C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de octubre de 2021. (RanchoNEWS).- Este año celebramos el centenario del así llamado Renacimiento Mexicano, que arrancó justo en el primer año del gobierno del general Álvaro Obregón en 1921, y se prolongó hasta el año posterior a su muerte, en 1929. Años dramáticos, sin duda, llenos de efervescencia revolucionaria que inspiraron un viraje radical y rotundo en las formas de entender el arte nacional, su producción, difusión, enseñanza y función social en un país prácticamente analfabeta que salía de una década desastrosa de guerra civil.
Alejándose de la tradición academicista del arte proeuropeo, que se enseñó a lo largo del siglo XIX en la Academia de San Carlos, después Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), el nuevo giro apeló al rescate de las tradiciones indígenas de producción artística que sobrevivían y eran notorias en la riqueza decorativa, diversidad y originalidad de las artes populares, que fue como entonces se empezó a llamar a las artesanías. Y también, en motivar e inspirar la producción de un arte moderno útil en la representación del nuevo tiempo mexicano, ya de forma trágica (Orozco) o épica (Siqueiros), o como narrativa gráfica (Rivera), pero siempre figurativo, en formato público y monumental y con el inevitable mecenazgo del estado.
El texto de Jorge Morales Moreno lo publica El Heraldo de México