Ricardo Piglia. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de octubre de 2018. (RanchoNEWS).- En un pasaje de Blanco nocturno, un personaje le advierte a Emilio Renzi —periodista que cubre las investigaciones de un asesinato sangriento en un pueblo perdido de la pampa— que acabará escribiendo los casos del comisario Croce, el encargado de la investigación. «No estaría mal», responde Renzi, con coquetería. Al publicar Los casos del comisario Croce, Ricardo Piglia, trasunto en la realidad de Emilio Renzi, convirtió la amenaza proferida por el personaje de una novela en una profecía cumplida fuera de ella. Pero si en Blanco nocturno la figura de Renzi, a fuerza de digresiones y sugerentes teorías sobre el crimen, la política y la literatura, termina opacando la clásica investigación del comisario, en estos doce cuentos de Los casos del comisario Croce sucede lo contrario. Croce es el protagonista absoluto, y Renzi, en uno de ellos («El Tigre»), se limita a darle refugio, escucharlo y verlo partir. Aunque eso sí: Croce ya tiene algo de Renzi, lo que significa que utiliza la literatura no para interpretar la realidad, como haría un crítico literario con complejo de sociólogo, sino para enriquecerla, ensancharla y, en último término, (re)crearla.
Esto no significa que el comisario, como Renzi, esté enfermo de literatura y viva como si no existiera nada más. Croce tampoco va por la vida —en su caso, por la pampa— confirmando que la realidad ya se encuentra contenida en los libros y que el mundo es una extensa nota al pie de página de una exhaustiva historia de la literatura. A Croce no le interesan la erudición ni la crítica (en «La conferencia», cuando asiste obligado a una charla ni más ni menos que de Borges, termina cabeceando); su apego, o más bien, su dependencia a la literatura es más primitiva: se reduce al viejo e instintivo arte de narrar. De hecho, su particular método de investigación, basado, según sus propias palabras, en el coraje, la intuición y el pálpito, consiste en contar(se) historias.
El texto de Federico Guzmán Rubio lo publica el suplemento El Cultural de La Razón
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