Goyo Montero durante un ensayo de su Don Quijote. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de abril de 2017. (RanchoNEWS).-El coreógrafo Goyo Montero (Madrid, 1975) presenta, el sábado 22, la versión de Don Quijote que ha creado especialmente para el Ballet de Núremberg, compañía que dirige desde 2008. El montaje se estrena en Alemania y busca ampliar la imagen que en el extranjero se tiene del personaje. «Quería hacerlo desde 2006» explica Montero a El Cultural. «Fue un encargo que me hicieron para las celebraciones de ese año pero no se llevo a cabo». Aquello le llevó a una investigación sobre la novela de Cervantes y sobre el personaje de la que surge una ballet que «no tiene mucho que ver con aquella idea primaria, porque yo ya no soy el mismo de entonces». El coreógrafo, que inició su carrera como bailarín en el English National Ballet, el Ballet de la Ópera de Leipzig, Wiesbaden y el Real Ballet de Flandes, ha ido buscando desde sus primeras piezas una limpieza en las formas y una intensidad expresiva que no rechazan su formación como bailarín clásico. Así, Montero parte de la técnica académica para transformarla en una danza actual, implicada directamente con nuestra realidad social. Elna Matamoros lo entrevista para El Cultural.
¿Cómo es su relación con la compañía que dirige?
Llevamos nueve años trabajando juntos y aunque, como en todas las compañías, algunos bailarines han cambiado, tenemos la suerte de contar siempre con gente de mucho talento. Claro, los que están conmigo desde que llegué me conocen bien y se nota que me leen y saben enseguida lo que quiero. Todos saben que buscamos una honestidad específica y unas emociones que surgen de una motivación que nunca es meramente estética.
Dentro de esa idea, ¿de dónde ha partido para esta nueva lectura que ofrecen de Don Quijote?
Realmente, un espectáculo de danza puede beber de muchas técnicas, de muchas artes para alcanzar esa transmisión, esa empatía que consigue emocionar y remover y, en definitiva, alterar las emociones del público. Por ejemplo, en una escena que describe al protagonista utilizamos todas las lenguas que se hablan en la compañía. Así creamos nuestro Don Quijote; es danza... pero la danza es mucho más que puro movimiento.
Un Don Quijote nada convencional que Goyo Montero ha titulado en español y en el que él mismo firma, junto a Angelo Alberto, Eva Adler y Olaf Lundt, vestuario, escenografía e iluminación, respectivamente. En este ballet reconocemos sus habituales plataformas móviles, su obsesión por el claroscuro y un vestuario casi urbano que muestra los cuerpos atléticos de su internacional elenco de bailarines. Para la partitura, Montero se ha apoyado en otro de sus colaboradores frecuentes, el compositor Owen Belton. «Con él he intentado alejarme del cliché español», explica el coreógrafo. «Su música contiene todo lo épico del personaje, pero sin colocarlo en ninguna época o cultura en concreto».
Un momento del montaje Don Quijote de Goyo Montero y el Ballet de Núremberg
¿Qué es lo que no vamos a encontrar en su Don Quijote?
No hay ninguna conexión con el ballet clásico del mismo nombre sobre el episodio de Quiteria y Basilio. Me encanta el ballet clásico porque vengo de él, pero mi pieza esta influida por todo el libro, en realidad, por lo que el libro provoca en mí. Habrá, inevitablemente, referencias continuas y asociaciones posibles, pero mi coreografía cuenta con una dramaturgia completamente nueva.
¿Dónde se desarrolla, entonces?
Puede que toda la obra ocurra en un manicomio, o en un campo de refugiados, en una cárcel... todo es posible. Por ejemplo, tenemos dos bailarines, hombre y mujer,que se alternan como Don Quijote porque la locura del protagonista no tiene nada que ver con el concepto de género; el personaje de Sancho es representado también por una mujer, mientras que Dulcinea se desdobla en dos bailarines: un hombre encarna a Dulcinea del Toboso, y una mujera Aldonza Lorenzo, que es más como un animal, una mujer que ha crecido encerrada en una habitación acolchada.
Montero afirma que el proceso creativo, para él, es «una mezcla de energías en absoluto placenteras... pero es excitante e intenso como casi ninguna otra cosa. El resultado está ahí; esta es la obra que yo quería y necesitaba hacer, desde la locura y la honestidad». A pocas horas del estreno, Montero está «deseando que tome su forma final cuando entre en contacto con el público». «El Quijote es necesario», advierte.«Es un libro sobre la necesidad de la locura, sobre la locura como iluminación; en estos tiempos oscuros en los que todo parece que se va a derrumbar, es más necesario que nunca hacernos preguntas que en el Quijote están muy presentes».
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