«No desconfiamos de las palabras, sino de cómo se acomodan» Verónica Gerber. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de abril de 2017. (RanchoNEWS).- Una lectora de imágenes y una escritora que pone en duda las palabras son las premisas que Verónica Gerber Bicecci (México, 1981) desarrolla en su libro Mudanza, una compilación de ensayos sobre cinco escritores que trasladaron su producción literaria a las artes visuales: Vito Acconci, Ulises Carrión, Shopie Calle, Marcel Broodhaers y Öyvind Fahlström. Reyna Paz Avendaño reporta para Crónica.
En la edición publicada por Almadía, la también artista visual se incluye en esa lista de escritores que mudan a otra disciplina para crear nuevos lenguajes. «Hay dos ensayos personales, uno al principio y otro al final, que son como si yo quisiera ser parte de ese árbol genealógico de autores, son una búsqueda de condiciones corporales personales que me darán una especie de visa para entrar en ese árbol genealógico».
Sobre por qué hablar de las imágenes, Gerber Bicecci explica que una de sus preocupaciones es, justamente, leer imágenes. «Quise mostrarme como una lectora de imágenes y usar el primer ensayo donde hablo de mi problema visual como una introducción al mundo de esos otros personajes, por eso empiezo con el sentido de la vista, porque me obsesiona leer imágenes y el sentido de la vista es importante en ese ejercicio».
En ese primer ensayo titulado Amblopía, la autora señala que no se desconfía de las palabras sino de cómo se acomodan para contar una historia, que no se teme a la palabra sino el cómo se dice. «Como en todos los textos, trabajo en entender las imágenes, pero para ello se necesita poner constantemente en duda el mensaje textual, las palabras».
Es así que otra búsqueda en el libro es el significado de las palabras. «¿Qué significan para los demás? pienso en la idea de un Lego, en donde las palabras son como los bloquecitos de Lego, que dependiendo de cómo los acomodes será lo que va a construirse; puede cambiar el sentido dependiendo de dónde pones una coma o el tipo de palabras que quieres usar en un determinado contexto».
En palabras de la autora, en los ensayos está su obsesión por entender que las palabras están ahí y que sus configuraciones generan sentidos distintos, opuestos o afines, «pero tengo esa imagen de Lego, porque lo que hacen esos escritores (Vito Acconci, Ulises Carrión, Shopie Calle…) va más allá: desmontan ese Lego y hacen una figura inexistente, no con la que estamos acostumbrados a leer la oración, ni con las directrices ni reglas establecidas».
Nuevo lenguaje.
En el ensayo Onomatopeya, en donde Gerber Bicecci narra la transcripción del canto de las aves que hizo Öyvind Fahlström cuando estuvo internado una semana en un bosque, la autora cuestiona ¿por qué no se crea (hoy) un lenguaje nuevo?
«En parte, las artes visuales en general, eso es lo que buscan: proponer otros lenguajes para reflexionar y entender las cosas que suceden alrededor. Entonces cuando hago esa pregunta en el texto, estoy pensando también que las artes de alguna forma proponen la creación de estos nuevos lenguajes y por eso a veces nos resultan muy herméticas y distantes porque significa aprender una serie de cosas para decodificarlas».
Cuando una palabra cambia el significado por su uso ¿implicaría crear un nuevo lenguaje?
A veces tendemos a pensar que las cosas son muy fijas, que esta palabra significa esto y ya, pero el lenguaje textual, el que usamos todos los días, es elástico y por suerte se sigue transformando. No hablamos el español que hablábamos hace tres siglos.
«No soy experta en el tema pero pienso que tiene que ver con la flexibilidad del lenguaje, de cómo el habla y la conversación transforman al lenguaje escrito, todo depende de qué tan dispuesto estés a aceptar esa flexibilidad. A la Real Academia Española le cuesta trabajo dejar entrar esas palabras nuevas, pero a mi me interesa esa flexibilidad porque la literatura retoma esas transformaciones del lenguaje que se van dando a través de los años».
En los siete ensayos que se reúne en Mudanza, siempre está presente la poesía porque la autora considera a ese género como el más innovador.
«El caso de Vito Acconci me parece apasionante porque se ha mudado muchas veces, empezó siendo poeta y en sus poemas reflexiona sobre el espacio de la página, entonces no sólo es la sonoridad del texto, sino el lugar que ocupan las palabras y cómo te hace moverte de lugar, como si estuvieras dentro de una casa. Luego hizo artes visuales y después arquitectura, pero esta disciplina me regresa a la poesía, entonces me interesa la conexión de la poesía con otras disciplinas, porque es (el género) que rompe las murallas y empieza a hacer las cosas de manera distinta».
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