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La escritora alemana. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 4 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La escritora Sibylle Lewitscharoff, cuya obra es publicada en español por la editorial argentina Adriana Hidalgo, recibirá este año el premio Georg Büchner, el más importante de la lengua alemana para la trayectoria de un escritor, informa la agencia EFE desde Berlín.
Así lo informó hoy la Academia de la Lengua y la Literatura que otorga el galardón, dotado con 50 mil euros (65 mil124 dólares).
«En sus novelas Sibylle Lewitscharoff ha ido más allá de las fronteras de aquello que consideramos nuestra realidad cotidiana a través de su inagotable don de observación, su fantasía narrativa y su creatividad lingüística», dice el comunicado de la academia.
Lewitscharoff, de 57 años, se caracteriza por centrar sus novelas en un personaje, que normalmente le da el título a las mismas.
La escritora vivió en Buenos Aires y Berlín, donde finalmente se afincó y reside actualmente.
Con Apostoloff ganó el Premio de la Feria de Fráncfort y con Blumenberg obtuvo el premio Wilhelm Raabe y fue finalista al Deutscher Buchpreis, que se entrega a la mejor novela alemana del año.
Con Pong ganó en 1998 el Premio Ingeborg Bachmann.
La última novela de Lewitscharoff es Blumenberg, una fantasía en torno al filósofo Hans Blumenberg.
La novela –como la autora advierte en el epílogo– no contiene citas concretas de Blumenberg pero si trata de ahondar además de en el espíritu de su filosofía, en su ironía y su rechazo a los dogmatismos, por bien intencionados que éstos sean.
Blumenberg, durante los últimos años de su vida, coleccionó tanto imágenes de leones como historias relacionadas con ese animal que de manera póstuma se recogieron en un libro que fue publicado en 2001.
Esa obsesión por los leones es aprovechada por Sybille Lewitscharof que presenta al filósofo acompañado frecuentemente de un león del que es imposible saber si es un ser vivo o si se trata de un producto de la imaginación.
En todo caso, Blumenberg –que trabajaba siempre de noche en la preparación de sus clases y conferencias– tiene al león como frecuente interlocutor. Ese león, ya algo envejecido, no había buscado la compañía de un profeta o un santo sino la del último filósofo capaz de entenderlo.
Blumenberg se embarca en una serie de reflexiones que explican su rechazo al moralismo riguroso que, según lo hace decir Sybille Lewitscharoff, eran característicos de sus estudiantes que señalaban con el dedo a sus padres y abuelos por su comportamiento durante el nacionalsocialismo.
Ese moralismo, según Blumenberg, que recuerda que él vivió el mal radical en su propia piel como perseguido del nacionalsocialismo, llevaba a tergiversaciones simplistas en torno a figuras como Ernst Jünger.
El absoluto no sólo es imposible de transmitir, dentro de la concepción del Blumenberg de la novela, sino que además las verdades y las condenaciones absolutas tienden a tergiversar la realidad y las exigencias morales radicales muchas veces terminan por tener efectos negativos.
Así, por ejemplo, Blumenberg considera un error creer que la verdad es liberadora independientemente de cuando y donde sea expuesta y de quien la revele y subraya que cuando se revela en el momento y en el lugar equivocado solo genera confusión y prevención.
La Alemania de la postguerra es vista por el filósofo como ejemplo de lo anterior ya que, dice, mucho de lo que salió posteriormente a la luz si se hubiera revelado en los primeros años después de 1945 sólo hubiera servido para colapsar el frágil mundo de la reconstrucción.
«El olvido era necesario. Sin el efecto benéfico del olvido no hubiera sido posible civilizar el nuevo estado», hace decir Lewitscharoff a Blumenberg.
Además de Blumenberg, en la novela también aparecen algunos de sus estudiantes, tres de los cuales tienen un destino claramente trágico y una monja misteriosa que es la única persona que también puede contemplar el león.
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