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Los creadores de Anomalisa; el animador Duke Johnson y el director Charlie Kaufman. (Foto: Paramount)
C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- Tras ganar en Venecia el Premio Especial de Jurado, la película animada de Kaufman Anomalisa de presenta en la sección de Perlas de Zinemaldia. Lo entrevista Luis Marínez para El Mundo.
Su primer reto fue meternos en la cabeza de John Malkovich. Directamente. De entonces a ahora, entre Kafka, Borges, Eco y otros tantos constructores de laberintos, su cine ha consistido en desbaratar mapas, reinventar espejos y construir nuevas ortografías. Y quizá por eso, a fuerza de perderse, ha acabado en Anomalisa. Su última película es exactamente lo que intuye el título: una deslumbrante anomalía. Animada en stop-motion por Duke Johnson, se trata de la historia de un hombre tan extraviado que se diría la representación perfecta de cualquier pérdida, de cualquier de nosotros. Pero es sólo un muñeco, una marioneta condenada a obedecer las órdenes de otros. Cuidado.
Desde un punto de vista tanto comercial como artístico Anomalisa es una anomalía...
No lo creo. Siempre que haces una obra de arte (y siento ser tan cursi) intentas hacer algo nuevo, diferente..Toda película, por fuerza, tiene que ser una anomalía. Por lo menos si intentas que sea verdad.
Han pasado siete años desde su último trabajo como director ¿Se siente un apestado en el Hollywood de hoy?
Las cosas han cambiado en los últimos años y para mal. Ni los grandes estudios ni las compañías independientes actualmente toman ningún riesgo. De hecho, hemos acudido al crowfunding para sacar el proyecto adelante. En 2008, cuando hice mi última película, fue el crash económico y eso cambió todo. Entonces pude hacer lo que quise. Eso ya no es una opción dentro del sistema.
¿Es consciente que ésta es la historia más sencilla que jamás haya contado?
No tengo esa impresión. Anomalisa era una pieza de teatro escrita para ser sólo leida. No representada. Los actores no interactuaban entre sí. Eso la hace diferente, no más simple. Fue pensada para que fuera interpretada en la mente de los espectadores. La animación la ha convertido, créame, en la historia más complicada de realizar que jamás haya ideado.
¿Por qué trabajar con muñecos animados en stop-motion?
La sensación de realidad de esta técnica no la da ninguna otra. Desde luego, no la realizada por ordenador. Se trataba también de que se notara la mano del animador. La imperfección ayuda a la narrativa. Hace pensar que hay alguien detrás y eso es lo que, de forma metafórica, cuenta la historia. Hay alguien que mueve los hilos de nuestras vidas. Además, el proceso de hacer la película fue bellísimo. Es como hacer una reloj con las manos. Por otro lado, tu tienes el control total del resultado. Nadie, ni un productor ni un actor puede cambiar nada. Es muy excitante.
Sus personajes suelen ser conscientes de estar dentro de una ficción. Éste también...
No es algo que busque conscientemente. Nunca ha sido mi intención descubrir al espectador el proceso de creación ni nada parecido. Eso es algo que viene de forma natural. Muchas veces en un sueño eres consciente de estar soñando. En la narración es lógico que pase eso mismo. De alguna forma, lo exige la propia historia. (Piensa un segundo). No sé si la respuesta tiene mucho sentido.
En una entrevista se quejaba de la cultura del odio, del enfado constante, que procura internet...
Es algo que me llamó la atención tras leer mucho de lo que escribió de Synecdoche, New York. Es un fenómeno completamente nuevo que me apetece explorar. Internet da voz a muchos que se sentían sin voz. Puedes decir lo que quieras casi de forma completamente anónima y siempre existe la posibilidad de que alguien acabe leyéndote. Además me da la impresión de que la gente está muy sola, se siente incomprendida y quiere participar en la sociedad de alguna manera. Y la Red es donde descargan su odio y su cabreo. Me fascina.
Sobre esto, en parte, trata Anomalisa; sobre la soledad en un sitio, como un hotel, lleno de gente...
Sí, cada vez hay más sitios así. Están diseñados para que no te sientas extraño en ningún sitio. Y este fenómeno de uniformidad afecta a todo. Todas las calles ahora en América y en el mundo tienen las mismas tiendas con las mismas marcas. Han desaparecido, por ejemplo, los comercios diferentes. Las librerías, por ejemplo. Ya no es posible ir a una librería y dar con un libro por casualidad. Eso, sin duda, es una pérdida.
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