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Rundgren, figura de culto para los fans del pop sofisticado y del art rock. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de marzo de 2015. (RanchoNEWS).- Legendario cantante, compositor y productor, acompañará hoy al ex beatle en el Movistar Free Music. Yumber Vera Rojas lo entrevista para Página/12:
Hace cuatro años, en un diálogo con el periodista Alfredo Rosso, Charly García contó que todo el mundo creía que su hit «Influencia» era de su autoría porque parecía un tango existencialista. Según el músico, el problema del tema original era que, a pesar de que se trataba de un buen single, le faltaba producción. Y la verdad es que tenía razón, al punto de que su adaptación es tan potente y personal (aparte en castellano) que hace mella en el espíritu festivo de la canción que fue estrenada en 1982, en medio del auge de la new wave. Pero no era la primera vez que el ex Say No More aludía a Todd Rundgren, lo que dejó de manifiesto en la última reunión de Sui Generis, en la que interpretó uno de los máximos hits del cantautor estadounidense: «Can We Still Be Friends?» (está registrada en vivo en el disco Sí-Detrás de las paredes con el título de «Yo soy tu papá»). No obstante, en 2013, García no sólo cumplió el sueño de conocer a uno de sus mayores ídolos, sino que recibió elogios del mismísimo Todd por su versión de «Influenza» (así se llama en inglés), se hicieron amigos, bailaron juntos tango, y hasta le presentó a Ringo Starr.
Así es. Rundgren conoció a Charly en el último desembarco en la Argentina de la Ringo Starr & His All-Starr Band, proyecto musical al que volvió en 2012. «Conocí la versión de ‘Influencia’ de Charly por alguien que me mandó un mail avisándome que existía. La busqué en YouTube, y me encontré con el video, que me pareció muy bueno», recuerda, al otro lado del teléfono, el cantante, compositor, multiinstrumentista y productor de 66 años. «Desde entonces tuve la sensación de que compartíamos las mismas influencias. Es un artista al que le gusta innovar todo el tiempo, y me siento identificado con eso.» A tres años de su primera visita al país, la leyenda del power pop, del pop psicodélico y del art rock regresa hoy a Buenos Aires, nuevamente de la mano del baterista de Los Beatles, para actuar en el Planetario porteño como acto estelar del Movistar Free Music. «Debido a que nunca había estado en Sudamérica, Buenos Aires me abrió los ojos. Me pasé toda la semana recorriendo la ciudad. Es espectacular. Pensé que no iba a regresar. »
¿Cómo conoció a Ringo Starr?
Lo conocí en Las Vegas, en 1978. En esa época, Jerry Lewis solía organizar un telemaratón y quiso poner una banda que tuviera llegada en la gente joven. Así que nos convocaron a Bill Wyman, Dave Mason, y a mí, además de a Ringo, y el experimento salió muy bien. Nos divertimos mucho haciendo ese show. Después no lo volví a ver por 14 o 15 años, y ahí me invitó a ser parte de una de las primeras formaciones de la Ringo Starr & His All-Starr Band.
Luego de integrar varias alineaciones de esta agrupación, ¿por qué decidió volver a formar parte de ella?
Podría haber tocado antes, pero estoy agradecido de formar parte de esta alineación no sólo por el nivel de los músicos, sino porque creo que es la mejor que tuvo Ringo. No es fácil poner a un montón de artistas en un mismo grupo, a causa del contraste de personalidades. Pero nos respetamos, y nos llevamos bien. La relación entre nosotros y la química le da esa categoría tan especial. Lo que más nos gusta es subir al escenario y hacer buena música con exponentes muy talentosos.
Aunque el repertorio del show hace hincapié en el ex beatle, la dinámica del grupo invita a que cada una de sus estrellas toque temas representativos de sus respectivas carreras. En su debut ante el público argentino interpretó «I Saw the Ligth», de Something/Anything? (1972), el disco más cotizado de su obra. ¿Qué opinión le merece ese trabajo en la actualidad?
Ese disco fue una total expresión de libertad. Esas canciones fueron viables porque pudimos tener nuestra propia sala de grabación. Antes de que eso pasara, teníamos que depender, al igual que el resto de los artistas, del presupuesto que nos daba la compañía discográfica para pagar las horas de estudio. Esa posibilidad nos permitió hacer un montón de cosas de una manera no convencional. Y como no había apuro, nos dedicamos a probar cosas y a experimentar, lo que hubiera sido imposible de la otra forma.
State, su último álbum de estudio, lanzado en 2013, testimonia una de las cualidades de su obra: la reinvención. ¿A qué se debió ese reciente flirteo con la música electrónica?
Mi intención era hacer un disco con un sonido moderno, y para eso tenía que empezar a entender qué era lo que se escuchaba en la actualidad. Así que hice una investigación en YouTube que me llevó de Skrillex a Lindstrom, pasando por Tame Impala, y en ese proceso aprendí mucho. Entendí, por ejemplo, el poder que tienen los softwares y las computadoras en esta época, lo que lleva a que surjan ideas nuevas y originales porque cualquier arista puede convertir su computadora en su estudio. Tiempo atrás, cuando un grupo o un solista querían firmar un contrato con una compañía discográfica, debían presentar antes un single que fuera comercial para que les dieran el dinero para entrar a una sala de grabación. Hoy podés crear música sin seguir esos parámetros, y eso, según mi opinión, logró que este momento sea tan experimental e interesante.
A pesar de sus 24 discos, y de casi cinco décadas de trayectoria, se convirtió en una inspiración para la actual generación de músicos, sobre todo para la del indie. ¿Cómo se lleva con el reconocimiento?
Cualquier tipo de reconocimiento siempre es bienvenido, más si tengo en cuenta que estos artistas descubrieron muchas cosas que hice cuando ni siquiera habían nacido. Eso me generó mirar hacia atrás, y empezar a redescubrir qué era lo que les atraía de lo que hice. Ellos también me estimularon a despreocuparme de los detalles y a prestarle más atención al proceso creativo. Lo que creo que quedó reflejado en mi disco State.
Aparte de su obra como cantautor, usted ostenta una prolífica carrera en la producción de algunos de los discos referenciales en la historia del rock. El homónimo debut de los New York Dolls, publicado en 1973, es uno de ellos. ¿Qué recuerdo rescata de ese álbum?
Lo que más recuerdo de ese disco es que al momento de hacerlo ellos tenían una imagen medio rebelde, por lo que en la escena neoyorquina había una gran expectativa sobre ese debut. Así que todas las sesiones estuvieron llenas de fans y periodistas. Pero el desafío era, tomando en cuenta que era un grupo cuyos integrantes recién comenzaban a tocar un instrumento, que cada toma se pudiera hacer sin que se equivocaran. Si bien varios años después volví a trabajar con la banda, sólo quedaban dos miembros originales. Aunque el proceso fue más interesante por la experiencia que acumularon.
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