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El cómico que llegó a ser el actor más taquillero de la época dorada del cine mexicano. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- En vísperas del sábado 19 de septiembre, cuando se cumplirán 100 años del nacimiento del cómico juarense Germán Valdés Tin Tan, nuestras máximas autoridades culturales y artísticas no han previsto celebrar en grande al Pachuco de oro del cine nacional por su centenario, según denuncia Jorge Alberto Rivero Mora, historiógrafo docto en la figura de tan popular ídolo. Un reportaje de Roberto Ponce para Proceso.
«Su trascendencia cinematográfica e innovadora comicidad están siendo tristemente ninguneadas, pese a que Tin Tan llegó a ser en 1950 el cómico más taquillero durante la época dorada del cine mexicano», abunda Rivero Mora, catedrático de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Azcapotzalco (UAM-A):
«Considero una muy lamentable noticia de que en este 2015, el año de Tin Tan, las instancias oficiales de cultura descuiden y tiren al olvido un personaje de su valía. No comprendo la ausencia de reflexiones en torno a su obra y legado artístico, en cuanto a lenguaje, identidad, música, cinematografía, moda; su arraigo en las nuevas generaciones y bandera de los roqueros Caifanes, Maldita Vecindad, Botellita de Jerez, Café Tacvba, etcétera.
«A pocos días del centenario de su natalicio y coincidiendo con el 30 aniversario del sismo, qué mejor manera de animarnos los mexicanos de cualquier edad con un homenaje digno a Tin Tan, arraigado en el imaginario popular como arquetipo del Pachuco de oro, el más besucón, el tejedor de audacias cinematográficas.»
En febrero de 2012, Rivero Mora presentó a la División de Ciencias Sociales de la UAM-A su tesis con 300 páginas Wachando a “Tin Tan”. Análisis historiográfico de un personaje fílmico (1944-1958), y obtuvo el grado de doctor en historiografía.
«Más allá de yo haber indagado quizá en demasía el fenómeno historiográfico de Tin Tan, como fan suyo me duele la desatención oficial casi de menosprecio en sus cien años. Nos hace falta un debate de mayor profundidad para analizar al personaje fuera del mito y la anécdota, en función de una época, y explicarnos por qué su vigencia creció al paso de los años.»
Además de dar clases para alumnos de las carreras de historia y comunicación en la UNAM (Acatlán), Jorge Alberto Romero Mora imparte México, economía y sociedad I, II y III en la UAM-A.
«Esperaba un homenaje nacional de las autoridades culturales federales, bien montado, para durar lo que resta del 2015 con actividades culturales, y también de las instancias estatales donde idolatran a Tin Tan, principalmente Ciudad Juárez, Chihuahua, allá nació y sé que se le rendirá algún tributo.
«Pero no festejar a Tin Tan habla de cómo las instancias artísticas oficiales mantienen una visión de la cultura popular cual discurso menor, incluso en medios académicos hay resistencias para tomarla en serio »
Así sucedió en la UAM al presentarles Rivero Mora su inesperado proyecto de tesis doctoral (apoyado por el Conacyt) Wachando a “Tin Tan”… tras conquistar diez años atrás su licenciatura en historiografía de México con una temática distante: La búsqueda de una certeza. Análisis historiográfico sobre el discurso de Salvador Nava (1958-1992).
«Entonces me movía mi curiosidad por saber si existían políticos honestos. Soy uamero de corazón y afortunadamente hoy, en este mi posgrado de la UAM-A, hubo apertura para temas de cultura popular, aunque debí defender mi objeto de estudio. Mi tesis refleja muchos ángulos no sólo del personaje cinematográfico, sino de lo que el actor representaba en determinado momento para el arte y la cultura nacionales, donde Tin Tan insertó su discurso fílmico.»
A Germán Valdés, relata, igual se le demonizó por imitar los gestos y la vestimenta del pachuco. Lo llamaron pocho, vulgar, agringado, greñudo, incoherente, era un mariguano peligroso. En «El pachuco y otros extremos», capítulo de El laberinto de la soledad, Octavio Paz lo tilda de «clown simiesco». Cantinflas haría alusiones despectivas de su rival cinematográfico, ese Tin Tan pachucón transformado ya en un pícaro urbano de humor irreverente, cuyo éxito le pisaba los talones.
Tin Tan mismo se vio obligado a renegar de su rol «y lo cito en mi tesis, palabras más o menos, él dijo que no defendía pachucos sino que mostraba lo que ellos le significaban, tomó distancia pues las agresiones eran muy duras».
Sendas gloriosas y caída final
Wachando a Tin Tan… no es una biografía ni retrata al actor, bailarín y cantante en dicotomías maniqueas blanco y negro. Rivero Mora desmenuza al personaje historiográficamente en cinco apartados harto minuciosos, a lo largo de 104 filmes rodados durante 29 años de meteórica carrera.
«Llegó a filmar de 1956 a 1959 un total de treinta películas, ¡ocho por año! »
La investigación puede leerse como estudio histórico alternativo del cine mexicano en sus épocas gloriosas, confluyendo «los diversos y fascinantes discursos» de Luis Buñuel, Pedro Infante, Jorge Negrete y Pedro Armendáriz, con el de Tin Tan («mi pretexto para analizar aquel contexto artístico y cultural permeado por los juegos del poder político, todo un collage de situaciones imbricadas en la política y los problemas sindicales en la Anda entre Negrete y Cantinflas de fondo»).
