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domingo, octubre 24, 2021

Textos / «(1937-2021) Felipe Cazals El irreductible» por Sergio Huidobro

Portada de La Jornada Semanal. (Foto: La Jornada Semanal)

C iudad Juárez, Chihuahua. 24 de octubre de 2021. (RanchoNEWS).- En fantasma recorre el cine de Felipe Cazals (1937-2021), el fantasma de un enigma pendiente: ¿cuándo empezó la modernidad para el cine –para el arte– mexicano? Si lo moderno en una sociedad implica el desmontaje crítico de las formas tradicionales de pasados idealizados o narrativas oficiales, entonces el cine hecho en México maduró cuatro veces antes de dinamitar por completo su muralla estética de tunas y magueyes. La primera en el quiebre postrevolucionario de Fernando de Fuentes que abarca El prisionero 13 (1933), El compadre Mendoza (1934) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1936); la segunda en Los olvidados (1950) y la migración desarraigada del Ojitos desde el campo reseco hasta la periferia lumpen de Nonoalco; la tercera en los cuarenta y dos minutos vociferantes de La fórmula secreta (1965) y la última, definitiva, en la mirada de Felipe Cazals, sembrada en Francia pero enraizada en las convulsiones mexicanas del siglo xx, desde el desmoronamiento porfirista hasta futuros imaginarios con pestes apocalípticas.

En los menos de dos años transcurridos entre los estrenos en ráfaga de Canoa (1975), El apando (1976) y Las poquianchis (1976) en festivales internacionales y en las Muestras Internacionales del cine Roble, el cine mexicano cuajó cimientos firmes para ser, al fin, contemporáneo del mundo de una vez y para siempre. Quizá sin el peso central de Canoa, el peso del díptico restante se hubiera atenuado entre otras cintas que, en la misma época, buscaban desmitificar el pasado oficialista y el imaginario rural con la misma potencia, como El principio (1973), de Gonzalo Martínez, Cananea (1978), de Marcela Fernández Violante, La casa del sur (1975), de Sergio Olhovich o La casta divina (1977), de Julián Pastor. Era la primera generación de cineastas formados en aulas antes que en rodajes, y también la primera que había aprendido a hacer política fuera del partido y del Estado.

El texto de Sergio Huidobro para La Jornada Semanal