Rancho Las Voces: Obituario / Maurice Nadeau
LA QUINCENA RETORNARÁ CON LA EDICIÓN 21 EL 19 DE ENERO DEL 2025 Las cinco ediciones más leídas del 2024 / 20

martes, junio 18, 2013

Obituario / Maurice Nadeau

.
El editor, crítico y escritor francés (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- El editor, crítico y escritor francés Maurice Nadeau, quien contribuyó a descubrir a escritores como Henry Miller, Witold Gombrowicz, Alexander Solyenitsin y Michel Houellebecq, murió el domingo a la edad de 102 años, anunció el lunes su hijo Gilles Nadeau. Una entrega de AFP:

Mi padre falleció el domingo a las seis de la tarde en su casa, en compañía de sus familiares, dijo Gilles Nadeau. «La redacción de la Quinzaine Littéraire (revista que fundó en 1966) está conmocionada», agregó el hijo del editor.

Nacido el 21 de mayo de 1911 en París, huérfano desde pequeño tras la muerte de su padre en la Primera Guerra Mundial, y criado por una madre analfabeta, Nadeau cursó sus estudios universitarios en la Escuela Normal Superior, cuna de la élite intelectual francesa, y comenzó su carrera de profesor de letras modernas.

Nadeau fue también crítico literario en revistas francesas, como France-Observateur o L’Express hasta 1964.

Más tarde trabajó como editor para diferentes editoriales hasta crear una propia en 1977, que publicó entre otros a René Char, Henri Michaux, Raymond Queneau, Nathalie Sarraute, Claude Simon, Roland Barthes e Yves Bonnefoy.

Durante toda mi vida, siempre estuve en el lugar indicado para descubrir a nuevos autores. Estaba atento, escuchaba, leía mucho, manuscritos, revistas, la prensa extranjera, explicó en 2011 en una entrevista en ocasión de su centenario. Frente a las grandes editoriales, Ediciones Maurice Nadeau encarna las virtudes de la independencia sin concesiones. Con menos de 10 libros al año, rara vez tuvo los honores de premios literarios. Angelo Rinaldi dijo una ocasión que Nadeau es el editor de lo imposible.

Mi editorial siempre estuvo al borde de la quiebra, contaba Nadeau sin amargura.

REGRESAR A LA REVISTA