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La escritora cursó la carrera de sicología, hizo estudios de danza clásica y contemporánea, fue miembro fundador del grupo Utopía Danza-Teatro, en el que trabajó como intérprete, coreógrafa y creadora de textos, y fue columnista de danza de La Jornada Semanal. (Foto:María Meléndrez)
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iudad Juárez, Chihuahua. 14 de abril de 2014. (RanchoNEWS).- En La otra piel (Editorial La Cifra, 2014), Marcela Sánchez Mota ha tejido una historia de las utopías, expresó la narradora Adriana Jiménez en la presentación ayer del libro que recibió el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2010. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Ejemplo de la «literatura del yo» –la protagonista busca a su madre biológica–, para Jiménez La otra piel encierra «una gran metáfora acerca del bien y el mal, la corrección política, la búsqueda de un mundo mejor, todo lo que implicó la historia del siglo XX, estas utopías fallidas que derivaron en este mundo que tenemos ahora entre las manos.
«La historia de las utopías anarquistas. Esta comuna anarquista demuestra en el fondo, de manera muy dramática, que la búsqueda de la perfección, del bien y de la bondad deriva en locura, naufragio y una intensa maldad, si lo queremos ver así», acotó la escritora ante el público de la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Decanta sus múltiples facetas
De acuerdo con Jiménez, la «multidisciplinariedad» de la autora se refleja en esta mezcla de maneras de acercarse al hecho literario. Sánchez Mota cursó la carrera de sicología, hizo estudios de danza clásica y contemporánea, fue miembro fundador del grupo Utopía Danza-Teatro, en el que trabajó como intérprete, coreógrafa y creadora de textos. Fue columnista de danza de La Jornada Semanal. «Todo este bagaje es decantado por Marcela de manera acertadísima en su obra», aseguró la ponente.
Para el escritor César Fonseca, se trata de una novela de «posibilidades múltiples, de prosa refinada, de trama envolvente y encantadora. Si Pedro Páramo, de Rulfo, es la gran novela sobre la ausencia del padre, encuentro en la de Marcela una intención similar, sólo en este caso de la madre», apuntó el autor de Fermín Casar: la ceremonia de las armas (2013). Para ello, «parte, no a la búsqueda del tiempo perdido, sino del tiempo guardado en los resquicios de múltiples memorias».
Fonseca señaló como «acierto» del libro su manejo de lo «fantástico en un sentido perfectivo». Es decir, la realidad se alía con la ficción a fin de aportar «elementos novedosos y trascendentales para la verdad de los hechos». Si la fantasía desempeña un papel relevante es porque ésta «nunca traiciona a los preceptos de su ámbito original». Sino, «sirve como faro que alumbra un trayecto para llegar a puerto seguro».
Otro «acierto» es «el tratamiento del tiempo». Al contener una sola historia, «la posibilidad de muchas otras nos movemos el tiempo diferente. En algunos pasará muy rápido, y en otros se ralentizará, situación que permite a la autora enfocar con minuciosidad los detalles pertinentes para el relato, los que aportarán claves para desentrañar el enigma o dar saltos de muchos años en unas cuantas líneas».
Pablo Montes, abogado y cuentista, indicó que La otra piel es más que una «historia apasionante de búsqueda, un ejercicio admirable de vocaciones a un tiempo bellas e inquietantes, o una prosa hecha de frases musicales. Es, sobre todo, una historia que priva de sosiego a quien la lee, de ese anquilosamente casi hipnótico propio de la televisión o de los thrillers mejor vendidos».
Continuó: «Esta no es una novela complaciente. Parece que la autora no buscó llevarnos por un laberinto para finalmente mostrarnos la hermosa puerta de salida. Al contrario, la autora nos deja dentro del laberinto o, en todo caso, como mirándolo desde arriba y quizá deseando volver a perdernos en los más oscuros túneles de sus mejores páginas».
Además, «nos reta a cada tramo de la historia: si pretendes saber qué sucedió, avanza, no te detengas, no desvías la mirada, cuestiona lo que digo, saca tus conclusiones. Es decir, la autora no nos cuenta pasajes sólo para cautivarnos, sino sucesos graves y angustiantes con los cuales seguir edificando mentalmente la historia».
Montes también destacó la «sorprendente capacidad» de Sánchez Mota para construir evocaciones de largo aliento». La otra piel, aseguró, «es una historia trazada con el arte de una pluma cuyos movimientos acompasados propios de la danza, son una maravillosa combinación de literatura y pasión creativa».
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