Haruki Murakami. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de octubre de 2018. (RanchoNEWS).- Un pintor retratista de mediana edad se separa de su mujer, coge su viejo coche y se va a viajar por el norte de Honshu, la isla principal nipona, hasta que un amigo le deja instalarse en la casa que su padre, también pintor y de éxito, ha dejado por una residencia de mayores. Esta es la premisa inicial de la última novela de Haruki Murakami. Un divorcio, en definitiva, que abre una grieta en la vida del protagonista que no dejará de explorar.
De forma cristalina, el libro es un homenaje a El gran Gatsby, la novela de Scott Fitzgerald tan querida por Murakami. En su ensayo, «Como traductor y como novelista», el autor analiza su trabajo como traductor de esa novela y lo equipara, en parte, al de novelista. Murakami había decidido llevar a cabo esa traducción con sesenta años, porque sentía que se necesitaba una sabiduría literaria difícil de tener siendo más joven. En realidad, la acabó 4 años más tarde de lo que pensaba, pero ha declarado varias veces que hacerlo fue un hito en su vida. En el mismo ensayo citado, Murakami declara que las tres novelas que más le han impresionado en su vida fueron El gran Gatsby, Los hermanos Karamazov y El largo adiós, pero si tuviera que elegir solo una, sería la primera.
José Pazó Espinosa escribe para el Imparcial la publicación es de Siempre!
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