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martes, mayo 03, 2011

Noticias / Argentina: Una sobria multitud acompañó por última vez a Ernesto Sabato

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Una larga caravana de autos con familiares, vecinos de Santos Lugares y amigos acompañó el carro fúnebre del polémico autor. (Foto: Ap)

C iudad Juárez, Chihuahua, 1 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- Los restos del escritor Ernesto Sabato, uno de los más importantes del país y de América Latina, quien falleció la madrugada de ayer, fueron inhumados hoy poco después del mediodía, en un cementerio de Pilar. Una larga caravana de autos con familiares, vecinos de Santos Lugares y amigos acompañó el carro fúnebre para despedirlo en un acto austero y respetuoso, como él pidió. «Quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias, pero en el fondo buen tipo», había dicho Sabato a su hijo Mario. Una nota de Stella Calloni para La Jornada:

Los familiares prolongaron el velatorio que comenzó ayer a las cinco de la tarde hasta hoy a las 12 del día, por la gran cantidad de personas que desfiló ante el féretro. Diversas personalidades de la cultura y la política llegaron al club Defensores de Santos Lugares, que esta frente a su casa y al que iba todas las semanas.

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, habló telefónicamente con Mario Sabato y con Elvira González Fraga, compañera y asistente del escritor en sus últimos años. La mandataria envió una corona de flores.

Este día, en la Feria del Libro de Buenos Aires se realizó el homenaje que tenía previsto realizar el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires para celebrar sus casi 100 años, aunque la ceremonia cambió de signifcado. Después del doloroso momento en que despidió a su padre, Mario Sabato estuvo en el homenaje, donde presentó el tercer documental que realiza sobre la vida del escritor, y habló de sus recuerdos ante una sala llena.

El presidente del Instiuto Cultural, Juan Carlos D’Amico, anticipó que la casa del escritor será nombrada patrimonio cultural, «para que permanezca abierta y nos permita seguir junto a Ernesto».

Miles de personas que caminaban por los pasillos de la feria se detenían frente a los módulos donde se mostraban los libros de Sabato. Ernesto Fernández Núñez, secretario general de la Sociedad Argentina de Escritores, recordó una frase del escritor: «La muerte me va a tener que venir a buscar con la fuerza pública».

En el módulo del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires se veían tres enormes muñecos de tamaño real, obra de Omar Gasparini, que representan a Sabato, a María Elena Walsh y a Arturo Jauretche, sentados alrededor de una mesa de café, donde muchos de los visitantes del encuentro se tomaban fotografías.

Controversia eterna

La polémica que siempre rondó a Sabato se convirtió en anécdota ante su muerte, pero era inevitable que apareciera en los medios, donde se recordaron los debates que sostuvo con Gabriel García Márquez, Osvaldo Soriano, Juan Gelman y Osvaldo Bayer por el apoyo que dio a la dictadura.

Ángela Dellepiane, en su investigación sobre «el intelectual en la realidad argentina», que preparó para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, relata que Sabato pidió por varios desaparecidos al dictador Jorge Rafael Videla, el día que fue a verlo, en mayo de 1976, junto con Jorge Luis Borges y otros.

Esto lo confirmó la periodista Julia Constenla, quien sostiene que el escritor preguntó a ella y a otros amigos si era conveniente asistir al encuentro con Videla y pedirle por los desaparecidos, lo que todos aprobaron.

Otra polémica se desató por el prólogo que escribió para Nunca más, investigación histórica que realizó sobre los crímenes de la dictadura para la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, entre 1976 y 1983, donde equiparó el terrorismo de la guerrilla con el de Estado en la Teoría de los dos demonios, comparación inaceptable para los organismos de derechos humanos. En 2006 se agregó otro prólogo, el cual rebatía la primera postura.

«El dolor por la pérdida de un escritor fundamental del siglo XX de la literatura argentina no puede deslizar bajo la alfombra de la sociedad heridas muy hondas que aún no han cicatrizado. El respeto y la admiración no deberían traducirse automáticamente en indulgencia a las convicciones políticas de un intelectual ambivalente y paradójico, especie de predicador atormentado que encarnaba la voz y los sentimientos de ‘todos’», escribió Silvia Friera en el periódico argentino Página 12.

«El ‘maestro’, el ‘genio’, el ‘quijote lúgubre’ de nuestras pampas y cuantos calificativos se desprendan y multipliquen (…) fue una figura compleja, polémica, contradictoria», señala.

Pero la polémica no difundida fue la que mantuvo con Ernesto Che Guevara, al principio de la Revolución Cubana, cuando en una carta enviada al dirigente revolucionario, Sabato la equiparaba con la revolución libertadora (el golpe militar con apoyo civil de la clase alta y buena parte de la intelectualidad y otros sectores) que derrocó al presidente Juan Domingo Perón.

Absolutas diferencias

El Che respondió al escritor en una carta que mantiene en sus archivos la fundación que lleva su nombre y que data del 12 de abril de 1960. Con cierta ironía, pero mucho respeto, el guerrillero le explica brillantemente las diferencias entre ambos movimientos.

El Che se confiesa fascinado por el trabajo de Sabato, en especial por Uno y el universo, severa crítica sobre la ciencia, y también sorprendido porque le pidiera «una definición, una tarea de rencuentro».

Le escribió: «No podíamos ser ‘libertadora’, porque no éramos parte de un ejército plutocrático, sino un nuevo ejército popular, levantado en armas para destruir al viejo; no podíamos ser ‘libertadora’, porque nuestra bandera de combate no era una vaca (refiriéndose a la Sociedad Rural y a los terratenientes argentinos), sino, en todo caso, un alambre de cerca latifundiaria destrozado por un tractor, como es hoy la insignia de nuestro INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria). No podíamos ser ‘libertadora’, porque nuestras sirvientitas (el servicio doméstico muy maltratado por la alta sociedad local) lloraron de alegría el día que Batista se fue y entramos en La Habana (…) Aquí la forma de sumisión de la intelectualidad tomó un aspecto mucho menos sutil que en Argentina. Aquí la intelectualidad era esclava a secas, no disfrazada de indiferente, como allá, y mucho menos disfrazada de inteligente; era una esclavitud sencilla puesta al servicio de una causa de oprobio, sin complicaciones; vociferaban, simplemente».

En aquella carta, el Che le escribió sobre el proceso de la lucha revolucionaria que los fue transformando y que incluso sintetiza en la frase: «Esta revolución es la más genuina creación de la improvisación (…) es así porque caminó mucho más rápido que su ideología anterior».

Al final de su larga misiva, Ernesto Che Guevara se disculpa por su extensión y señala que «no está exenta de esa pequeña cantidad de pose que a la gente tan sencilla como nosotros le impone; sin embargo, tratar de demostrar, ante un pensador, que somos también eso que no somos: pensadores. De todas maneras, estoy a su disposición».

Mayor información: Ernesto Sabato

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