C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de octubre de 2021. (RanchoNEWS).- No escribiré acerca de la enfermedad y la salud desde un punto vista médico, clínico o positivo, porque a pesar de no ser un experto ni mucho menos, creo que el arte de curar no es propiamente un privilegio de la técnica, aunque sí tendría que considerarse como una ciencia que se aproxima a la filosofía con el propósito de no errar demasiado en su saber o en sus conceptos. La enfermedad es una perturbación de la salud la cual, como sabemos, es silenciosa y se encuentra siempre a punto de perderse. La salud es una ilusión a la que se tiene derecho, aun más después de ser testigo del envejecimiento o de la miseria moral que sufren los enfermos atosigados de dolor y resentimiento.
La conciencia de ser vulnerable es necesaria para tomarle el pulso a la vida, pero aquel que desea la enfermedad es un temerario, uno que ama demasiado la vida hasta el grado de querer sentirla roer sus órganos y someterlo a dolores inéditos o estimulantes. El dolor no tiene una relación directa o incondicional con la muerte, además de que se trata de dos hechos distintos, pese a que la segunda no puede ser experimentada por quien ha dejado de vivir. Uno sabe de la muerte porque nace a su lado, pero sobre todo porque la observa trabajar arduamente a su alrededor en la humanidad de otros: son siempre otros los que mueren ya que nosotros no podemos ser testigos de la nuestra.
El texto de Guillermo Fadanelli lo publica el suplemento El Cultural de La Razón