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Durante 16 años, Adriana Jiménez fue esposa de Daniel Sada, quien recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. (Foto: Daniel Betanzos)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de enero de 2016. (RanchoNEWS).- «Aparte de su legado literario, Daniel Sada (1953-2011) me dejó un montón de amigos», afirma sin dudar la viuda del escritor, Adriana Jiménez, quien este año planea relanzar su obra, «darle el lugar que merece a nivel internacional». Virginia Bautista reporta desde la ciudad de México para Excélsior.
Tras un duelo de cuatro años que «aún no termina», reconoce, tras la muerte inesperada del novelista, cuentista y poeta a causa de una deficiencia renal, quien fuera su esposa durante 16 años trabaja en varios proyectos de manera paralela: la creación de una fundación, la catalogación de la biblioteca de Sada que reúne unos tres mil ejemplares, la confección de tres libros que echarán luz sobre su proceso creativo y su faceta de tallerista, así como la reedición de sus títulos fundamentales son los objetivos de Jiménez.
«Revisar su archivo, sus libros, ocuparme de sus cosas e idear proyectos con nuestros amigos ha sido una manera de sentirme acompañada, de evocarlo. Estos años han sido de duelo, pero conforme me he ido concentrando las cosas han surgido», dice a Excélsior.
Considerado por el crítico literario Christopher Domínguez «el hombre-novela de su generación» y «el más poeta entre nuestros novelistas», Sada es autor de unos 30 libros, entre novela, cuento, poesía e invención varia, y creó Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, «hito de la narrativa mexicana» que será reeditado por Tusquets para conmemorar su quinto aniversario luctuoso, en noviembre próximo.
«Estamos buscando que se reedite también Lampa vida (1980), su primera novela. Ahora trabajo con un agente literario para que su obra se difunda más. Ha habido varias ediciones de sus libros al italiano, francés e inglés. Lo último que salió es la traducción al inglés de Una de dos (1994). Ha recibido críticas muy elogiosas en Europa», afirma.
La catedrática de la Universidad de la Ciudad de México detalla que ha estado investigando cómo crear una fundación dedicada a quien le fue otorgado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en Lingüística y Literatura, unas horas antes de su muerte.
«A Daniel le interesaba apoyar a escritores jóvenes, a quienes no tienen presencia en medios, que no hacen literatura comercial ni conocen cómo opera la cultura en el país. La idea sería ayudar a narradores con un perfil introvertido, concentrados en su obra; él fue un poco así. Era alguien que siempre se planteó ser escritor y ya. Solía decir a los jóvenes que debían simplemente escribir bien y cada vez mejor. Sería apoyar a los escritores que no han logrado difundir bien su obra», explica.
Destaca que prepara un libro con algunos textos que encontró escritos por el mexicalense en su juventud, tanto poesía como versiones preliminares con notas de cuentos que luego se publicaron.
«Planeo publicarlo para dar a conocer el proceso creativo de sus obras. Hay que depurar el material y confrontar qué pasó entre la versión preliminar, los distintos borradores y el último paso.
«Era minucioso para escribir. Me tocó ver cómo se pasaba trabajando 16 horas al hilo en una sola página, ni siquiera comía. Era su forma habitual de trabajar, no le gustaba pasar a otra sin que quedara perfecta la anterior. Era artesanal, la forma le importaba mucho. Por eso estoy buscando un crítico literario que analice esa evolución», agrega.
El segundo volumen en el que avanza Jiménez mostrará la construcción de Sada como escritor. «No es biográfico, más bien dará cuenta con documentos de su proceso creativo e incluirá las conversaciones que tuve con él sobre cómo se hizo escritor, los libros que estaba leyendo en cierto momento, lo que él iba investigando de cuestiones literarias, que influían en lo que estaba escribiendo.
«Sería mi experiencia como testigo de la construcción de esas obras que él escribió cuando vivíamos juntos. Ver cómo un narrador se hace a sí mismo», añade.
El tercer título estará dedicado a la labor de más de tres décadas del ganador de los premios Xavier Villaurrutia y Herralde de Novela como tallerista y formador de nuevas generaciones de literatos.
«Hay un joven académico, que está haciendo su doctorado en la Sorbona de París, que halló las notas que algunos estudiantes tomaban en los talleres de Daniel; este material está en proceso de clasificación. Será un libro con los testimonios de quienes tomaron taller con él, comparten cómo daba sus clases», dice.
Jiménez ha emprendido además, con ayuda de dos de sus estudiantes, la clasificación de la biblioteca del autor de La duración de los empeños simples (2006), que desea dejar en su departamento de la colonia Condesa, donde vivió con él, y abrir al público.
«Son sus libros y su archivo, el material que tenía en su computadora, documentos impresos, notas, dibujos, mapas. Había una serie de peculiaridades en su proceso creativo que tenían mucho que ver con lo gráfico», señala.
Este acervo evidencia «los gustos literarios variados» de Sada, posee textos de ciencia, de autores europeos poco conocidos, literatura de Europa del Este y diccionarios de sinónimos, antónimos, tecnicismos, «que eran parte crucial de la construcción de su obra», así como antologías de escritores del norte del país.
Pero hay algo que Jiménez no desea publicar ahora: el libro de poemas que Sada escribía cuando falleció. «No están trabajados con el rigor habitual. No le gustaba lo que él llamaba ‘los maquinazos’, ni publicar versiones preliminares, por eso estoy reacia. Pero el tiempo dirá», concluye.
Sada escribió cuento, novela, poesía y varia invención.
Una de dos, (2002), novela.
Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (1999), novela.
Casi nunca (2008), novela.
Registro de causantes (1990), cuento.
El amor es cobrizo (2012), poesía.
El límite (1997), varia invención.
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