Rancho Las Voces: Teatro / Entrevista a Eduardo Velasco
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

viernes, abril 11, 2014

Teatro / Entrevista a Eduardo Velasco

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El profeta loco. (Foto: Sergio Enríquez -Nistal)

C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de abril de 2014. (RanchoNEWS).- Acaba de ser Santiago Carrillo en El encuentro, con José Manuel Seda como Adolfo Suárez, y con sólo unos días de descanso se mete en la piel de El profeta loco. Eduardo Velasco está magro de carnes y se ha vuelto a rapar el pelo. Le sienta bien este look para interpretar a Manuel, una suerte de iluminado que se baja de la cruz y se lamenta del encierro y la persecución que sufre en pos de un rebaño que, a día de hoy, no se lo merece. Una entrevista de Esther Alvarado para El Mundo:

«Yo no interpreto a Jesucristo», dice sentado en un banco de la parroquia de San Carlos Borromeo, donde le acogen para presentar esta función, que estará desde el viernes 11 (Viernes de Dolores) al 27 de abril en el Teatro Galileo. La obra está dedicada a su preceptor, Diamantino García Acosta, párroco de Los Corrales (Sevilla) de quien aprendió el valor del compromiso social.

¿Cómo se le ocurrió la idea de El profeta loco?

La idea surgió viendo un microteatro en Madrid con José Luis García Pérez y Andrés Lima. Se nos ocurrió la idea de hacer una microobra con un tío crucificado. Y surgió con una apuesta, Andrés Lima me dijo: «No tienes cojones». Y contesté: «Veremos». Me fui a Málaga y me puse a crear el espectáculo.

En realidad no interpreta a Jesús, sino a Manuel...

Es curioso el tema. Yo defiendo que mi personaje es Manuel. Interpretar a Jesús, ese viaje profético, mesiánico que tiene la historia es grandilocuente. Manuel es un parapeto frente al público y la crítica. Lo curioso es que, dependiendo de la postura de cada uno ante la fe, para unos interpreto a Manuel, un loco que se cree Jesús y que vive esa locura cada noche. El que tiene el dogma de fe en el cristianismo o el catolicismo, ve al propio Jesús bajarse y no la suelta en ningún momento. Me parece muy interesante dar esa doble lectura al espectador. Nosotros no colocamos nuestras respuestas en el escenario; colocamos nuestras propias preguntas. En realidad Manuel no está tan loco...

Se dice en una parte del texto: «Soy el loco que utilizan los cuerdos para dominar el mundo». Pero ¿quién está más loco aquí? 

Se supone que los artistas y bohemios somos los locos que tenemos nuestras chalauras pero tras ellas hay un posicionamiento ante una forma de llegar a la sociedad como para transmitir un mensaje.

¿Qué temas toca El profeta loco?

Es un repaso por muchos puntos de la propia humanidad. Un monólogo es algo muy personal; hay que empaparlo de vivencias propias; mías. Está lleno de mi propia indignación, de mi forma de sentir el amor... En cierta forma, utilizando la vida conocida de Jesús y nos la llevamos a la vida particular de un personaje de la ficción pero que tiene mucho de mí mismo.

Pero habla por ejemplo de la mujer...

De la mujer madre y de la mujer amante. La mujer amante tanto para el propio Jesucristo como para el propio Manuel. A ambos les arrebataron su historia de amor. ¿Quién dijo que María Magdalena fuera una prostituta? ¿Por qué la mujer ha estado 2.000 años sometida a la voluntad del hombre? Es un grito de defensa hacia la mujer. María Magdalena es un personaje delicioso; la actriz que lo hiciese representaría el grito mudo, apagado de la mujer durante casi 2.000 años de historia.

¿Usted cree en Cristo?

No creo en Cristo, en el icono, en la figura, en todo lo que envuelve su figura. Como digo en el espectáculo, creo que es el mayor merchandising de toda la Historia de la Humanidad. Es el icono que mayores beneficios de ha dado a cualquier empresa del planeta. Pero sí creo en el hombre. Me considero humanista. Somos la única especie del planeta que tiene la capacidad de decidir entre el bien y el mal. Es una capacidad divina; de dioses. Y por ello sufrimos las consecuencias. Creo más en nosotros como seres humanos que en ninguna catedral por grande que sea, ni en el Papa que tenemos ahora.

¿Tampoco cree en el Papa Francisco?

Me gustaría, deseo creer en él, que su mensaje de transformación sea verdad. Se ha publicado estos días: «El Papa empieza a tocar a la Banca Vaticana». Juan Pablo I también empezó a hacerlo y duró 23 días. El Papa de ahora, ¿voluntad? Mucha. ¿Fotos? Muy bonitas. ¿Titulares? Todos. Pero hacer una declaración en un avión sobre los colectivos homosexuales es muy bonitos, pero báseje del avión y vuelva a decirlo, porque hay párrocos de su Iglesia que dicen que el sida es un castigo bien merecido para estos colectivos. Perdone, pero váyase usted a la mierda. Y se lo digo así de claro.

No es casualidad que estrene en Madrid el Viernes de Dolores, ¿verdad?

(Se ríe) No es casualidad. Es premeditación y alevosía pero con grandes dosis de casualidad o causalidad. Para mí entrar en Madrid con este espectáculo y en estas fechas es muy importante. Me ofrecieron la oportunidad y rápidamente me puse en contacto con Carlos Olalla, gran actor muy comprometido con los movimientos sociales y nos pusimos a montar este pitote en San Carlos Borromeo para la presentación. Es una forma de utilizar los amplificadores sociales que todavía tenemos. A nosotros nos apagan las voces. Tú podrás silenciar mi palabra, pero jamás podrás quitarme la voz. Y, si me la quitas, me quedará el gesto y después del gesto tendrçe otra cosa. Hasta que no acabes conmigo no voy a dejar de decirte lo que yo creo. San Carlos Borromeo es un altavoz maravilloso para que, en las puertas de la Semana Santa, nos demos cuenta de que existe otra Semana Santa; otra Pasión diaria que no termina cuando se acaban las vacaciones.

¿Cómo es la escenografía?

Tenemos una cruz de tres metros y medio. Pero la intención desde Avanti Teatro es hacer espectáculos muy versátiles que se puedan llevar fácilmente.

¿Por qué está la cruz sobre unos bidones de petróleo?

Hay un momento del texto en el que digo: «Estos son los sótanos donde se oculta la verdadera raíz que sustenta las iglesias; el imperio inmoral que comercia con la eternidad. Y en verdad os digo, que la eternidad es una mierda». Ese poder económico unido al poder moralizante hace que este mundo funcione como está funcionando. Se enriquecen cinco mientras cinco millones sufren escaseces, hambre, recortes, desaucios, embargos...


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