Rancho Las Voces: Cine / «Mandy» de Panos Cosmatos
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

sábado, octubre 27, 2018

Cine / «Mandy» de Panos Cosmatos

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«Cosmatos hace muy notable su intención de exponer la fragilidad del deseo». (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de octubre de 2018. (RanchoNEWS).- Algo hay en el aire en estos tiempos en que el fascismo vuelve a emanar su podredumbre por el mundo que parece haber despertado a los monstruos que dormitaban, probablemente desde la muerte de Mario Bava en 1980. El cine de horror nunca se ha ido: siempre está presente, como un espejo turbio de nuestras inseguridades, pero cierta clase de cintas grotescas, fascinantes por sus excesos visuales, extraordinariamente sangrientas y chocarreramente crueles, cayeron del favor de los fanáticos cuando el giallo palideció y perdió su capacidad de estremecer en los años ochenta. El giallo era la respuesta italiana al slasher y se caracterizaba por su carga erótica, sadomasoquista y de abundante gore, con una profunda obsesión de crear imágenes memorables, aun a costa de la lógica narrativa. La nueva cinta de Panos Cosmatos, Mandy, es un delirio sanguinario y alucinante que encaja en (o quizás celebra a) esta corriente, y se beneficia de la actuación de Nicholas Cage en un papel extremo que interpreta con una tensión y agudeza que va de la desesperación absoluta al ridículo estruendoso («¡Esa era mi camisa favorita!»).

En 1983 D. C., era de Ronald Reagan («Hay un nuevo despertar espiritual en América… la mayoría desaprueba la pornografía y el aborto», dice el expresidente por la radio), Red Miller (Cage) trabaja como leñador en un lugar remoto, The Shadow Mountains, donde vive con su pareja Mandy (Andrea Riseborough) en una cabaña de vidrio. Desde los primeros segundos del filme se escucha el sonido de los frippertronics de la guitarra de Robert Fripp y comienza la pieza Starless (del disco Red, 1974), de King Crimson. Con los créditos en color carmesí sobrevolamos un denso bosque. A partir de ese inicio absolutamente fascinante y sublime arranca una historia en apariencia simple que cuenta un crimen atroz y una venganza épica. Sin embargo, ese es tan sólo el lienzo de una compleja y frenética composición estética, moral y mítica. Mandy, quien trabaja como cajera en una pequeña tienda de pueblo, tiene la mala suerte de ser vista en un camino rural por Jeremiah Sand (Linus Roache), líder de la secta The Children of the New Dawn, una especie de Charles Manson que se hace acompañar por un puñado de malvivientes crueles y devotos. Jeremiah se obsesiona con Mandy y ordena que se la lleven para incorporarla a su culto, como otra esclava sexual. Hay señales por todos lados para mostrar que ella es posiblemente una exgroupie que se ha alejado del mundo y Red, un exalcohólico (¿quién esconde el vodka en el gabinete del baño?) con un pasado violento. Cosmatos incluye una toma aérea de un lago imposiblemente azul eléctrico en el que Red y Mandy pasean en bote y que se funde en las flamas de una hoguera, en anticipación de la violencia que destruirá su paz.

Una reseña de para el suplemento El Cultural de La Razón



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