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El arquitecto, en lo alto de la Torre de Valencia. (Foto: Carlos Barajas)
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iudad Juárez, Chihuahua. 14 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Javier Carvajal, arquitecto clave en la segunda mitad del siglo XX, ha muerto a los 87 años en Madrid, la ciudad en la que desarrolló casi toda su carrera. La Torre de Valencia, las viviendas de la calle Montesquinza de Madrid y el Pabellón de España en la Exposición Internacional de Nueva York, de 1964, son algunos de sus proyectos más conocidos. Pero, casi más importante que su obra fue su trabajo en la Escuela de Arquitectura de Madrid, en la que se convirtió en el catedrático más joven de España en 1965, cuando tenía 29 años. El prestigio de las escuelas de toda España procede, en parte, del trabajo de Carvajal, de los métodos que aplicó él por primera vez y que le dieron una fama académica superior incluso a la de otros colegas con más éxito como Sáenz de Oíza o Alejandro de la Sota. Una nota de Luis Alemany para El Mundo:
«Era un hombre superdotado para el trabajo, con una capacidad que parecía ilimitada. Terminaba de dar clases de noche, tarde, y se iba al estudio a seguir trabajando», recuerdan sus alumnos. No sólo su temprana cátedra lo demuestra: Carvajal, nacido en Barcelona, en una familia de abogados, no tuvo el permiso de su padre para estudiar Arquitectura. Le obligaba a hacer Derecho. Solución: cursó simultáneamente las dos carreras y las terminó en tiempo récord.
Cuando por fin pudo ejercer como arquitecto, Carvajal destacó entre sus colegas, incluso entre sus 'hermanos mayores' (la generación que retomo el hilo de la arquitectura racionalista tras la Guerra Civil) por tener más información que nadie, por saber más de arquitectura contemporánea internacional. Vivió en Roma y en Nueva York, trabajó en proyectos en Teherán, en París, en Santiago de Chile... mucho antes de que los arquitectos españoles empezaran a estudiar inglés. Su trabajo estaba en la misma frecuencia que el de sus equivalentes europeos y 'retrataba' a una nueva burguesía más liberal que crecía con el desarrollismo. Y en parte por eso, a Carvajal se le consideró a veces el mejor de los 'arquitectos comerciales' españoles. Esa categoría no es muy clara ni muy defendible, pero de otros colegas con más proyección pública.
Su personaje, al mismo tiempo, era complicado. Durante el franquismo, alumnos y colaboradores tenían a Carvajal por un hombre del sistema pero razonablemente dialogante. Se había casado con la hija de García Valdecasas, uno de los fundadores de Falange, pero no desentonaba en una escuela y en un oficio que por entonces eran bastante apolíticos. Los mencionados De La Sota y Oíza, por ejemplo, convivían sin mayores problemas con el franquismo, a pesar de llevar un programa intelectual bastante moderno. Miguel Fisac era aún más conservador y aún más moderno, al mismo tiempo. Sin embargo, en los últimos años del franquismo y, sobre todo, a raíz del asesinato de Carrero Blanco, Carvajal se radicalizó en su conservadurismo. Por ejemplo, de la Escuela de Las Palmas de Gran Canaria, donde también fue profesor, salió entre denuncias cruzadas contra los profesores y alumnos militantes en los partidos de izquierdas. Y, en la Escuela de Barcelona, ocupó la plaza a la que había renunciado Oriol Bohigas por motivos políticos, desafiando al claustro y a los alumnos.
A Carvajal se le recuerda como un hombre vehemente, nervioso, lleno de energía y también de contradicciones, riguroso en su trabajo y eternamente inquieto. No del todo monolítico: las quejas contra su Torre de Valencia (que interfieren en la vista desde el Parque Retiro y desde la Puerta de Alcalá) le apenaban sinceramente, hasta la ternura, según quienes lo conocieron.
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