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Lourdes Ruiz, La Reina del Albur, y Daniel Giménez Cacho, durante el recorrido por calles y viviendas del barrio de Tepito, donde actores y habitantes interactúan para reflejar la discriminación y los prejuicios. (Foto: Maya Goded)
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iudad Juárez, Chihuahua. 12 de marzo de 2014. (RanchoNEWS).- Safari en Tepito no es un paseo turístico. Es una propuesta escénica que implica un recorrido a pie y en motoneta, por la selva de asfalto donde se da el mayor comercio formal e informal, legal e ilegal de todo tipo de productos. Una nota de Carlos Paul para La Jornada:
Es un experiencia no exenta de ciertos riesgos, por las entrañas del vecindario considerado el más bravo de la ciudad de México; es una convivencia con algunos de sus habitantes, que abren la puerta de su casa para compartir con los invitados, hechos de su vida íntima.
Safari en Tepito se propone reflejar que la discriminación, los prejuicios, las diferencias culturales y sociales han generado una enorme polarización y un miedo al «otro».
La idea es precisamente escuchar al otro y darse cuenta que esencialmente compartimos una serie de problemas y situaciones emocionales similares como seres humanos, destaca el actor Daniel Giménez Cacho quien, con Adelheid Roosen, encabeza ese proyecto teatral.
La dinámica es conformar cuatro grupos de 10 personas. Debido al tiempo y a la logística, en un día sólo dos grupos podrán visitar dos casas de los denominados parientes adoptivos, donde convivieron por dos semanas con un actor profesional.
Ese mismo día, los otros dos grupos visitarán las otras dos casas de los también anfitriones; de tal manera que quienes quieran repetir la experiencia y visitar la casa de quienes no conocieron la primera vez, tendrán que asistir otro día.
Los grupos son citados en cuatro puntos con indicaciones previas. Las mujeres no deben ir con falda; zapatos sin tacones, sin joyas ostentosas o valor considerable, de preferencia con pantalón y tenis cómodos. Las indicaciones son similares para los hombres.
No todo es droga
Desde el principio del recorrido, la adrenalina se acrecienta para el grupo que fue citado en la estación Tepito del Metro. «Tenemos que caminar en chinga, nada de ir pendejeando. Nos tenemos que cuidar entre nosotros. No es para que se apaniqueen, pero sigue siendo un barrio bravo. Cuando pasen los diablitos con mercancía denles el paso, no es que la gente sea grosera... están chambeando.
«Las motonetas pitan dos veces para que les den el paso. ¡Orale, en chinga! ¡Vámonos!», son las palabras del guía.
Luego de caminar tres cuadras, por entre los puestos de todo tipo de mercancías, se llega al vecindario donde vive Martín Carrillo El Power, entre las calles Mineros y Carpintería, donde hay una miscelánea y un taller mecánico, entre otros comercios, así como distintos altares callejeros, entre ellos uno dedicado a la Virgen de Guadalupe y en la esquina otro a la Santa Muerte.
Es de día y los habitantes del vecindario, niños y señoras, van y vienen; algunos teporochos platican sentados en la banqueta.
El grupo entra a la casa de Martín, similar a todas las que hay en la zona, vecindades convertidas en pequeñas unidades habitacionales, como parte del programa denominado Renovación Habitacional.
La atmósfera y la vibra es otra al entrar a la casa de Martín. El grupo se mete hasta una de las pequeñas habitaciones, donde hay una litera y un clóset.
El guía resulta ser el actor Raúl Briones, quien junto con Martín, sentado en su silla de ruedas, entre juegos y reclamos, resentimientos y recuerdos de violencia intrafamiliar, consumo de drogas y alcohol, sale a relucir, sobre todo, la cuestión de la paternidad.
