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domingo, marzo 30, 2014

Noticias / México: Le Clézio participa en la celebración de Octavio Paz

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Octavio Paz «era un mentor no sólo para México, sino para el mundo», afirmó el premio Nobel Jean-Marie Gustave Le Clézio durante una conferencia magistral ofrecida en la Biblioteca de México de la Ciudadela, con motivo del centenario del natalicio del autor de Piedra de sol, que se cumple mañana. Agregó que la poesía no es un lujo, sino una absoluta necesidad.  (Foto: Guillermo Sologuren)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de marzo de 2014. (RanchoNEWS).- Encontrar a Octavio Paz, dice el premio Nobel de Literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio, «fue uno de estos momentos privilegiados, porque el Nobel y su esposa tenían este calor humano que podía hacer olvidar a uno la diferencia, no sólo de edad, sino de saberes también. Era un mentor no sólo para México o para mí, sino para el mundo, por su percepción de éste, por su originalidad. Podía ver al mundo sin los anteojos que falsifican la vista, lo veía como era, pero a la vez con compasión, interés y emoción muy sinceros». Una nota de Ericka Montaño Garfias para La Jornada:

Le Clézio ofreció este sábado una conferencia magistral en la Biblioteca de México en la Ciudadela, donde este lunes se inaugura la exposición Octavio Paz: de la palabra a la mirada, montada originalmente en 1998 con libros del autor de El laberinto de la soledad ilustrados por artistas nacionales y extranjeros y a la que se suman las primeras ediciones de todos sus obras en castellano. La muestra se abrirá al público el martes.

Ahí en la biblioteca, que Le Clézio conoció mucho antes de su modernización, el escritor leyó su discurso titulado Octavio Paz, aventurero. Habló del primer encuentro que tuvo con Paz en los libros que encontró en la biblioteca privada del poeta José Luis Martínez, entre cuyos volúmenes estaban los de Alí Chumacero, Gilberto Owen, Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia y Jorge Cuesta. «De todos con los que me encontré, el más auténtico, profuso y audaz fue, natural y fatalmente, Octavio Paz.

«Él era un claro hijo del surrealismo y de las grandes novelas de la literatura prerrevolucionaria, como Los bandidos de Río Frío, y un aficionado a la obra mayor de Fuentes, La región más transparente, pero su autonomía literaria me convenció de inmediato.

«Paz es más bien el producto de un conjunto de fuerzas compuesto por el escepticismo de Góngora, la ola popular de Posada, la locura destructora de Cuesta y, a la vez, la sabiduría de los grandes historiadores mexicanos, de Mendieta a Cosío Villegas».

Leer a Octavio Paz como poeta en la biblioteca de José Luis Martínez «fue un encanto comparable a la lectura de los antiguos cantares de los aztecas: una palabra ligera, fluctuante, emocionante, rítmica, llena de magia y de fantasmas, que me introdujo a la versatilidad y a la imaginación del pueblo mexicano no hablo de exotismo ni de lo pintoresco, esas fallas son tan ajenas a la poesía de Paz, como lo eran a la inspiración de Nezahualcóyotl».

La aventura que preocupó toda la vida a Octavio Paz «fue la búsqueda de la modernidad. Todas sus palabras, su pensamiento, sus acciones, lo guiaron hacia esa inquietud», subrayó el Nobel ante un auditorio en el que estaban Marie Jo Paz, Elena Poniatowska, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa, y muchos de los invitados nacionales e internacionales que participan en los festejos por el centenario del natalicio del Nobel mexicano.

Jean-Marie Gustave Le Clézio, autor de El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, habló también de la que considera la obra más significativa de Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, que «para mí es un libro total que abarca la historia, la reflexión filosófica y la creación poética. ¿Por qué lo escribió? Sor Juana es, evidentemente, junto con el último rey azteca Cuauhtémoc o el pobre campesino Juan Diego, una figura emblemática de México. Encarnan ambos la era moderna, que empezó en México más temprano que en Europa, debido al poder colonial, cuando el pueblo tuvo que parir con grandes dolores una civilización nueva, nacida de la combinación entre lo indígena y lo castellano, o mejor dicho entre lo mágico y lo racional; nadie hubiera podido vivir este parto de manera más emocionante que esta mujer.

«Octavio Paz, con su instinto y su poder poético, nos presenta el personaje de Sor Juana en su extrema complejidad, su pasión carnal, su orgullo intelectual, su imaginación, obstáculos a la fe intransigente del siglo de la inquisición. Como criolla, como mujer, Sor Juana tiene que someterse al poder de la religión y a la autoridad de los hombres, como Juana de Arco tenía que silenciar las voces de los ángeles, como Juan Diego tenía que olvidar el milagro de las rosas y como la reina rebelde de la india renunciar al amor y a la vida para llevar a su pueblo al combate contra el invasor inglés».

Acusaciones y divergencias

Octavio Paz «fue acusado de contrarrevolucionario a pesar de su afán de procurar el espíritu de la libertad o quizá por ser demasiado independiente». Se le acusó «a raíz de sus divergencias con Carlos Fuentes y su condena del movimiento zapatista. Basta leer Vuelta para darse cuenta de la verdadera audacia del poeta, su respeto a la libertad es también una desconfianza total de los sistemas radicales, cualesquiera que sean.

«Para Octavio Paz, nada puede superar la fuerza crítica de la poesía, justo porque es libre y exigente, como dijo el poeta ruso, Joseph Brodsky: la literatura es el más seguro contraveneno para luchar contra las tentativas cualesquiera que sean, ya conocidas o por venir, de una solución total y masiva a los problemas inherentes a la existencia humana.

«Si nos importa tanto la aventura de Octavio Paz, es que hemos entendido, por haber atravesado grandes dificultades y crímenes, que la poesía no es un lujo, sino una absoluta necesidad».

Y concluyó: «Gracias a Octavio Paz. Gracias al Poeta. Gracias al osado paseante del viaje interior».



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