C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de enero de 2018. (RanchoNEWS).- Contundencia, veracidad a pesar de su toque de fantasía; imágenes lúdicas que determinan la profundidad de la mirada. Ágiles adjetivos modificando la función del nombre, acentos más propios de la lírica que la prosa. Pero también humor, atmósferas evocativas, lánguidas; enumeraciones que de alguna manera provocan no la descripción, sino atributos novedosos que conforman la trama narrativa y amplían el horizonte anecdótico: lo inverosímil como una característica única que provoca una eclosión en la realidad. La dimensión estética hurgando en esos mundos plenos de onirismo y que algunos han etiquetado como «realismo mágico». He aquí algunos elementos que distinguen la narrativa de Juan José Arreola (Zapotlán el Grande —hoy Ciudad Guzmán—, Jalisco, 21 de septiembre de 1918-Guadalajara, Jalisco, 3 de diciembre de 2001): lo fantástico como una dimensión cercana, palpable, llena de veracidad es, justamente, lo que concilia ese territorio que Arreola califica como «imposible» y que ahora con su desaparición física se ha planteado como una vertiente de su prosa. Nada más insólito, e impropio, puesto que Arreola, con su obra, hizo posible lo imposible. Texto publicado por Siempre!
Desde Varia invención (1949), pasando por Confabulario (1952) y Bestiario (1959) hasta llegar a La feria (1963), Arreola conformó una prosa lúdica, con una acentuación y un ritmo singulares que desembocó en el territorio de la oralidad. El parrafeo corto simulaba un oleaje suave. Este golpeteo silábico indicaba su oído privilegiado, más propio del poeta que del narrador. Eso es, justamente, su característica. Y la precisión de sus metáforas, que aprehenden el mundo a partir de su óptica profundamente estética, luminosa. La sabiduría del profeta hebreo prevale en sus textos. Por algo Juan José Arreola tituló su segundo libro justamente Confabulario. Y hablar viene del español antiguo fablar (del latín fabulari, contar, conversar). El autor plasma con precisión verbal ese mundo circundante, percibido a través de su sensibilidad. Aunque independiente de la imaginación —por algo Huidobro le llamó a su propuesta estética Creacionismo— el mundo real es percibido, y modificado, por el sentido de lo particular.
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