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Tomás Montero documentó gran variedad de temas, como accidentes, cultura popular, escuelas, ferrocarriles, moda, niños, pobreza, salud, tauromaquia, vendedores ambulantes, oficios, teatros, arquitectura, calles de la ciudad de México y desfiles, entre muchos más. Arriba, niños de la Beneficencia Infantil de Tacubaya, en septiembre 1949 (Foto: Archivo de Tomás Montero)
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iudad Juárez, Chihuahua. 24 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- A mediados de 2009, las nietas de uno de los fotorreporteros mexicanos más activos de mediados del siglo XX, Tomás Montero Torres, descubrieron un tesoro: el magnífico y amplio acervo de su abuelo. Se trata de una colección de más de 86 mil imágenes que plasma la historia social, cultural y política de México entre 1941 y 1969. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:
No obstante haber sido colaborador en esa época de publicaciones importantes como La Nación, Impacto, Mañana, Revista de América, Señal, Revista de Revistas, El Heraldo, El Universal y Excélsior, la obra de Montero Torres permaneció hasta hace cuatro años prácticamente desconocida.
Gracias al entusiasmo y dedicación de sus nietas, quienes han recibido el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), el archivo del fotógrafo comienza a ver la luz.
Se forma de verdaderas obras de arte e invaluables testimonios de temas, como accidentes, cultura popular, escuelas, ferrocarriles, moda, niños, pobreza, salud, tauromaquia, vendedores ambulantes, oficios, teatros, arquitectura, calles de la ciudad de México, desfiles, personajes de la farándula, de la política o de las bellas artes, entre una vasta y detallada clasificación.
La mayor parte de los negativos se encontraban muy bien resguardado en latas y sobres, perfectamente identificados, acompañados por una caja con hemerografía, credenciales de prensa y otros papeles personales, «que, la verdad, nos han ahorrado varias visitas a las bibliotecas para buscar información acerca de las imágenes que estamos difundiendo», señala Martha Montero, en entrevista con La Jornada.
También apareció un diario de apenas 17 páginas en las que Tomás narra sus peripecias como fotógrafo de prensa: «15 de junio de 1952. Entrevista al lic. José Vasconcelos, por Salvador Ferret, jefe de redacción de la revista Nuevo Mundo. 12 horas, Biblioteca México. Una andanada de descolones y frases con dinamita, fueron el recibimiento que el maestro Vasconcelos dio a nuestra presencia en su despacho particular de la Biblioteca México. ‘No estoy para entrevistas, ni quiero hacer declaraciones. ¿Usted qué se ha imaginado, –interpela a mi colega Ferret– que voy a escribirle su revista? ¡No señor! Si quiere saber cómo pienso ahí están mis libros. Léalos y después venga a entrevistarme y tome las fotografías que guste’».
Testigo de una era
Montero estudió artes plásticas en la Universidad Nacional de México. Nació en Morelia en 1913. A los 17 años se mudó a la ciudad de México. Estudió fotografía con Agustín Jiménez y Arturo González Ruiseco.
Fue agente viajero y representante de publicaciones de Editorial Polis. En 1938 abrió un despacho de dibujo con su amigo Manuel Montiel Blancas. Fue en 1941 cuando entró de lleno al periodismo, año en el que trabajó con Carlos Septién García con quien fundó la revista La Nación, del Partido Acción Nacional. En los primeros cinco años de esa publicación, el fotógrafo realizó cerca de 300 reportajes. Murió en 1969.
Pedro Infante grabando en su estudio, desfile con los integrantes del Escuadrón 201, inundaciones de la ciudad de México de los años 50, fiestas tradicionales rarámuris, el pintor Gerardo Murillo Dr. Atl pintando frente al volcán Paricutín, Valentín Campa en la cárcel de Lecumberri, acarreados a los mítines del presidente Miguel Alemán, son algunas de las series que conforman el archivo Montero.
«Un tema muy importante es el de la aviación civil, los expertos nos han dicho que ese archivo es inédito, data de los años 40 y un poco de los 60, incluye imágenes de todas las líneas aéreas de la época y de las personalidades que viajaban en avión. Como mi abuelo estudió artes plásticas, hacía trabajos de publicidad y diseño, además de la fotografía. Él hizo muchos de los logotipos de las líneas aéreas», explica Martha.
Añade que son cuatro nietas las que están involucradas en la difusión de este importante acervo visual. «De niños, mi papá y mis tíos ayudaban a revelar y a clasificar el material. Ahora hay muchas cosas que todavía no vemos porque todo lo que tenemos son los negativos, los cuales hemos ido reprografiando. En 2010, el Fonca nos dio una primera beca para contar cuántas imágenes conforman el acervo. Mi abuelo dejó un engargolado donde venían clasificadas unas 18 mil.
«Las cosas que él ya no acomodó venían en latas, en rollos. Cuando terminamos de contar todo, eran alrededor de 73 mil 500 imágenes. Tuvimos asesoría de la Fototeca Nacional y de Fundación Cultural Televisa para aprende a catalogar y a restaurar los negativos.»
La nieta de Tomás Montero añade que no tienen pensado donar el acervo a ninguna institución, porque «estuvo 40 años encerrado, guardado. Pensamos que lugares como el Archivo General de la Nación o la propia Fototeca a veces no tienen recursos, y si no hay un investigador que de verdad se interese en difundir este material pues estaría ahí otros 40 años encerrado. Nos corresponde a nosotras preservarlo y darlo a conocer, además, es como si estuviéramos platicando con el abuelo, quien murió cuando yo tenía tres años.»
Montero fue contemporáneo de legendarios fotorreporteros conocidos, como los hermanos Mayo. «Me puse en contacto con don Julio, quien vive en Atlixco. Me dio fotos de mi abuela con su esposa, de él y mi abuelo con Cantinflas, además de colegas; me platicó que compartían el mismo dolor de tener úlceras e intercambiaban remedios.»
Luego de la primera beca, limpiaron y digitalizaron 5 mil negativos. «Es una barbaridad, no sabíamos en lo que nos metíamos. Con ese primer material abrimos un blog en Internet (archivotomasmontero). El segundo año terminamos de contar los más de 86 mil negativos –todos tienen ya número de inventario– e iniciamos una base de datos. El propósito siempre ha sido rescatar y difundir. Si no se conocen las fotos, de nada sirve que estabilicemos los negativos y los pasemos a material de conservación.
«En 1949 mi abuelo participó en la primera exposición de fotografía que se presentó en el Palacio de Bellas Artes. No obstante, en esa época todavía no se consideraba la foto como arte. En una de las entrevistas que se hicieron a los expositores se señala que Tomás Montero fue de los primeros en trabajar fotografía a color.
«¿Imágenes acerca del 68? Quizás existan, pero aún no las hemos visto. Nos falta mucho trabajo por hacer», concluye Martha.
Una exposición con 100 fotos se presentó en 2011 en Morelia, Zamora y Guadalajara. Las nietas del artista de la lente también han ofrecido pláticas acerca del acervo en el Instituto Mora. Todo es apenas la punta de lanza del enorme legado de Tomás Montero, el cual aún depara a investigadores y público en general muchas sorpresas.
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