honestidad para decir lo que realmente se piensa y creatividad para resolver una situación, con base en el dibujo. Ésas son las claves para una buena caricatura, en palabras de Helioflores. Una nota de Sonia Sierra para El Universal:
A mediados de los años 50, Helioflores (Xalapa, 1938) comenzó a publicar sus caricaturas en periódicos. Más de 300, de distintas épocas, las ha agrupado en el libro Helioflores. 50 años de cartones, crítica y humor, que publican la Universidad Veracruzana y El Universal, donde aparecen sus cartones desde 1971.
Observador de la realidad nacional, Helioflores ha llevado a la caricatura a los personajes y acontecimientos de la realidad de México y el mundo. Un corte de caja –este libro lo permite– lleva al caricaturista a hablar de la evolución de su obra, al tiempo que a revisar los cambios más o menos evidentes en el país, a lo largo de este medio siglo:
Para Helioflores han sido precisamente los lectores los que han empujado los mayores cambios:
«Hay más maneras de decir las cosas y de tratar a los personajes, menos censura, no nada más en la caricatura sino en el periodismo. Ha habido un cambio logrado tanto por los periodistas como por los lectores, la prueba es que hay un tipo de periódicos más libre, a diferencia de periódicos que siguen al estilo antiguo de elogiar al poder y quedar siempre bien con los presidentes y gobernadores».
Y aunque en un primer momento señala cambios en México, le agobia del presente la inseguridad y la menor calidad de vida. Donde no percibe avance es entre los políticos:
«Están pensando en ellos mismos, en sus intereses, en cómo cambian de un puesto a otro. Está uno viendo la mentira, la demagogia, intereses que nada tienen que ver con lo que debería ser su actividad», dice.
Hoy en día, Helioflores crea cinco caricaturas a la semana. La pausa le permite seguir el ritmo de la realidad y no pasarse todo el tiempo en el restirador. «Soy privilegiado al poder hacer lo que me gusta y haber logrado continuar con ese gusto de los niños por dibujar».
La transición más importante de su carrera no vino cuando en los años 60 se fue a estudiar a Nueva York en la School of Visual Arts, sino cuando pasó de preocuparse por la originalidad del dibujo para pensar en que el mensaje era lo principal y que para ello el dibujo era un instrumento.
«Disfrutaba y sigo disfrutando la caricatura. Aparte de que es un medio muy efectivo para comunicar ideas, hacerla implica escoger el tema, resolver, tener la idea que quieres decir y transformarla en dibujo, preferentemente sin texto. Cada día tienes que seguir el ritual, todos los pasos. Pero con el tiempo, uno mismo tiene caminitos andados para no empezar de cero. No hay buenos arquitectos precoces, tampoco hay buenos caricaturistas precoces, hace falta experiencia, madurez, sobre todo práctica para hacer buenas caricaturas».
Revisar el pasado
La selección de las caricaturas para conformar el libro le permitió a Helioflores percatarse de los cambios en su obra y hacer autocrítica: «Vi varias de los primeros años y dije, ‘¡Qué afortunado fui de que me publicaran!’ Si yo fuera el editor le diría a quien me las presenta: ‘Regresa después’».
Como parte de esta evolución, Helioflores ha optado por combinar características realistas en sus personajes confrontadas con situaciones absurdas que retratan las incongruencias, las contradicciones, los vicios de muchos de los que acaban por caer, una y otra vez, como protagonistas de sus caricatura.
«Nos pasa a muchos caricaturistas que hasta nos aburre estar tratando al mismo personaje, a ciertos políticos. Porque hay algunos que están gritando: ‘Hazme una caricatura hoy porque, si no, no puedo terminar mi día’. Se esfuerzan. Y uno dice: ‘Ya la hice ayer’; pero ellos: ‘No, ya quiero otra hoy’. (Felipe) Calderón es de los que parece que pidiera. Veo el periódico y me doy cuenta de que llevo cuatro o cinco caricaturas seguidas de él y digo: ‘Ya basta’. Pero al sexto día sale con otra declaración o con otra de sus cosas y dijo: ‘No puede ser’».
Al revisar el material, Helioflores advirtió temas que son los mismos de hace 40 años: fraude, corrupción... El reto entonces ha sido decir lo que cree con una idea diferente; ahí es donde la caricatura se hace infinita: «No hay un tope. Son cosas de la imaginación, el campo es ilimitado. Se puede ir más allá con las ideas y los dibujos».
Y si los temas se repiten, algunas declaraciones de funcionarios, también: «Escucho declaraciones casi iguales a las de hace 30, 40 años o suceden cosas como las de Michoacán donde quieren que haya un solo candidato, que no haya elecciones; es un poco ir para atrás. Y hablamos de funcionarios de los tres principales partidos, y no sé hasta qué punto la Presidencia interviniendo para establecer ese tipo de soluciones políticas. Afortunadamente pienso que lo que hace que avancemos son los lectores, son los que van empujando, de una manera que a veces no se aprecia».
Sin embargo, ataja el caricaturista, el centro de su trabajo no son los políticos así sean los que más figuran en sus caricaturas: «Estoy pensando, sobre todo en cómo resolver la caricatura gráficamente y ese es uno de los atractivos de esto: la creatividad. Eso me gusta más que criticar a un funcionario», comenta Helioflores.
El caricaturista reconoce que la forma de los políticos de expresar su inconformidad ante una caricatura no es hoy como lo fue en el pasado: «Ya no mandan fusilar al caricaturista, si no les gusta la caricatura mandan comprar el original de esa caricatura. Pero que les molesta igual, les molesta. Sobre todo los de más alto nivel, llegan a un puesto y casi se sienten dioses, no admiten críticas mínimas. Ahora lo estamos viendo: el Presidente parece que no ve, no entiende, no escucha, lo que miles de gentes le tratan de decir. Y sus reacciones a veces son incomprensibles. Ya no digamos que no entiendan la caricatura, sino lo que 100 mil o 200 mil gentes les están gritando ahí en el Zócalo».
Aunque por años, Helioflores publicaba caricaturas en México y para agencias internacionales, hoy la realidad del país ocupa todo su trabajo:
«Son demasiadas las cosas que están pasando en México; lo que declaró Obama lo haces la semana que entra; primero vas a ver lo que está pasando en Ciudad Juárez. He dejado de tratar temas internacionales abrumado, ocupado con los nacionales».
Para Helioflores, aunque el humor es una de las ventajas de la caricatura, no hay que confundirlo con el chiste: «Me gustaría que mis caricaturas tuvieran más humor, pero humor, no que fueran chistosas. No busco la risa, no busco que digan ‘qué divertida es esa caricatura’. Las mías no tienen esa intención, de repente podrán ser divertidas, pero no es que el humor sea algo buscado».
Sobre la obra de Helioflores, en la presentación del libro, el licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente ejecutivo y del Consejo de Administración de El Uuniversal, escribió: «Los de Helioflores no son ‘monos’; en realidad usa su espacio para hacer editoriales gráficos caracterizados por su preciso dibujo, que profundiza en el carácter de los personajes aludidos, con un humor que acrecienta los alcances de la crítica».
La obra también tiene textos introductorios de Raúl Arias Lovillo, rector de la Universidad Veracruzana y del periodista Miguel Ángel Granados Chapa.
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