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Daniel San Román y Hugo Serra estrenan Baratometrajes 2.0, una película sobre el cine de bajo coste, su nobleza, sus límites y su convivencia con la industria convencional. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 4 de abril de 2014. (RanchoNEWS).- Las salas de cine, cápsulas herméticas que alejan al espectador de la realidad más desoladora, se conforman en ocasiones como punto de encuentro de necesarias reflexiones. Daniel San Román y Hugo Serra, aventureros en la selva de la industria cinematográfica española, quisieron desarrollar su principal preocupación precisamente en donde se conforma el conflicto, entre las butacas de los cines. Una nota de María Quintana para EL Mundo:
El proyecto se presenta hoy bajo el nombre de Baratometrajes 2.0' «un título que no queremos que suene ni mucho menos despectivo», aclara San Román. La Cineteca del Matadero de Madrid se convertirá este fin de semana en una máquina de rayos X que examine la forma de hacer cine en España.
«Hace dos años, mi compañero Hugo [el también director y productor de la cinta] estaba desencantado con el mundo audiovisual. Para animarle le propuse realizar un proyecto personal, había mucho que contar». Tras un año, seis meses, viajes y más de 40 entrevistas, Baratometrajes 2.0 estrenó en el Festival Internacional de Cine de Gijón.
El reconocimiento público del trabajo de Rodrigo Sorogoyen al frente de Stockholm, rodada con 60.000 euros de presupuesto, inició el camino hacia el debate sobre el cine low cost, eje principal del documental de San Román y Serra.
«No defendemos el cine de bajo presupuesto como algo que tiene que vivir y ser así. Si nos preguntamos ¿Volveríamos a rodar así? Le diría que no, es muy sufrido. Pero, ¿nos arrepentimos? Tampoco, es un aprendizaje que no se encontrará en ninguna escuela», expone San Román.
«Sundance existe porque existen los Oscar y porque Spielberg existe», continúa Alberto Sánchez, creador de El mundo es nuestro, en un instante del documental. A lo largo de los 88 minutos reflexivos de Baratometrajes 2.0, un alineación completa de directores que hacen cine de bajo presupuesto hablan claro respecto al oficio que les ha tocado.
Algunos hacen low cost porque quieren que su proyecto vea la luz con inmediatez, como Daniel Castro, el protagonista de Ilusión, una cinta rodada con aproximadamente 20.000 euros. Otros, como Norberto Ramos del Val, autor de Summertime, dicen que todo consiste en querer hacer cine y nada más: «Ya no hay excusas, con una cámara de fotos ya puedes hacer una película. Si quieres hacer películas, hazlas y no me llores», expone el realizador durante el documental.
Piratería, cuestión de concienciación social
«Si ahora salgo a la Gran Vía y veo mi documental en el 'top manta' doy saltos de alegría y lo compro», confiesa San Román. La piratería es otra de las cuestiones abordadas en Baratometrajes 2.0 «Solamente hay una cosa peor que estar en el 'top manta', no estarlo», se dice en la cinta. San Román explica que el 'todo gratis' ya no cuenta con ninguna viabilidad y apuesta por la variación de precios según el coste del rodaje de la cinta.
¿Y si el horizonte de la industria cinematográfica en España ve pronto la ansiada luz al final del túnel? San Román no augura un final para el 'low cost'. «El cine de bajo presupuesto ha existido y existirá toda la vida. Alguien que tiene una cámara de fotos o un móvil y se le ocurre alguna idea... Eso ya es cine y ahora el cine esta por todas partes. Habrá un bajo presupuesto que convivirá en taquilla. Nos gusta pelear por la búsqueda de novedad en la Industria».
«El crowdfunding son los padres»
Los creadores de Baratometrajes 2.0 consiguieron 5.000 euros en los 90 días que duró la campaña de micro financiación que llevaron a cabo en la Red.
«El crowdfunding son los padres, es una frase con la que nos hemos reído mucho a lo largo del rodaje. Es cierto, al final solo ponen dinero tus padres y cuatro tarados. Yo lo veo como herramienta de venta anticipada y para gente muy involucrada, con carácter altruista, pero la financiación masiva no la veo»
Una de las quimeras para los aventureros del low cost es que su trabajo termine llegando al espectador. La falta de presupuesto para llevar a cabo una gran campaña de promoción, sin el respaldo de grandes conglomerados de renombre, así como la falta de riesgo de las salas que desconfían de que una cinta low cost vaya a funcionar bien en taquilla, complican un poco más el camino.
«Qué van a preferir, ¿un póster abstracto con un nombre raro o una película como Ocho apellidos vascos que es una comedia con actores famosos en el cartel y para toda la familia? Existe falta de agallas a la hora de arriesgar. La evolución sin riesgo no existe, el cine en España necesita un cambio y el cambio siempre es bueno», señala San Román.
«Hacer una película con cuatro duros es difícil pero a la vez maravilloso. Hay que seguir contando historias y trasgredir. Esperamos que Baratometrajes 2.0 haga que la gente hable sobre el cine y la forma de vivir mejor de él, tendríamos que unirnos todos los cineastas, montar un sindicato», concluye el realizador.
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