Rancho Las Voces: Textos / «Cartas a Henry 7» por Susana V. Sánchez
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martes, abril 18, 2017

Textos / «Cartas a Henry 7» por Susana V. Sánchez

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Henry James
Henry James. (Foto: Susana James)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de abril de 2017. (RanchoNEWS).- Continua Susana su dialogo epistolar con Henry, si usted llega por primera vez a esta correspondencia le sugerimos leer las primeras cartas en estos enlaces a continuación. Primera entrega Segunda entrega Tercera entrega Cuarta entrega Quinta entrega Sexta entrega

5 de Septiembre del 2013

Ayer dejé a tus hermanos instalados en nuestra casa y me vine al hospital para pasar la noche contigo. Estas dos noches que llevamos en el hospital han sido relativamente buenas para ti. Por lo menos, no has estado tan inquieto como lo habías venido estando en estos últimos tiempos en casa. Aunque has estado comiendo cada vez en menor cantidad, por lo menos tienes puesto el suero todo el tiempo y estás bien hidratado. Los muchachos llegaron esta mañana como a las 6:20 a.m. porque yo les informé que tu médico venía a verte a las 7:00 de la mañana. En efecto, cuando llegó el doctor ya estábamos los tres listos para recibirlo. Tú todavía dormías y el doctor nos hizo señas de que saliéramos para hablar con nosotros en el pasillo. Al ser amigo de tus hermanos los saludó con mucho afecto y nos condujo a la centralita médica, donde está una computadora donde él puede accesar sus archivos. Nos mostró una gráfica radiológica y nos indicó lo que es una imagen de tu hígado. Nos informó que una semana antes cuando nos fuimos a Dallas, este órgano tenía 12 tumores y que ahora tiene 30. Yo sentí que se me helaba la sangre en las venas. Él nos comentó que desde luego comprendía que nosotros somos tu familia y tenemos derecho a tomar las decisiones que creamos convenientes, entre ellas, llevarte nuevamente a Dallas o incluso al Anderson en Houston. Pero, y esto lo dijo con un tono de mucha autoridad:

―Si ustedes deciden mover a Henry, si le podrán hacer muchos tratamientos, pero no hay salvación, él de todas formas no tiene ya remedio y sólo lo harán sufrir indeciblemente.

Los muchachos me voltearon a ver y más que con la cabeza, con la expresión de sus rostros me dijeron que no lo hiciera. Dentro del dolor tan grande que estaba sintiendo, me alegró mucho no tener que tomar la decisión de seguir adelante con los tratamientos o permitirte que te quedaras aquí, en esta ciudad amable que con los años se ha convertido en nuestro pueblo. Sobre todo, quiero que permanezcas en nuestro hogar, rodeado de las personas que más amas para partir en paz. Como esposa, me corresponde decir la última palabra sobre tus tratamientos o tomar las decisiones que se requieran. Le dije al doctor de inmediato que no quería ya moverte. Que quería que estuvieras en paz y rodeado de tus seres queridos.

El doctor me indicó que contratara a Hospice, o sea el servicio hospitalario para poder trasladarte a casa y para que puedas pasar el último tiempo de tu vida en nuestro hogar. Sin embargo, me indicó que no te sacara todavía del hospital. Me dijo que quería prepararte para que estuvieras lo más cómodamente que fuera posible. A partir de ese momento te pusieron mucho más suero y toda la morfina que has necesitado. Curiosamente, los enfermeros siguieron trayendo comida a tu cuarto, aunque tú ya has dejado de comer completamente. Yo he aprovechado que están aquí los muchachos y que Chris y Laura vienen desde temprano todos los días para venir a casa a bañarme y ver si se ha ofrecido algo urgente. Ya le rogué a Chayo, mi hermana que viniera y ella llegó hoy para estar conmigo. También le mandé un recado a mi amiga Zoila y creo que vendrá.

