.
Jacques Rivette, en 2009 llegando en el Festival de Venecia. (Foto: Damien Meyer)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de enero de 2016. (RanchoNEWS).- El cineasta francés Jacques Rivette, maestro de la Nouvelle Vague, ha fallecido este viernes en París a los 87 años. Apasionado por el séptimo arte desde su infancia y admirador de Jean Renoir y de la edad dorada de la comedia estadounidense, Rivette fundó un cineclub en su Rouen natal, antes de mudarse a París a finales de los años 40, cuando se inscribió en la Sorbona y empezó a frecuentar los círculos cinéfilos del Barrio Latino. Allí coincidió con Éric Rohmer, con el que fundó la revista La Gazette du Cinema en 1950. Tres años más tarde, ambos se integraron al equipo de críticos de Les Cahiers du Cinéma, donde conocerían a François Truffaut y Jean-Luc Godard. En 1963, Rivette fue nombrado redactor jefe de la revista. La Nouvelle Vague, movimiento cinematográfico de vanguardia que iba a sacudir las más anquilosadas tradiciones del cine francés, nació en esa redacción. Reporta Álex Vicente para El País.
En ese club de futuros directores, Rivette fue considerado siempre el personaje más misterioso e introspectivo, algo así como la voz de la conciencia del grupo. En 1949 ya rodó su primer cortometraje, Aux quatre coins, al que seguirían Le Quadrille (1950) o Le coup du berger (1956), rodado en el apartamento parisino de Claude Chabrol, considerado por muchos la piedra fundacional de la Nouvelle Vague. En 1958 empezó a rodar su primer largometraje, Paris nous appartient, que ya contiene muchas de las obsesiones de Rivette –la improvisación, la teatralidad o la estructura laberíntica– y que no se estrenaría hasta 1962. Con su segunda película conoció la censura: su adaptación de La religiosa (1966), la escandalosa obra de Denis Diderot que llevó a la pantalla con la complicidad de Anna Karina, fue prohibida en un primer momento, antes de conocer un éxito inesperado entre las juventudes que más tarde salieron a la calle durante el Mayo del 68.
Para Rivette, toda película debía ser una experiencia única. El cineasta siguió avanzando por el camino de la experimentación hasta el final de su carrera, situándose siempre al margen de las normas y convenciones. Rivette nunca abandonó una larga reflexión sobre la representación de la realidad, que a veces tradujo en películas con duraciones muy inhabituales, como L’amour fou (1969), de 4 horas de metraje, o la todavía más mastodóntica Out 1 (1970), que duraba un total de 13 horas. Rivette también dirigió Céline y Julie van en barco (1973), Duelle (1975), Noroît (1976) o Le Pont du Nord (1980), rodadas en un París misterioso y poético.
Los personajes femeninos son otro hilo conductor de su cine. Fiel a algunas de sus actrices fetiche, como Jane Birkin, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Béart o Jeanne Balibar, Rivette rodó con ellas títulos como El amor por tierra (1984), La bella mentirosa (1991), Juana la virgen (1993), Alto bajo frágil (1995), Vete a saber (2001), La duquesa de Langeais (2007) o su última película, 36 vues du Pic Saint-Loup (2009), sobre una tropa de artistas que intenta seguir adelante tras la muerte del propietario del circo para el que trabajaban.
REGRESAR A LA REVISTA