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El telón pintado por Pablo Picasso en 1919 para el ballet El sombrero de tres picos. (Foto: Glenn Castellano)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- De seis metros de alto y mostrando en primer plano a unos espectadores «dieciochescos» en una plaza de toros, el telón de boca que Serge Diaghilev encargó en 1919 al pintor para el ballet El sombrero de tres picos, de Leonide Massine y Manuel de Falla, se exhibe desde mayo en la New York Historical Society, donde este otoño protagonizará una nueva exposición, Detrás del telón de Picasso. Una nota de Cristina Marinero para El Mundo.
Contemplarlo en este bello museo de Central Park West es una emocionante impresión, sobre todo si se admira todo lo creado por los Ballets Rusos. Estar ante la pintura original que formó parte del estreno de El sombrero de tres picos hace casi un siglo es un momento único para todo amante de la danza y se podrá visitar durante los próximos dos años, ya que la Historical Society confirma que estará en exhibición, mínimo, hasta 2017.
Este final feliz para la considerada como la obra más grande de Picasso en Estados Unidos, colgada en The Four Seasons desde su inauguración en 1959, ha estado precedido, sin embargo, por situaciones de película y su historia se anticipa al gran cambio que sufrirá el restaurante el próximo año.
El propietario del edificio Seagram donde se encuentra The Four Seasons, el empresario inmobiliario Aby J. Rosen, quiso descolgarlo en febrero de 2014, aludiendo a reparaciones de la pared, acto que podría haberlo arruinado y que la New York Landmarks Conservancy, entidad no gubernamental dedicada desde 1973 a preservar y reutilizar los edificios de infraestructura más significativos de Nueva York, logró parar. Pero, tal y como el New York Times escribió entonces, el problema era más bien que a Rosen no le gustaba este Picasso. El archimillonario alemán afincado en la Gran Manzana, presidente, además, del New York State Council of the Arts, atesora una gran colección de obras de arte contemporáneo y parece ser que ya tenía pensado cuál de ellas podría ocupar el lugar del telón.
El principal detalle para que se desencadenara esta situación es que aunque The Four Seasons tiene protección como patrimonio de Nueva York, desde 1989, por encontrarse en el Seagran, edificio proyectado por los históricos arquitectos Mies van der Rohe y Philip Johnson, el telón de Picasso no se incluyó en esa designación, ya que su propiedad estaba separada del restaurante y, además, era un elemento movible. En junio de 2014, Rosen llegó a un acuerdo con la entidad conservacionista por el que el Picasso se trasladaría a la Historical Society, poniendo fin así a «L'Affaire Tricorne», como denominó el New York Times a todo el proceso, ya que el título original de El sombrero de tres picos es ése, Le Tricorne.
El Four Seasons también cambia
Este verano se ha anunciado, por otro lado, que el dueño del edificio ha puesto fecha final al alquiler del espacio a los dueños de la marca del restaurante, Alex von Bidder y Julian Niccolini. En julio de 2016, The Four Seasons tendrán que abandonar el edificio Seagram, tras 57 años sirviendo almuerzos en Park Avenue a poderosos, ricos y famosos, desde John F. Kennedy a Obama y todo aquél que haya hecho historia en el mundo de las finanzas, la política o el arte de las últimas décadas.
El magnífico telón ahora a salvo tiene más historia aún, pues fue la razón por la que Diaghilev encargó a Manuel de Falla una obertura adicional a su partitura, compuesta ésta según las indicaciones que como expertos en danza le daban Diaghilev y Massine, quienes quisieron hacer un ballet de estilo español tras entusiasmarse por nuestro país desde 1916, cuando vinieron por primera vez aprovechando su neutralidad en la I Guerra Mundial.
El fundador de los Ballets Rusos quiso más música para que el público pudiese admirar la magnífica pintura de Picasso, su colaborador desde 1917, cuando diseñó el ballet cubista Parade y por lo que conoció a la bailarina Olga Koklova, su primera esposa y madre de su primer hijo, Pablo. El genio realizaría Pulcinella (1920) y Cuadro flamenco (1921) también con Diaghilev, quien, necesitado de dinero, vendió el telón por partes, en 1928, un año antes de su prematura muerte. En 1957, la hija del dueño de Seagram, Phillys Lambert, compró el telón después de que hubiese pasado por diferentes coleccionistas en las tres décadas anteriores y lo colgó en el que ha sido su hogar durante 55 años.
El asunto hoy solucionado, se remonta al año 2000. El grupo Vivendi, tras adquirir entonces una parte de la famosa empresa de licores Seagram, donó en 2005 la obra de Picasso a la New York Landmarks Conservancy, cuya labor es precisamente que los emblemas arquitectónicos o artísticos de la ciudad permanezcan en sus ubicación o forma original, por lo que siguió en The Four Seasons y sucedió lo explicado. Con la donación de la obra a la New York Historical Society, el año pasado, ha sido la comisaria artística de esta entidad, Roberta J. M. Olson, quien ha liderado el proceso de traslado.
«Después de muchos estudios y análisis de la logística y de los informes previos», nos explica Olson, «un equipo de expertos en obras tan monumentales y delicadas como ésta procedieron a retirarlo del restaurante The Four Seasons. Enrollado en un gran tubo para estabilizarlo, se transportó a Massachusetts, para más análisis y conservación en el Williamstown Art Conservation Center, uno de los mejores en ese terreno. La témpera del lienzo había envejecido bien, por lo que sólo necesitó limpieza. Llegó a la New York Historical Society el 17 de mayo pasado en un camión enorme. Una gran grúa lo extrajo y lo introdujo en nuestro edificio a través de las ventanas del segundo piso. Este teatral [muy apropiado, por otra parte] proceso, incluyó desenrrollarlo y colgarlo, como se puede ver en el video a cámara rápida en nuestra web».
Durante estos meses, la obra de Picasso es la protagonista de una exhibición que le da la bienvenida relacionándola con otras piezas de carácter español, teatral o balletístico que ya estaban en los fondos de la entidad histórica. «Pero la exposición que se inaugurará este otoño será muy diferente», nos cuenta Roberta J.M. Olson. "Se titula Detrás del telón de Picasso y mostrará, además de la evolución que tuvo el telón, los bocetos de Picasso, a sus creadores y a los Ballets Rusos».
La coreografía de Massine para El sombrero de tres picos, todavía hoy en el repertorio de compañías como el Ballet de la Ópera de París, se debe calificar como «de inspiración española», que no ballet español, ya que el lenguaje de Massine no era el de nuestra danza. Eso sí, sirvió de impulso a la pionera Antonia Mercé para iniciar el verdadero ballet español con El amor brujo, en 1925, convertido como tal por Falla tras su experiencia compositiva con El sombrero de tres picos y todo el ballet que pudo ver con los rusos. Antonio Ruiz Soler realizó en 1953 su propia versión para su compañía, siguiendo la estructura de Massine, pero ya con el lenguaje de la danza española, coreografía que marcó un antes y un después para la obra y que repondrá el Ballet Nacional en 2016 con los diseños de Picasso.
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