Momento del ballet. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1° de octubre de 2018. (RanchoNEWS/jmv).- La seductora Carmen, el rebelde personaje ideado por Merimée en su novela, que inspirara a Bizet en una gran ópera, y que luego, el coreógrafo cubano Alberto Alonso convirtiera en danza-drama para el Ballet Bolshoi de Moscú a instancias de su principal estrella, Maya Plisetskaya (1967), su marido Rodion Shchedrin hizo la adaptación de la suite basada en el original de Bizet, fue representado hoy por el Ballet de la UACJ y la Orquesta Esperanza Azteca.
Las dos agrupaciones dirigidas por Maru Becerra y Jové García, son de talentos juveniles, cuentan de 13 a 20 años en las dos y no es la primera vez que representan Carmen Suite como se titula el ballet, en febrero de este año ya lo habían presentado.
Ambas agrupaciones también coinciden en las horas de ensayo que son de 5 horas y lo complejo de poder ensayar juntos por falta de espacios aun así tuvieron un ensayo previo a esta presentación.
Catorce bailarines en escena y cincuenta músicos recrearon la historia de «Carmen» ambientada en Sevilla (España) alrededor de 1820, y la protagoniza una bella gitana de temperamento fiero. Carmen, libre con su amor, seduce al cabo don José, un soldado inexperto. La relación de Carmen con el cabo motiva que éste rechace su anterior amor, se amotine contra su superior y como desertor se una a un grupo de contrabandistas. Finalmente, cuando ella vuelca su amor en el torero Escamillo, los celos impulsan a don José a asesinarla.
Rodion Shchedrin recuerda en una entrevista de Luis G. Ibern para El Cultural en el 2004: «La historia de la Carmen Suite es curiosa. Maya le pidió a Alberto Alonso, el coreógrafo cubano marido de Alicia, una obra. Cuando visitamos, libreto en mano, a Shostakovich en su dacha pidiéndole que hiciera la adaptación, éste dijo que no porque tenía miedo a Bizet. Maya se lo pidió también a Jachaturian que tampoco quiso. No me quedó más remedio que enfrascarme en el proyecto. En veinte días la acabé. La obra, para cuerdas y percusión, es técnicamente muy difícil, pero contábamos con la Orquesta del Bolshoi, que por aquel entonces era un conjunto increíble. El estreno, sin embargo, fue un escándalo. Se me dijo que, poco menos, había destruido la música de Bizet.
Interviene, en este momento, su esposa Maya Plitsetkaya: “Sin embargo, como ha demostrado el tiempo, la partitura es genial. Si Bizet la hubiera oído, seguro que le habría gustado. Los críticos sólo se acuerdan de las cosas malas”.»
Del estreno en Moscú (abril 20 de 1967), Alberto recuerda el primer gran silencio con que el público acogió la cortina final, para después explotar en gritos y aplausos a los intérpretes. La ovación fue tal, que obligaron al coreógrafo a salir al proscenio a saludar una docena de veces. Meses más tarde, el 11 de agosto de ese mismo año, la obra se estrenó en La Habana.
Vimos talento en desarrollo llevados por buen camino por sus respectivos directores, e hicieron frente al reto del gran teatro Víctor Hugo Rascón Banda y ahora en pleno FICH.
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