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El artista realizó retratos psicológicos de los grandes hombres de la economía, la política y la cultura española. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- El fotógrafo Alberto Schommer (Vitoria, 1928) ha muerto este jueves en San Sebastián a la edad de 87 años, víctima de problemas respiratorios consecuencia de un proceso cancerígeno. Schommer era uno de los nombres capitales de la fotografía española de los últimos 40 años y autor de una rica obra, entre la que destacaron, en los años 80, sus célebres Retratos psicológicos, publicados tanto en el diario ABC como en El País Semanal. En 2013 recibió el Premio Nacional de Fotografía. Reporta Angeles García Vargas para El País.
La enfermedad de Alberto Schommer se agudizó desde el día de su cumpleaños, el pasado 9 de agosto, contó a EL PAÍS Nicolás Casla, su sobrino y también fotógrafo. Ese día fue a celebrar con unos amigos al restaurante de Arzak y después de la comida sintió un dolor muy fuerte en la espalda. Desde entonces no se recuperó. Fue al médico y le diagnosticó una metástasis del cáncer. Hace dos semanas fue hospitalizado, y los últimos días los pasó en su casa.
Alberto Schommer quiso ser el primer fotógrafo en entrar por la puerta grande de un museo y lo consiguió hace un par de años, cuando El Prado dedicó una exposición a sus famosas máscaras. Le quedó pendiente una gran antológica en un museo de arte contemporáneo con las series esenciales de toda su larga vida profesional que fueron muchas y variadas y sus trabajos en prensa, especialmente en EL PAÍS, que le convirtieron en el gran retratista de la Transición española. Nacido en Vitoria el 9 de agosto de 1928, Schommer había perdido a su esposa, Mercedes Casla, en agosto de 2013, el «gran amor de su vida», como a él le gustaba decir y desde entonces su indomable energía parecía haber disminuido.
Paseó su obra por todo el mundo y publicó un centenar de libros que recogen un trabajo que empezó cuando contaba solo 17 años. Fue su padre, el fotógrafo alemán Alberto Schommer Koch, quien le enseñó los rudimentos del oficio. Pero él no se consideraba alumno suyo, se veía más como un autor en la estela de el grupo AFAL (Agrupación Fotográfica de Almería) porque fueron los primeros en manifestar que la fotografía era un arte independiente y con más posibilidades que otras expresiones artísticas antiguas. Se sentía próximo a Joan Colom, Gabriel Cualladó, Ramón Masats o a Oriol Maspons.
En una entrevista con este periódico celebrada en las vísperas de las últimas navidades, echando la vista atrás, se sorprendía de su propio ingenio en muchas de las fotografías que le dieron fama en todo el mundo. Como favoritas señalaba la que le hizo a Andy Warhol pintando la bandera de EE UU. O la de Roy Lichtenstein en París. «Era una obra delirante y originalísima. La verdad es que las contemplo ahora y me sorprendo de mi audacia».
Pese a la desazón que por entonces le embargaba, estaba cargado de proyectos, como los retratos de los candidatos a las elecciones locales y autonómicas para EL PAÍS. Su actividad principal eran los retratos que seguía recibiendo de encargo.
Nunca se separaba de sus viejas Leica y Rolleiflex. Despreciaba la fotografía digital. «No me interesa nada. Cualquiera con buen ojo y pulso puede hacer una buena foto. O una foto utilizable. Pero yo trabajo con sensibilidad, garra y fuerza. Otra cosa es que todavía tenga buen ojo y pulso….», decía.
Una de las pocas cosas que levantaba su indignación era la crítica a como se hizo la Transición española: «La corrupción y la fuga de dinero que estamos conociendo se salen de lo corriente y es tremendo. Otra cosa es que haya grupos políticos como los independentistas catalanes o los vascos que quieran aprovechar para sus disparates. España es una nación en bloque que pertenece a Europa y a la OTAN. No hay nada que discutir. ¿Qué hubiera sido de España si no se pacta como en la Transición? El rey Juan Carlos lo hizo muy bien. Y le conozco a fondo porque he hecho con él más de treinta viajes».
Alberto Schommer vivía en el centro de Madrid, junto al parque de El Retiro, uno de los lugares que más amaba de la ciudad y por el que tanto paseó con su esposa. «Ella era todo: mi amor, mi inspiración, mi crítica más feroz, mi apoyo. No puedo explicar con palabras lo que me ha supuesto», confesó a la periodista con la voz rota.
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