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viernes, enero 30, 2015

Artes Plásticas / España: Exponen «Entre las formas» de Eduardo Chillida

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Chillida visto por Alberto Schommer. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de enero de 2015. (RanchoNEWS).- El cosmos en la forma. En la esencia del espacio, en la tensión entre líneas y curvas, se explica la obra de Eduardo Chillida. Una obra que nace del puño, de una fuerza casi tectónica,y de la letra, de esas preguntas abstractas, existenciales, que constantemente se lanzaba el artista. El Chillida más íntimo, el que moldeaba con sus propias manos delicadísimas piezas de cerámica que jamás expuso, se revela en la exposición Entre las formas, organizada por su hijo Ignacio en Roca Gallery Barcelona. Reporta desde Barcelona para El Mundo Vanessa Graell.

Una muestra que descubre cómo antes del frío hierro y del monumental hormigón está la sutileza de la cerámica, la calidez de la terracota, la estética de la tinta... Porque tras los icónicos Elogio del Horizonte de Gijón o El Peine del Viento de San Sebastián, el gesto de Chillida ya se adivina en sus manuscritos, en los libros que ilustró y en las esculturas de bolsillo -piezas intuitivas de colores suaves, de tierra, granito o cerámica beige-.

Entre las formas es una muestra exquisita, de pequeño formato, un prólogo para adentrarse en la creación de Chillida a través de sus mini esculturas, divertimentos u objetos de carácter familiar, como las manos de apenas 15 centímetros o un singular autorretrato en tierra chamiza. «El objetivo no era traer obra de Chillida, sino hablar de su esencia: las formas. Aquí se ve cómo las esculturas monumentales y las piezas de menor tamaño están dotadas de un mismo espíritu», explica su hijo Ignacio, que ya descubrió en Madrid al Chillida ilustrador en el Museo ABC.

Esta vez, rescata al Chillida más íntimo a través de cartas y postales (homenajes a Miró, Rothko o Tàpies que son auténticos poemas visuales), logotipos (para la Universidad del País Vasco, KutxaBank, la Cruz Roja, etc.), el libro de artista que realizó con Heidegger (en el que ambos plasmaron su preocupación metafísica por el espacio) y sus propios escritos (aforismos, pensamientos filosóficos, preguntas...). «Las porcelanas son muy curiosas. No se ven nunca. Chillida jamás quiso exponerlas. Eran demasiado perfectas y bonitas...», apunta Ignacio. Esa belleza depurada, blanca, era sólo para su propia contemplación.

Entre las formas rescata una maqueta del último sueño de Chillida, un proyecto escultórico en la montaña de Tindaya, en la isla de Fuerteventura. Chillida descubrió la montaña sagrada a principios de los 90: un lugar de culto para los aborígenes (los majos), que esculpieron sobre ella más de 300 grabados con formas de pie o podomorfos de los que se ignora su significado. La magia del lugar le fascinó y dibujó un vacío en el interior de la montaña:un espacio de 50 metros cuadrados dentro de la piedra, con dos aperturas al cielo para la luz. Una especie de templo natural, escavado dentro de la roca. «Quizás la escultura, ese espacio amplio y profundo, accesible a la luz del sol y a la luna, lugar de encuentro de los hombres pueda llegar al corazón de la montaña sagrada de Tindaya», escribió Chillida ante la agria polémica que suscitó la obra, sobre todo entre los grupos ecologistas.

«Mi padre quería salvar la montaña y preservar los grabados, para él era un lugar muy especial. Pero le cayeron palos por todas partes, algunos le presentaron como un loco, un personaje mesiánico que quería vaciar una montaña... Pero se realizaron muchos estudios geológicos que demostraron que su proyecto era factible:es un pequeño agujero en comparación con el volumen de la montaña. Hoy, el gobierno canario está comprometido con el proyecto, el único impedimiento es el económico», lamenta Ignacio, quien se muestra convencido de que, algún día, la escultura de Tindaya -que aúna conceptos metafísicos como vacío, lleno y espacio interior- será una realidad. La misma que Chillida proyectó: sin hoteles ni superficies comerciales, tan sólo un espacio vacío inundado por luz en el interior de Tindaya.

El hijo de Chillida recuerda que todas sus obras estuvieron envueltas en polémicas, incluso las que hoy se han convertido en símbolos. «Al Elogio del Horizonte llegaron a llamarlo el wáter de King Kong o Eulogio», recuerda con una sonrisa. Sin embargo, las 40 esculturas públicas de Chillida repartidas por el mundo son su mejor testimonio. Pero el auténtico legado del escultor está en Chillida Leku, el museo con jardines y bosques que él mismo proyectó en un caserío vasco. Por problemas económicos el museo, sostenido por los descendientes, cerró sus puertas en 2011.

Sin embargo, el año pasado registró 6.000 visitantes. «Hemos recibido ofertas para trasladarlo a Barcelona e incluso a Alemania. Pero eso no tendría sentido. No sería el mismo museo. También algunas empresas han intentado comprarlo, pero no es cuestión de negocio. Queremos preservar el museo tal y como lo ideó nuestro padre», reconoce Ignacio. Y es ahí, entre los verdes valles de Hernani, donde permanecen inalterables las formas de Chillida.




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