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Su impactante y grandilocuente presencia explica por qué las reiteraciones sobre Tin Tan no son excesos de la interpretación del mito, sino pautas para aproximarse al fenómeno que siempre está por redescubrirse. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 19 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Tin Tan se petrificó en la admiración, la mitología popular mexicana y el subconsciente colectivo a cuerpo tendido por sus ocurrentes situaciones de las mil y una carcajadas desatadas. Es el actor y comediante más revisitado y evocado cinematográficamente como Simbad el mareado, El bello durmiente, Chucho el remendado, El gato sin botas o Rebelde sin casa (entre otros personajes caracterizados). Una nota de Rafael Molina para El Ángel exterminador de Milenio:
Además de incalculables hazañas como bailarín, cómico, pachuco y pacheco, playboy natural como Hugh Hefner y primer performancero mexicano (antes de que el término se inventara) lo asombroso de Germán Valdez es la infinitud de sus cualidades, que no terminan de descubrirse a 40 años de su deceso.
Su impactante y grandilocuente presencia explica por qué las reiteraciones sobre Tin Tan no son excesos de la interpretación del mito, sino pautas para aproximarse al fenómeno que siempre está por redescubrirse. ¿Quién podría definirlo —arropado como pachuco— como un puente cultural de la cultura chicana, cuando aún no existía esta noción cultural?
Su despliegue vocal (y bocal, al besar a tanta diva sensualísima) es un gesto poco explorado, porque además de su genialidad fonética —como imitador— Tin Tan es un cantaor inmensamente versátil; si se hubiera dedicado a la cantada su éxito sería arrollador como el que cosechó como actor. Aunque si en algo se distinguió El vizconde de Montecristo, es en las escenas cinematográficas musicalmente recreadas.
Eso explica el acervo discográfico que nos heredó, comenzando por varios volúmenes de Canciones de sus películas; el doble cd El inmortal Tin Tan; Germán Valdez Tin Tan Mi antología (de película el doble álbum); Tin Tan y su carnal Marcelo, tesoros de colección (a tres bandas, o sea tres discos). Asombrosas variaciones en 30 años de vida cinematográfica (1943-1973).
«También de humor se canta», reza el título del primer cd de Mi antología, y en ese sentido nadie podría imaginarlo ni por asomo al frente de una big band entonando «Personalidad», un cover del tema estadunidense que hizo popular Lloyd Price («Personality»). Los giros rítmicos fueron los ingredientes que le pusieron sabor al caldo tintanesco, esencialmente el toque cubano que lo erigió como rumbero star del cine mexicano.
Si la cinematografía nacional originó a las diosas del género de rumberas, Tin Tan es caso excepcional como el único bailarín de rumba cubana al menos estelarmente, meneándose con María Antonieta Pons, Ninón Sevilla o Tongolele. El actor-bailarín se metió hasta la cocina con la cubanía de los cuarenta-cincuenta bajo la orquestación danzonera y guarachera, y le puso filin’ habanero al bolero.
De la rumba a Los Beatles
Naturalmente no cantaba mal las rancheras, el género con el que realizó sus primeras grabaciones, porque el mariachi (de sonido fiel al que acompañó a Pedro Infante) era su mero mole, aunque Tin Tan era ajonjolí de todos los moles. Y no es mero cliché, porque en «Cantando en el baño» ya rocanroleaba con soltura anticipada, cuando el rock & roll aún no vivía su explosión mundialmente.
En la misma canción salpicada de rock & roll da un giro al «corrido de el caballo flaco», y cierra el track con un bolero imitando a Agustín Lara. ¡Fenomenal! como su capacidad de improvisación de idiomas porque además masticaba el inglés, francés, italiano y la lengua pachucona, porque fue el único actor mexicano que recurrió al spanglish.
Sus singulares gestos, sonidos, gruñidos, muecas, lo ubicaron como políglota del desmadre e imitador de acentos (argentino, árabe o cubano) que podía reproducir hasta un agarrón entre un perro y un gato (al mismo tiempo). Su tema «Petit madame», al piano, es una muestra de la personnalité refinadé que también poseía.
«Petit, petit madame que loretil tin tin. Llegué, llegué, y me tropecé, y te encontré en un café, y te invité un té con piquetité y te compré tu Chevrolet. Comment ça va? Trés bien, e vu? Tambián...».
Genio, figura, pachuco y pacheco hasta la sepultura, rocanroleó «La cucaracha macabra» en tono de swing, y en este mismo tema, arañó algunos matices jazzísticos en medio de bombas yucatecas. La agilidad humorística y la histrionización fueron los ingredientes que imprimieron originalidad a sus canciones; una especie de discos performanceros en las que mucho tuvo que ver su carnal Marcelo Chávez.
Country, polka, tonadas babarianas con acordeón (al estilo Heidi); flamenco como el Niño de Pecho, cantando «La barca de oro» (o escuchando el bel canto de Vitola en El rey del barrio); fraseos árabes de Ben Akhi junto a la guapota Ben Akah (Las mil y una noches); tango, danzón, vals y hasta jarabe tapatío en Músico, poeta y loco, Tin Tan bailó, cantó y performanceó en más de cien películas.
Podía comenzar tocando la tambora de pueblo y terminar bailando con Rosita Fornés en el club Tropicana, en Cuba (Tin Tan en La Habana se filmó en tierra de Beny Moré) o reinterpretar a los mismísimos Beatles con arreglos electrificados: «I Want To Hold Your Hand» rebautizada como «Ráscame aquí», en la que emula vocalmente a Elvis Presley «/oh yeah dame tu mano/ que tengo comezón/ oh yeah dame tu mano/ quiero rascarme aquí, quiero rascarme acá...».
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