Los habitantes de Amatlán de Quetzalcóatl, Morelos, han custodiado el acervo que heredó la antopóloga, pero las malas condiciones de conservación y el robo han mermado el acervo que ahora busca rescatar el INAH. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de julio de 2017. (RanchoNEWS).- El polvo y el olvido amenazaban con comérselo todo. Más de 30 mil volúmenes especializados en temas de antropología, arqueología e historia, pero también el acervo personal y profesional que durante toda la vida acumuló la arqueóloga y antropóloga Carmen Gloria Cook de Leonard (1906-1988), han comenzado a ser salvados de la ruina: un grupo de especialistas mexicanos trabaja desde hace varios meses para rescatarlo. Una nota de Luis Carlos Sánchez para Excélsior.
Prácticamente abandonado y embodegado en condiciones adversas, el acervo de quien fuera fundadora del Centro de Investigaciones Antropológicas de México (CIAM) y exploradora en sitios como El Tajín, en Veracruz, o la Isla de Jaina, en Campeche, permaneció desconocido durante los últimos 30 años y hasta hace unos meses, antes de la llegada de personal de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), su destinó era la desaparición.
«Era urgente atenderlo, si no, se iba a ir perdiendo paulatinamente; cuando acudimos a ver cómo estaba, nos encontramos con un asunto muy triste: todo se encontraba lleno de polvo, tirado, echándose a perder, había documentos con humedad», dice Baltazar Brito Guadarrama, director de la BNAH. El investigador Daniel Juárez fue quien alertó sobre el estado del acervo: en Amatlán de Quetzalcóatl, un pequeño poblado del municipio de Tepoztlán, Morelos, el acervo de Cook se estaba perdiendo.
«Quedó abandonado por el descuido de la comunidad y las autoridades que fueron pasando, nunca le pudieron dar mantenimiento», cuenta Julián Cazares Torres, responsable de la Ayudantía en Amatlán, donde aún manda la autoridad indígena local. La biblioteca y el acervo de Carmen Cook fueron depositados en un local lleno de humedad, sin organización ni las condiciones necesarias para su mantenimiento, tampoco con seguridad.
Amor por Amatlán
Hortensia Ramírez Campos todavía recuerda cuando de niña su padre la llevaba a la biblioteca. Ahora es la representante del Comité Cultural de la autoridad local y, junto con la actual Ayudantía, ha comenzado a trabajar para que la Biblioteca Pública Amoxpialloyan Carmen Cook y el Museo Comunitario de su pueblo recobren algo de dignidad. Ambos son herencia de la investigadora de origen mexicano-alemana, quien decidió trabajar y vivir permanentemente durante sus últimos años en Amatlán.
A esa pequeña comunidad localizada a una hora de la Ciudad de México y a 30 minutos de Cuernavaca, Carmen Cook llegó cuando tenía 70 años. «Llegó aquí a investigar y conoció a don Felipe Alvarado, un historiador de la comunidad y a otros mayores. Cuando decidió instalarse se trajo todo», cuenta Hortensia. Amatlán fue para la investigadora más que un hogar. Rápidamente se compenetró con su gente y se dedicó a trabajar: ella exploró los vestigios arqueológicos de la zona y documentó la leyenda local de que Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, habría sido amatleco.
En lo que hoy es el Museo Comunitario se conserva la recámara y el baño de Carmen Cook; el resto fue habilitado para exhibir la colección de piezas arqueológicas de diferentes culturas que acumuló y legó a la comunidad. «Antes de fallecer (el 4 de mayo de 1988) ya había donado el terreno y el material, de eso tenemos papeles», dice Hortensia. Con la idea de poner al servicio el legado de Cook, a un costado de su casa se construyó un edificio de una sola planta con dos habitaciones: en una de ellas se instaló un local de la Red de Bibliotecas con ejemplares nuevos; la otra serviría para conservar los libros y el archivo de la investigadora pero nunca funcionó al 100 por ciento.
Poco después de que Carmen Cook falleció, un familiar reclamó la pertenencia de lo que la arqueóloga había donado a Amatlán. «Tuvimos un juicio y al final la comunidad se quedó con todo, existen documentos. Nos veníamos a dormir aquí porque ellos querían apropiarse de todo, veníamos a cuidar de día y de noche, nos turnábamos y así fue como se tomó posesión», recuerda Julián Casares. Alrededor de 1993, don Felipe Alvarado tomó el Comité de Cultura y emprendió la creación del museo; la biblioteca abría poco, pero se mantenía en funciones.
Las condiciones desde un principio no fueron las mejores. El material se fue deteriorando y cubriendo de polvo y siempre estuvo latente la falta de seguridad: «Hay unos 30 mil volúmenes pero había más, se han ido perdiendo por falta de interés y de que llega mucha gente a querer apoyar, pero siempre se lleva algo a cambio».
Rescate
Don Erasto Venegas trabaja como ayudante en el museo biblioteca de manera voluntaria. Como él, el resto lo hace por iniciativa propia y porque es una obligación con la comunidad. Ninguno de los que laboran ahí recibe un salario y al espacio comunitario sólo llegan pequeñas aportaciones que van quedando (construyeron la barda trasera con 20 mil pesos que lograron reunir) y algunas donaciones particulares o que les lleva el Ayuntamiento de Tepoztlán. Pero en general, los recursos nunca llegan.
Cuando la BNAH se acercó para ayudarlos debieron dejar atrás la desconfianza que ha alimentado el abuso del pasado. Ahora, la comunidad está decidida a rescatar el legado de Carmen Cook, pero están conscientes de que necesitan apoyo. Ya han enterado de la situación al director General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura federal, Jorge von Ziegler, aunque aún no reciben una respuesta positiva y dirigieron una carta al Embajador de Alemania en México, Viktor Elbling, pidiéndole ayuda en vista de que Carmen Cook fue de origen alemán.
La comunidad quiere que le ayuden con la estantería adecuada para colocar y poner en servicio la biblioteca, con mobiliario para mantener el archivo personal de la investigadora y con materiales para rehabilitar el espacio y mejorar los servicios de todo el centro comunitario. Por lo pronto, se ha realizado el trabajo más urgente. El INAH, a través de la BNAH, trabajó semana a semana en la limpieza del material –el trabajo ya está al 90 por ciento– y en la clasificación del material de acuerdo con su condición.
«El material tenía mucho polvo, lo que queríamos era quitarle todo y empezarlo a empaquetar, se comenzó a clasificar entre contaminado y no contaminado, y se hizo el resguardo y la separación», cuenta Arturo Bejarano, quien forma parte del equipo que trabaja en el rescate. En total, los especialistas han rescatado 508 cajas de material bibliográfico y 86 del archivo personal, entre 12 y 15 cajas más fueron clasificadas como contaminadas, principalmente por hongos e insectos, por lo que es casi un hecho que deberán ser descartadas.
Entre los materiales que se han podido rescatar están ocho códices facsimilares que la comunidad resguarda aparte. Pero en realidad, tanto la biblioteca como el archivo personal de Carmen Cook sigue siendo un misterio que aguarda grandes sorpresas. Basta abrir una de las cajas ya limpias para encontrarse con manuscritos de la antropóloga, con las investigaciones que realizó en sitios como la Isla de Jaina y que nunca fueron publicados, con miles de fotografías de piezas y ruinas arqueológicas, con documentos como sus títulos, credenciales o cartas que ayudaran a reconstruir su historia.
Tampoco se sabe mucho del material bibliográfico: hay libros de antropología, arqueología, historia, arte y de cultura general; algunos ejemplares en inglés, alemán o en lenguas indígenas, pero no se sabe más.
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