Teresa Cremisi, durante su intervención en el foro Edita Barcelona. (Foto: UPF Barcelona School of Management)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 12 de julio de 2017. (RanchoNEWS).– La revolución digital no ha afectado «en nada» al oficio de editor. Así lo afirmaba la editora Teresa Cremisi, en su participación en la última jornada del Foro Edita Barcelona, organizado por el Gremio de Editores de Cataluña y la Universidad Pompeu Fabra, a través del Máster en Edición de la UPF Barcelona School of Management, reporta Gerard de Josep para La Vanguardia desde Barcelona.
Directiva durante años de las prestigiosas editoriales Gallimard y Flammarion, Cremisi argumenta que «no hay un nuevo mercado de lo digital», ya que las ventas de libros electrónicos suben sólo en nichos muy concretos, como el campo científico y la literatura erótica, y sólo las guías de viajes se ven prácticamente relegadas al olvido.
Pero el sector no está en peligro. Según un estudio encargado por los editores franceses y realizado por GFK, desde 2007 el libro físico en Francia ha ido ganando cuota de mercado entre los bienes culturales (pasando del 51% al 57%), como lo han hecho también los videojuegos (del 17% al 27%). A la vez, caían los soportes audiovisuales (del 19% al 9%) y la música grabada (13% al 7%).
Cremisi, de origen italiano, sostiene además que en Francia ser editor es un oficio respetado. Para ejemplificarlo, bromea con el hecho de que cuando alguien explica que va a casarse con un editor en Francia, el anuncio merece una celebración familiar, mientras que eso mismo en Italia genera un sentimiento de compasión.
En este sentido, la editora defiende que ese respeto ha sido muy útil para la salud del sector, porque es lo que ha llevado a una importante protección política, sobre todo, mediante la ‘Ley Lang’. Aprobada en 1981, la editora considera que se trata de una norma «fundamental», puesto que establece el precio fijo del libro.
En Francia hay unas 6.000 librerías de todos los tamaños y los editores trabajan estrechamente con ellas. Cremisi explica que cuando un librero tenía que cerrar por enfermedad, obras o cualquier otra circunstancia de fuerza mayor, los editores le ayudaban.
«No lo hacían por filantropía, sino simplemente porque no se podía vivir sin ellos», aclara. Por eso alerta de que, a pesar de que el libro cuenta con un entorno favorable, el oficio más amenazado por la transformación digital es y será el de librero.
Lo explica por el aumento de ventas online en plataformas como Amazon. Según el estudio citado, en un año en Francia se pasó de los 10,7 millones de compradores de libros por internet en 2015 a los 11,3 millones en 2016. Por eso, Cremisi ve imprescindible encontrar «soluciones para ayudar a las librerías independientes».
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