Una monja custodia a dos niños en un orfanato de Nueva York. (Foto: Carl Mydans)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de agosto de 2018. (RanchoNEWS).- Por mi naturaleza escorpiónica y por los prejuicios que manifiesto —como es natural— cada vez que escribo una reseña, me habría gustado llevarle la contraria a The New York Times, The Washington Post, Time, The Wall Street Journal, NPR y Kirkus, para afirmar con rotundidad que La novena hora, de Alice McDermott, no es una de las mejores novelas de 2017. Soy incapaz. Porque si su novela anterior (Alguien) ya me conmovió mucho, en La novena hora McDermott, escribiendo una novela de monjas y mujeres criadas entre monjas, apela precisamente a nuestras ideas preconcebidas y resignifica palabras. Es decir, hace lo mejor que puede hacer un texto literario. Pese a que la acción se sitúe en Brooklyn a principios del siglo XX, la escritura adquiere sentido en una contemporaneidad que se mueve entre el funesto poder de Trump, representante del gran hombre blanco, individualista, machista, liberal y protestante, y el no menos infausto recuerdo de un catolicismo, intrínsecamente patológico desde una perspectiva sexual, que oculta violaciones de niños tal como se cuenta en Spotlight.
Desde la conciencia de moverse en un campo literario que oscila entre los extremos radicales de esa horquilla, McDermott presenta una novela delicada sobre mujeres que cuidan, asisten y templan las precariedades en una sociedad enferma, huérfana, desigual. Son monjas que, como la hermana Lucy—personaje riquísimo, complejo, contradictorio—, actúan sobre el dolor de las mujeres y reflexionan sobre la debilidad como excusa para no parir, a la vez que se preocupan por esas otras mujeres que tienen más hijos de la cuenta y, sin quejarse, son reproductivamente explotadas por sus maridos. Mientras tanto, guapos adolescentes atan a sus hermanas a la pata de la cama porque no se portan bien. Son maravillosas las páginas en las que Anne, madre de Sally, lleva a cabo las tareas domésticas: quienes leemos podemos ver que estas actividades son trabajo. Hay una faceta épica en la mal entendida intrascendencia de lo doméstico que debería ser puesta de relieve en estos libros que ahora intentamos escribir desde un punto de vista femenino para repensar nociones como costumbrismo, pequeño, dentro, gran ballena blanca, relato…
La reseña de Marta Sanz la publica el suplemento Babelia de El País
REGRESAR A LA REVISTA