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La narradora mexicana. (Foto: Excélsior)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de enero de 2016. (RanchoNEWS).- Cuando la escritora Rosa Beltrán (Ciudad de México, 1960) se incorpore a la Academia Mexicana de la Lengua (AML) asumirá la defensa del cuento como género literario de gran valor, buscará la revisión de los clásicos que quedaron al margen del canon literario, pero sobreviven en las bibliotecas de los lectores, para plantear nuevas ediciones anotadas, e impulsará la recuperación de los giros de la lengua española que hierven en la frontera entre México y Estados Unidos, reporta Juan Carlos Talavera para Excélsior desde la Ciudad de México.
Éstas serán algunas de las iniciativas que la autora de El paraíso que fuimos y El cuerpo expuesto, llevará a la práctica cuando se integre como miembro de número y ocupe el sillón XXXVI, que perteneciera al historiador Manuel Toussaint, el poeta y filósofo Octaviano Valdés, el traductor y editor Luis Astey.
En entrevista con Excélsior la narradora, quien se convertirá en la décima mujer que llega a esta institución de la lengua y que ingresará mañana, habló sobre su distancia de las redes sociales, el significado de los clásicos, la evolución de la lengua, su búsqueda literaria, la muerte de la era Guntenberg y la reedición de su obra La corte de los ilusos, publicada por Alfaguara.
Para la autora, ingresar a esta academia será un honor y un desafío con los colegas y el público, porque la lengua, dice, es un organismo vivo y mutante, un organismo que crece y se transmuta en la calle y en las carreteras del mundo virtual, sin olvidar que es la segunda lengua más hablada después del mandarín.
¿Qué impulsará dentro de la Academia? «Consignar los usos y giros de la lengua española en la frontera con Estados Unidos. Por otro lado, será interesante poner en la mesa de discusión los conceptos sobre lo que significan los clásicos. ¿Qué define a un clásico? Digamos que no es la obra que goza de ciertos méritos, sino un mecanismo en el que los lectores, en el anonimato de sus bibliotecas, hacen una cierta lectura que determina la vigencia de las obras».
Por otro lado, asegura que le interesa hacer un análisis de otros géneros menos estudiados, como el cuento. «Porque en literatura no existen géneros mayores ni menores, sino sólo la buena literatura… o mala», explica.
Este impulso del cuento, que lo ha llevado a cabo desde la Dirección de Literatura de la UNAM, con los siete volúmenes que ha editado bajo la serie Sólo cuento, donde han colaborado Alberto Arriaga, Alejandro Toledo, Luis Felipe Lomelí, Ignacio Padilla y Alberto Chimal.
«Para mí, el cuento es uno de los géneros más desafiantes, porque en un breve espacio deben contar una historia autocontenida donde los personajes sean inolvidables y la experiencia memorable. Es un tipo de texto con especificaciones que lo vuelven distinto de la novela corta o las minificciones. El cuento tiene una tradición rica y vasta que predominó a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX».
De ahí que la colección Sólo cuento sea un ejemplo de la potencia que tiene este género, al que desdeñan los editores comerciales, quienes piensan que no es tan rentable como la novela, detalló.
¿Cuáles son sus cuentos clásicos? «Leo muchos cuentos, crónicas y novela, pero no quisiera caer en lugares comunes, como decir que los cuentos de Julio Cortázar son extraordinarios, que lo son, o de mencionar a mis cuentistas favoritos como Alice Munro, quien es portentosa, y Margaret Atwood, quien tiene un impresionante sentido de modernidad. Me cuesta trabajo hacer un listado preciso».
Distancia virtual
Rosa Beltrán es una de las grandes ausentes de las redes sociales, a pesar de que en su seno suceden los movimientos más grandes de la lengua. «Mira, respecto a las redes sociales, pienso que hay una fantasía al pensar que éstas nos hacen mejores escritores, y que al sumar amigos de manera virtual enriquecemos la experiencia de relación con los otros. Creo que debemos utilizar estos instrumentos sin dedicar nuestra vida a lo que se puede convertir en una adicción frívola y superficial».
¿Aunque en estos sitios sea donde suceden los cambios más importantes de la lengua? «Por supuesto que acudo a las redes sociales, pero no necesariamente con usuarios que tengan mi nombre o apellido. Estoy al tanto y las leo, pero no dependo de una presencia continua para alimentar blogs u otros sitios con información que a veces me restaría tiempo para hacer un trabajo más profundo».
¿Cuál es el mayor obstáculo de estos espacios virtuales?, se le inquiere. «Me gustan menos las redes sociales cuando se dedican a denostar a los otros. Creo que es un acto interesante desde el punto de vista antropológico, un acto de contagio colectivo que se puede convertir en un vehículo de extrañamiento.
«No digo que no haya que ser crítico, sino que las redes también se prestan a estos actos de ensañamiento colectivo irracional que sólo son interesantes desde el punto de vista antropológico, o sitios para difundir mensajes que son superficiales y frívolos. No desdeño las redes sociales, estoy cerca de ellas, las visito, pero tampoco pienso que vayan a cambiar nuestra manera de leer o que vayan a determinar la muerte de la era Gutenberg. Eso es una fantasía».
¿Cuál es su palabra favorita? «Me gusta alharaca y también Casandra, pero ésta última porque así se llama mi hija».
Reedición
Publicada originalmente en 1995 y galardonada con el premio Planeta-Joaquín Mortiz de Novela, La corte de los ilusos, de Rosa Beltrán, ha sido reeditada por la editorial Alfaguara. Al respecto, su autora reconoció que ha leído esta edición conmemorativa con cierta impudicia, pues al recorrer sus páginas le sorprendió su vigencia.
«Lo que más me sorprendió fue encontrar que México no ha cambiado tanto desde que escribí esta novela, ni tampoco nuestros usos y abusos del poder, esos connatos imperialistas que prevalecen en todo el gobierno», advirtió.
Sin embargo, señaló que su trabajo narrativo no está vinculado de forma lineal con la historia, sino al pasado «y la forma como hemos decidido relatarnos como seres humanos. En mi obra, más que novelas históricas, me interesa crear historias que se cuestionan los modos en que hemos decidido escribir la historia».
Porque de esos modos depende de la situación política que se vive, es decir, de quiénes están en el poder y cómo narran o explica ese pasado desde otro punto de vista. Eso cabe en el cuerpo de su literatura, reconoció la también autora de Alta infidelidad, Efectos secundarios y El cuerpo expuesto, y las antologías de cuento La espera y Optimistas.
Sólo diez mujeres en la AML
Rosa Beltrán (1960). Escritora, catedrática y académica mexicana.
Margo Glantz (1930). Escritora.
Julieta Fierro (1948). Científica.
Margit Frenk (1925). Filóloga, hispanista.
Ascensión Hernández Triviño (1940). Filóloga, lingüista.
Yolanda Lastra (1932). Antropóloga, lingüista.
Concepción Company (1954). Filóloga, lingüista.
Elsa Cecilia Frost (1928-2005). Traductora.
Clementina Díaz y de Ovando (1916-2012). Escritora, historiadora.
María del Carmen Millán (1914-1982). Escritora, catedrática.
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