C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de abril de 2017. (RanchoNEWS).- Dentro de una de las salas del Museo de Arte de Zapopan (MAZ), uno de los recintos más importantes de arte contemporáneo en el estado, las obras que se exhiben hablan, paradójicamente, del arte público: las piezas y monumentos que cuestionan son las que a su vez nacieron para estar en las calles y provocar a un público anónimo en su paso por la urbe. Cuentan al mismo tiempo la historia de una Guadalajara que desarrolló la escultura pública de manera tardía, pero que también ha quedado inconclusa, escribe Alejandra Carrillo para El Diario NTR.
En la exposición Monumentos, anti-monumentos y nueva escultura pública, un gran número de artistas comparten piezas que reflexionan sobre esta clase de arte en el que, como dijo Joseph Beuys, «los compromisos y las responsabilidades mutuas entre artistas, ciudadanos y administradores públicos, son parte determinante de la escultura, una verdadera plástica social».
Con esta última cita es que cerraron una extensa entrevista con NTR los integrantes de Sector Reforma, uno de los colectivos que participan en la muestra. En ella contestan como uno solo los artistas tapatíos Javier Cárdenas Tavizon, Alejandro Fournier y Santino Escatel, y hablan, tomando como punto de partida la exposición antes mencionada, el ejercicio de la memoria a través de la escultura pública.
«Hoy en día no cabe la menor duda de que un monumento otorga cierta legitimidad al poder y consolida el discurso político, se ha reconocido que la escultura ha sido durante muchos siglos un medio privilegiado para la transmisión de ideologías dominantes; la escultura pública aparece más corpórea, más real y más presente, lo que tiene una enorme ventaja en el caso de la representación de un héroe, de un caudillo o de una idea memorable. Finalmente la historia no estudia el pasado, estudia los discursos que hoy decimos del pasado… Por esta razón los monumentos muchas veces se han concebido expresamente para representar los ideales utópicos y es muy comprensible que estos objetos estén expuestos al juicio del pueblo, a la crítica histórica e institucional, a la vez que de acción pública», dijeron en el documento.
En la sala del MAZ, Sector Reforma está representado con un proyecto que desarrollaron en 2008 con el Pájaro de fuego o Pájaro amarillo de Mathias Goeritz. Entonces intervinieron directamente el espacio y cubrieron con una manta púrpura la parte más alta de la escultura.
Pablo León de la Barra, el curador de la exposición, comentó en la inauguración a la prensa local que consideraba al Pájaro amarillo la primera escultura abstracta de México. Y ésta a su vez se separa con una gran distancia de las esculturas convencionales y los monumentos. Ahí, continuó, fue donde nació la idea de confrontar estos ideales. Por eso la muestra se conforma de un Donald Trump boca arriba, copias de esculturas imposibles, o prototipos de monumentos a, por ejemplo, la desaparición forzada.
Además, la exposición incluye el archivo fotográfico de monumentos mexicanos, elaborado por Helen Escobedo y Paolo Gori en los 80, que registra esculturas públicas en numerosos lugares del país: los bustos de héroes, la representación alegórica de la patria, la historia prehispánica reinterpretada y también por esculturas de gran imaginación: un monumento a un caracol y a otros aspectos de la vida mundana. En otro apartado se presenta el material histórico referente al proyecto de colaboración internacional organizado por Mathias Goeritz para los Juegos Olímpicos de 1968: La Ruta de la Amistad, un conjunto de esculturas abstractas y monumentales que fueron instaladas en las inmediaciones de las áreas deportivas, implicó la participación de 22 artistas de diferentes nacionalidades y aún se conserva en la Ciudad de México.
«Este proyecto implica la discusión de algunas preguntas vigentes: ¿Cómo se conforma el espacio público y quién puede utilizarlo? ¿La erección de monumentos es una estrategia eficaz para la construcción de identidad? ¿El arte público es un mecanismo para la construcción de ideologías? ¿Qué posibilidades propone el arte de hoy para vincularnos con nuestras ciudades como responsables del espacio público y no solamente como espectadores?», dice el texto curatorial de la muestra.
Monumentos, anti-monumentos y nueva escultura pública se continuará en el museo hasta el 30 de julio. La entrada es gratuita.
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