Cuarenta minutos después, el grupo junto con Martín sale a la calle, quien explica el mural que hay frente a su casa. «Aquí la gente tiraba mucha basura, por eso mejor pusieron ese altar. En el mural, están los rostros con los ojos abiertos, de los parientes ausentes del vecindario: padres, tíos, abuelos, primos, cuñados... unos murieron por enfermedad, otros los mataron, otros por cirrosis y hasta uno por una cirugía plástica. Le llaman el mural de los caídos, pero yo le llamo de los ausentes».
De ahí, el primer recorrido en motoneta. ¡En friega! Eje 1 Norte. Tráfico al tope. Puestos y más puestos de mercancía. Así, lo mismo se recorren otras calles del vecindario.
Según Christopher, de 28 años, conductor de una de las motonetas, algunos de los que hacen el recorrido se ponen nerviosos, con algo de miedo y les sudan las manos. «Aquí somos muchos los que trabajamos, no todo es droga», dice.
La verdolaga enmascarada
El grupo se baja de las motonetas en avenida del Trabajo, para dirigirse al Centro Social y Deportivo Huitlacoche Medel de Box.
Antes de llegar se camina entre distintos mercados y calles que se han convertido en peatonales por la cantidad de puestos instalados. En el gimnasio más famoso de Tepito se abre un espacio y un tiempo para encontrarse con el otro grupo.
De ahí, el grupo encabezado por la actriz Norma Angélica se encamina a la casa de una de las mujeres más aguerridas, en cuanto a luchar por la vida, Lourdes Ruiz, La Reina del Albur, «la verdolaga enmascarada», una de las siete cabronas.
Ella vive en el conjunto habitacional La Fortaleza, «no en la que los periodistas sacaron en la televisión».
En su casa, Lourdes y Norma Angélica entablan un diálogo, entre trágico, divertido y ameno, sobre la cuestión de la maternidad, sobre las vicisitudes que acarrea ser madre biológica o adoptiva, así como sobre las enormes responsabilidades que representa ser mujer y el pilar que sostiene la vida de una familia. «Una cabrona no es la que roba o se droga, eso lo hace cualquiera... Una cabrona es la que cumple con sus responsabilidades en su casa, en su negocio, con su familia y su propia persona. Esa es una cabrona», sostiene Lourdes Ruiz.
Abuso y abandono
Ya de noche, el grupo se enfila por la calle Toltecas, rumbo a la iglesia de San Francisco.
Durante el camino, abunda la basura de comerciantes y compradores, reflejo de la intensa actividad que hubo durante el día.
De acuerdo con los otros grupos, en la casa de Mayra Valenzuela, acompañada por la actriz Mónica del Carmen, se habla de situaciones que vivió la anfitriona respecto de los derechos humanos, toda vez que ella fue activista y en algún momento baleada en Ciudad Universitaria.
También se habla del caso del bar Heaven, de la Zona Rosa, y de la madre de Mónica, quien es activista en Oaxaca.
En casa de Verónica Hernández, acompañada por el actor Mauricio Issac, las situaciones que se abordan –de una manera por momentos divertida– tienen que ver con el abuso y el abandono, pero sobre todo de cómo se remontan y superan esos hechos.
«Aunque en Tepito hay una situación socioeconómica muy compleja, un cierto nivel de violencia y tráfico de drogas, además de que los medios de comunicación sólo se acercan para ver dónde esta el muerto o el kilo de cocaína, lo cierto, destacó el actor Daniel Giménez Cacho al final del recorrido de Safari en..., es que la mayoría de las personas aquí en el barrio se dedican a trabajar como locas».
Los recorridos para personas mayores de 18 años serán de jueves a domingo, de 17 a 21 horas.
De acuerdo con la producción, «se cuenta con servicio de baños y un sistema de seguridad efectivo». Habrá «bocadillos y bebidas durante y al final del recorrido».
Venta de boletos en el Teatro El Milagro (calle Milán 18, colonia Juárez). Informes en los teléfonos 5566-9423 o al 5535-1291. Sólo 20 funciones.
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