Hoy en la mañana vino el jefe máximo de la oficina de El Paso, donde has trabajado por los últimos 15 años y estuvo hablando contigo. Yo me salí y esperé fuera del cuarto porque estoy con el llanto a flor de piel todo el día y temo traicionarme y soltarme llorando a gritos en un momento en que me puedas ver. Han venido a verte casi todos tus amigos. También vino gente de tu oficina, pero Christian anda como entabacado y ha corrido a todo mundo. Inclusive, mi hermano y mi cuñada llegaron ayer en la noche y él no los dejó que te vieran. No sé qué hacer, sé que Chris está furioso, típica reacción de mi familia ante el dolor, pero siento horrible que esté actuando así. En su casa, ya rompió una puerta a puñetazos. Sin embargo, no tengo fuerzas para enfrentármele. Estoy tratando de conservar la ecuanimidad en estos momentos tan terribles. Cuando me voy a la casa es cuando me pongo a llorar a gritos y después me meto a bañar para venirme a cuidarte durante la noche.

Hoy te dije que tú mamá vendría a verte. Tú me lo prohibiste con una cara de franco enojo. Pero, vida mía, yo sé que tu mami es una anciana de muy avanzada edad, pero en esto sí que yo no tengo la autoridad ni la última palabra; sólo tus hermanos, sus propios hijos tienen la prerrogativa para tomar esta decisión y, ellos han decidido que ella tiene todo el derecho a venir a despedirse de su hijo mayor. Ese hijo al que tantas veces arrancó de las garras de la muerte con su gran amor y su dedicación. Ese hijo que a través de la vida ha sido su compañero y aun su consejero y su sostén en tantas cosas. Creo que nunca, por doloroso que sea para ella, nos perdonaría que le ocultáramos tu partida. Hoy después de que hablamos con el doctor, les rogué a tus hermanos que llamaran a tus hermanas para que ya se vengan. El doctor no precisó cuánto tiempo te queda de vida, pero sé que es muy poco.

Junto con el Jefe de la oficina, vino también tu supervisora inmediata. Ella me ha estado llamando por teléfono todo el tiempo de tu enfermedad. Desde que comprendió que tú te estabas agravando terriblemente, te pidió que quería hablar conmigo. Desde entonces ella me habla más a mí. De hecho le he estado avisando todos los pasos de tu enfermedad. Desde que nos fuimos a Dallas no ha dejado de hablarme ni un solo día.

Estoy viviendo estos días, de hecho, desde que supe que tenías este cáncer, como si estuviera en una pecera. Siento todo el tiempo una sensación de irrealidad, como si el tiempo no transcurriera. Siento que una parte de mí está todo el tiempo observándome y cuidándome para no caer en la franca desesperación. Todo el tiempo estoy recordando a mi mami. Ella fue quien me inculcó el cumplimiento a muerte con el deber, pero a veces quisiera escaparme… Recuerdo también los últimos días de ella. Esta enfermedad tuya, sobre todo tu gravedad han venido a recordarme de golpe los últimos meses que pasé cuidándola, también por un cáncer que terminó por llevársela a los 47 años, o sea en la plenitud de la vida. Esto ha sido tan penoso, porque ha sido como volver a vivir su agonía además de la tuya. La muerte, con todo y que está constantemente presente en la vida de todas las personas es algo que sigue siendo tan ajeno y tan terrible. Este dejar de existir. Este abandono del cuerpo físico es insoportablemente doloroso. No me puedo imaginar la vida sin ti. Sin embargo he vivido ya más de 30 años sin mi madre y sé que el dolor se amaina y termina por irse, pero nunca dejamos de extrañar, a veces con un gran dolor reiterativo, a las personas que han sido nuestros seres más queridos que ya se marcharon. Por lo pronto me siento muy abotagada, como si se me estuviera acumulando el cansancio físico, pero más allá de eso, el dolor de tu partida inminente y una honda incertidumbre. No tengo ni la más remota idea de lo que será mi vida cuando tú ya no estés.


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