Su autor acompaña la tesis con citas de filósofos, sociólogos, historiadores y estetas (Aristóteles, Foucault, Althusser, Vasconcelos, Portilla). Entrevista a Fritz Glockner y Eduardo Mejía. Consulta crónicas y movimientos estéticos afines a Tin Tan (el rechazo a los poetas estridentistas). Reproduce cartones del caricaturista Ernesto El Chango Cabral con su imagen de gestualidad exagerada. Recrea testimonios de escritores como Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, Juan Villoro e incluye las opiniones cinematográficas críticas de Emilio García Riera, Rafael Aviña y Jorge Ayala Blanco.
«Hay una interpretación bastante errónea de lo que representó el pachuco, es interesante que Tin Tan vino a darle una relectura lúdica; lo traslada a la Ciudad de México y crea un personaje que en un primer momento no era cinematográfico, sino de la radio de Ciudad Juárez: El pachuco Topillo.
«Este personaje llega de manera muy improvisada con su carnal Marcelo (Chávez) en caravana artística al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, logrando un impacto impresionante que los impulsa al cine. Sus juegos idiomáticos de hibridación cultural dieron al pachuco connotación graciosa.»
Tin Tan nunca lo usó como medio para denunciar las injusticias que sufrían los mexicanos al sur de los Estados Unidos en los años cuarenta (y que capturó Luis Valdez en su cinta teatro musical pachuco Suit Zoot, de 1981).
«Tampoco dijo ‘yo vengo a revolucionar el cine mexicano’; lo vivió como su existencia personal, para gozar y divertir. Esa era para Tin Tan la esencia del cine, así rompió paradigmas y fue bastante innovador para nuestra cinematografía, sobre todo ante esquemas moralistas y de la ridícula censura que veía con rubor a las chicas en minifalda que él sacaba en sus películas. »
¿Cuántas personalidades de Tin Tan se descubren en su tesis?
Son muchos Tintanes, pero –corrige de inmediato– yo encuentro más bien un solo Tin Tan que se desdobla en varios. La esencia de Tin Tan estriba en ser un personaje que nunca se traiciona a sí mismo, es una constante a la que permanece fiel hasta declinar su estrella en los años sesenta, cuando él produjo sus películas para beneficiarse económicamente del cine.
«Sin embargo, es justo añadir que esa época marcó asimismo el declive del cine nacional y Tin Tan trataba de sobrevivir a este escenario en una industria donde no faltaban pulpos que le chupaban buenas tajadas de su dinero. Por la historiografía vemos que cuando un personaje aparece en cierto momento, se le categoriza; pero al paso del tiempo, cobra nuevos significados. Es distinto el Tin Tan que surge por 1943 al que protagoniza una maravillosa escena musical de 1949 con Vitola en El rey del barrio. El de los sesenta entra en crisis, paulatinamente es olvidado en los setenta y los ochenta, para recuperar su valor con el Tin Tan que se rescata en los noventa. Hoy, su familia lo ha convertido además en una marca comercial bastante lucrativa.»
Su mejor película, El rey del barrio, «demostró cómo los pobres tienen que delinquir para malvivir en medio del ‘milagro’ alemanista, con diálogos de Tin Tan y Marcelo improvisados que son una acusación tan directa de la corrupción gubernamental como la que Buñuel exhibe en Los olvidados».
Curiosamente, sólo en sus primeras películas con Humberto Gómez Landero (1945-1948) lo representaron como pachuco.
«Después será un personaje que transita a lo pícaro urbano que, en escenas de El revoltoso (1951), desde la vecindad da un discurso distinto al sentimentaloide y moralista de Cantinflas. Tin Tan lo revierte y se burla de todo, cosa que golpea muy fuerte a Cantintlas, quien sintió estaba invadiendo sus terrenos. Para 1950 Tin Tan es la figura más taquillera a nivel nacional, la mejor pagada, arriba del que me digas, sea María Félix o Cantinflas, de ahí sus alusiones contra Tin Tan en El señor fotógrafo, cuando el peluquero Cantinflas pone un anuncio: ‘Para pachucos no hay servicio, porque me caen muy gordos’.»
En Soy charro de levita (1949), Tin Tan adornó su sombrero charro con una pluma a-lo-pachuco, y para otra rodada también por Gilberto Martínez Solares en 1954, El mariachi desconocido (Tin Tan en La Habana), se burla del cine que encumbrara al Indio Fernández, Pedro Infante y Negrete, «cantando El jinete en una escena montado sobre unos caballitos de feria».
Parodiar todo lo parodiable fue la fórmula comercial explotada por Martínez Solares… hasta agotar al personaje Tin Tan.
«Si en Estados Unidos estaba Tyrone Power con La marca del zorro, él filmaba La marca del zorrillo (1950); parodia cuentos clásicos: La cenicienta es El Ceniciento (1951), La bella durmiente es El bello durmiente (1952), con transposiciones de tiempo muy peculiares. Si James Dean era Rebelde sin causa, Tin Tan hace su Rebelde sin casa (1957). Particularmente de ésta, dirigida por Benito Alazraki, pocos saben que Tin Tan alterna allí con Chava Flores, interpretando canciones a dueto muy jocosas, en uno de los momentos cumbre de dos figurones de la cultura popular mexicana.»
Aun cuando sus últimas cintas prodigaran «chispazos de genialidad histriónica», a Jorge Alberto Rivera Mora le duele abordar la caída cinematográfica de Tin Tan. Inevitable detallarla en su tesis; prefiere celebrar al artista para la juventud presente, así como hace una década lo revalorizaron documentales como el de Manuel Márquez Ni muy muy, ni tan tan. Simplemente Tin Tan. El doctor uamero insiste:
«Enrique Krauze y otros historiadores han reivindicado la figura del dictador Porfirio Díaz, nada popular para el México actual. Entonces, ¿por qué teniendo Tin Tan más seguidores se le escatima su centenario? Llama la atención que exista descuido en las instancias culturales y artísticas de nuestro país. »
En suma, «una omisión lamentable».
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