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Randerson Romualdo Cordeiro, 2008 (Foto: Kehinde Wiley)
C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de mayo de 2015. (RanchoNEWS).- En el Museo de Brooklyn, de Nueva York, su rostro desafiante de adolescente con el pelo teñido de rubio, gorra hacia atrás y fondo de flores, vale 35.000 euros. En la favela de Vidigal, en Rio de Janeiro, mientras tanto, la vida sigue más bien apretada para Randerson Silva, que nunca se imaginó que de aquella pintura que el artista norteamericano Kehinde Wiley realizó tras pagarle 50 euros por posar, saldría ocho años después como una cotizada obra de arte que se expone en una sala contigua a exposiciones de Degas y Rothko. Reporta desde Río de Janeiro Edgar Costa para El Mundo.
«Sabía que mi nombre aparecería en la obra y tal, pero estoy un poco triste porque el artista no contactó conmigo ni una sola vez después», confiesa Randerson, ya con 22 años y, como tantos otros jóvenes de favela, con la mirada provocadora de la adolescencia ya apaciguada con varios años de trabajo, en su caso como reparador de teléfonos móviles. Randerson gana unos 400 euros al mes y se le van más de 150 en pagar el alquiler en una favela, la de Vidigal, en proceso de gentrificación y convertida en atractivo turístico e inmobiliario gracias a unas vistas únicas de Rio y del mar. Para comprar el retrato en el que aparece su rostro, tendría que trabajar 20 años. Con el sueldo de un mes, apenas conseguiría pagar las reproducciones que la FIFA vendió durante el Mundial a unos 300 euros cada una.
«Hubo un poco de mala fe en el hecho de no haber dejado ningún contrato firmado con mi madre ni nada así, de la misma forma que el hecho de no haber vuelto a contactar conmigo», lamenta Randerson, que relata cómo fue el encuentro: «Yo estaba con mi pelo amarillo, mi gorra hacia atrás, y la traductora del artista me abordó diciéndome que me consideraban guapo y diferente. Le dije que era menor y entonces convenció a mi madre para que diera la autorización. Fue una buena experiencia, divertida, pero me quedé espantado cuando supe el valor por el que está siendo vendida la obra».
El corresponsal de Folha de Sao Paulo en Nueva York le buscó en Facebook y le dio la información antes de hacerle una entrevista que en pocos días fue imitada por varios medios de comunicación local. Llegó a ser portada del diario Extra, uno de los más vendidos en Rio de Janeiro. «Bueno, sí que me llega un poco de fama ahora, porque antes nadie me había reconocido», dice. Si se vuelve a dar de cara con un artista, cuenta, «me informaré de quién es e intentaré hacerlo todo de la manera correcta, con contrato y todo eso», avisa.
Randerson se aventura incluso a hacer una recomendación artística al pintor: «Debería de retratar un poco mejor las dificultades que viven estos jóvenes». Se refiere a los jóvenes afroamericanos anónimos que Kehinde Wiley retrata con fondos coloridos y pompa de realeza, adaptando obras clásicas de la pintura universal a la actualidad afroamericana, retratando tanto a personajes de periferia como de negros famosos como Michael Jackson o Samuel Eto'o.
En su día, el artista Wiley dijo a Los Ángeles Times que creía que pagar 100 dólares por hora «es el estándar» para su equipo. «Pero a veces es difícil acertar con un precio que no cambie la química con el lugar. Recuerdo que en Brasil, en las favelas, la gente escuchó que había un loco americano pagando dinero para tomar sus fotos. Empezaron a aparecer en masa allí donde estábamos», recuerda.
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