Julio Castillo. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de septiembre de 2018. (RanchoNEWS).- Creo que no tenemos palabras suficientes para expresar la admiración que a treinta años de tu muerte, aún seguimos profesando. Porque tú, Julio Castillo, al irte de este mundo el 19 de septiembre de 1988, a los 44 años (¡Dios, qué joven!) nos dejaste un legado maravilloso: el de tu talento traducido en obras de las que no hemos podido dejar de hablar porque con ellas se cerró un ciclo importantísimo y vital en la historia del teatro mexicano: …de la calle, ¡De película! y Dulces compañías, las que —dije en un artículo que te dediqué por aquellos tristes días de tu recién partida— constituyeron aquello que para Pier Paolo Pasolini fue su Trilogía de la vida: la exposición desnuda, descarnada, contundente y poéticamente espiritual del paso de un artista por la tierra. Y eso fueron tus tres últimas obras; eso que nos convulsionaba en nuestras butacas; esa violencia, esa crueldad que te había hecho hombre junto a muchos compañeros tuyos, que lo fueron también de tu generación, y que construyeron castillos en el aire de la libertad, de la evolución y revolución de los lenguajes escénicos, de la reconquista del público hacia lo más esencial y genuino del arte teatral: la verdad.
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