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miércoles, abril 02, 2014

Literatura / España: Vargas Llosa reescribe el «Decamerón»

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Vargas Llosa y su esposa, ayer, de paseo por Lima. (Foto: Kim Manresa)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de marzo de 2014. (RanchoNEWS).- Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) ha acabado un nuevo libro. Se titula Los cuentos de la peste y es «una adaptación muy libre» de ocho relatos del Decamerón, la obra cumbre de Giovanni Boccaccio (1313-1375). El Nobel ha optado por una versión teatral, inspirada en el original de cien cuentos -diez por cada uno de los diez días en que transcurre- y prevé un estreno en Madrid a finales de año, bajo la dirección de Joan Ollé, informa Xavi Allén para La Vanguardia desde Lima.

En una conversación con este diario, mantenida ayer durante su paseo matinal junto a su esposa Patricia a lo largo del malecón de Lima, Vargas Llosa –que hoy cumple 78 años– habló de algunos de los cuentos que ha recreado. Por ejemplo, el del halcón, narración novena de la quinta jornada, en que el doncel Federigo de los Alberighi «ama a una mujer noble y no es correspondido, y la corteja con tantos lujos, gastando más de lo que puede, que se arruina. Su única posesión es un halcón, y un día le anuncian que ella vendrá a comer. Desesperado, no teniendo otra cosa, le cocina al malhadado animal. Cuando ella, viuda, le confiesa que el motivo de su visita es pedirle el halcón para que su hijo enfermo –fascinado por el ave– mejore, él le explica que se lo acaban de comer e, impresionada por la historia, ella lo toma por marido».

Otro de los episodios recreados es justamente la narración anterior, la octava de la quinta jornada, donde el noble Nastagio de los Onesti, enamorado con locura de una Traversari, va gastando sus muchas riquezas en otro cortejo infecundo. «En un determinado momento –explica el Nobel–, ve cómo un caballero persigue a una joven desnuda por un bosque, la mata y le lanza dos perros furiosos que la devoran. Intenta interceder, pero el caballero le explica que es en realidad un muerto, que fue despechado por la mujer que amaba, por lo que se suicidó. Ella, insensible y cruel, se alegró de su muerte y por eso fue condenada a morir cada día de esa forma atroz, a manos del hombre que un día rechazó. Oída la historia, Nastagio invita, al poco, a la mujer amada al mismo lugar, con lo que ella observa la escena, que se repite a diario durante toda la eternidad y, asustada, se casa con él para evitar males mayores».

Algunos de los ocho cuentos recreados son representados directamente por los actores, mientras que otros simplemente «salen citados». «He cambiado finales, añadido personajes –admite–, me he tomado todas las libertades. Tantas que no puede decirse que sea una adaptación sino más bien que el Decamerón ha sido una inspiración».

Para escribirla, tarea que le ha ocupado durante un año, «he visitado Florencia. He comprobado que todas las iglesias y lugares que cita existen en realidad. He ido al pueblecito toscano de Certaldo, donde nació Boccaccio, aunque su casa natal fue bombardeada durante la segunda guerra mundial y fue reconstruida posteriormente».

Joan Ollé –que ya se ha ocupado de otras obras teatrales de Vargas Llosa– va a dirigir la representación que se estrenará en Madrid a finales de año. ¿Hará de actor Vargas Llosa, como ya sucedió en otras ocasiones recientes? «Me he reservado un papel –confiesa–, un personaje de señor mayor al que podría interpretar pero eso ya dependerá de Joan Ollé, de si vemos que funciona y sobre todo de mis negociaciones con Patricia, que me ha dicho que si me vuelvo a trepar a un escenario me pide el divorcio».

En la obra, como en el original, un grupo de jóvenes florentinos se reúne a contar historias en 1348 «para huir de la realidad», la peste que azota la ciudad y que les ha obligado a trasladarse a una villa en las afueras. El Decamerón se engarza en la tradición de cuentos hilvanados, como Las mil y una noches o los Cuentos de Canterbury de Chaucer, que adaptó a su vez algunas historias de Boccaccio. Varios relatos ya eran conocidos antes de que Boccaccio los escribiera.

«Es un autor y personaje que me fascina –prosigue Vargas Llosa–. Para mí esta obra es la que abre la vía del cuento moderno en Occidente, y él es el autor, de todos los que he trasladado al teatro, del que me siento más cercano. Fue un erudito que vivía en las bibliotecas de los conventos consagrado al estudio, escribía en latín y, sin la peste negra, habría sido un intelectual de la élite, amante de los clásicos, enciclopédico y teólogo. El Decamerón no hubiera existido sin aquella horrible plaga que diezmó Florencia, que pasó de 120.000 habitantes a 80.000. De ahí esa celebración de la vida, pues durante aquellos meses de horror se acercó al pueblo llano, a las tabernas y a los lugares donde dormían los mendigos, a la manera de hablar de la chusma –por eso la escribió en italiano– y a la lujuria y la sensualidad exacerbadas por la sensación de fin del mundo. Cuando acabó, estuvo dudando mucho acerca de si destruir esa obra, por el desenfado sexual y los ataques contra el clero que contenía, pero ya había empezado a tener éxito, existían varias copias dando vueltas por Europa y era tarde para dar marcha atrás. Petrarca fue uno de los que le disuadió para que no la destruyera. Al final de su vida tuvo hidropesía, se infló hasta el extremo de no poder moverse y contrató a una criada para que le cuidara. Así murió, enfermo, obeso, aislado y en una extrema pobreza, revisando la traducción de la Odisea al latín que había hecho un monje amigo».

El ingenio de los personajes, el humor, todas las formas del amor y el deseo –desde el idealizado al más grotesco– y las relaciones entre las distintas clases sociales son temas gratos al autor de Pantaleón y las visitadoras. Que no ha sido el único en adaptar a Boccaccio, claro. Por ejemplo, en el cine Pasolini recreó nueve de sus cuentos en El Decamerón (1971). Antes, en 1962, Federico Fellini, Vittorio De Sica, Mario Monicelli y Luchino Visconti filmaron Boccaccio'70, filme en el que a su vez Woody Allen se inspiró para su A Roma con amor (2012)...

¿Y ahora? «No sé, estoy pensando qué nuevo proyecto emprendo. Tal vez unas memorias de mis años de París, en los 60, una época en que cambiaron muchas cosas y en la que esta ciudad fue la capital de la literatura latinoamericana, antes de que al poco la sucediera Barcelona». Sería su segundo libro autobiográfico, tras El pez en el agua (1993), donde evocaba su infancia, adolescencia y la campaña electoral en Perú que le enfrentó a Alberto Fujimori.

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