Murales en la zona de galerías en Wynwood, Miami. (Foto: Chip Litherland)
C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de septiembre de 2018. (RanchoNEWS).- «En Nueva York el español es un idioma de cocina, mientras que en Miami es una lengua de poder», me dice Pedro Medina mientras recorremos en su coche el Biscayne Boulevard. Tras leer Varsovia, una novela sucia, poblada por putas y policías de Miami Beach, me esperaba a un tipo rudo y tatuado a lomos de una Harley Davidson: en su lugar ha aparecido un peruano de 41 años que ha pasado aquí la mayor parte de su vida adulta, gafas de sol, polo negro, a bordo de un Volkswagen Jetta gris. En esta ciudad sin peatones, es lógico que la entrevista sea a 50 kilómetros por hora.
«Miami es una vaina que cambia todo el tiempo», afirma. Por eso no es raro lo que ocurrió con Miami Vice en los años ochenta. La serie de Michael Mann se inventó con su vestuario, sus efectos visuales y su banda sonora new wave y techno una metrópolis que no existía «pero con el tiempo la realidad se acabó pareciendo a la de la serie».
El texto de Jorge Carrión es publicado por The New York Times
REGRESAR A LA REVISTA