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EllarColtrane, en evolución a lo largo de los 12 años de rodaje de Boyhood. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 11 de septiembre de 2014. (RanchoNEWS).- Boyhood no es una película, es 'la película'. La del año o, mejor, la de los últimos 12 años. La historia es conocida por, quizá, enfermizamente original. Richard Linklater (Houston, 1960) propuso a un grupo de actores (Ethan Hawk y Patricia Arquette a la cabeza) y un par de críos (Ellar Coltrane, el protagonista, y Lorelei Linklater, su hija de verdad) rodar un filme durante más de una década a razón de tres o cuatro días anuales. Lo que hace un total de 40. El protagonista debía crecer ante la cámara entre los seis y los 18 años. «Seguimos el sistema educativo americano», puntualiza Linklater desde Berlín, donde recibió el Oso de Plata como mejor director en febrero. Desde la niñez a ese momento impreciso en que todo deja de tener sentido. Y para siempre. Una nota de Luis Martínez para El Mundo:
Recuérdese, ningún niño sabe lo que es la infancia. Para hablar de ella es necesario haberla perdido antes. El resultado es un delicado, preciso y evocador recorrido por todo lo que duele. Sólo lo que hace sangre, recuerden, importa.
Cuenta el director que no sabe con precisión de qué trata su película. «¿De qué va? Imagino que de la vida. Es como preguntar de que trata la vida. Quizá del tiempo y la memoria del tiempo. Imagino también que la cinta acaba por reflejar el desorden y el caos que es esto, la vida». Linklater habla a tientas. Huye de las frases altisonantes. «De todas formas, hablar del cine y del tiempo teniendo en cuenta cuántos directores han reflexionado de ello resulta embarazoso».
¿Qué siente cuando escucha que ha hecho algo único?
Para bien o para mal, es así. Lo peculiar de esta película es que generalmente la obsesión de un director es controlarlo todo. Aquí no. Desde el principio tenía claro que tenía que renunciar al control y admitir que mi principal colaborador es lo desconocido, el futuro.
Esperas que algo que pensaste siga ahí el año que viene o dentro de cinco, pero no puedes contar con ello.
Sea como sea, se antoja imposible contemplar la película sin sentir por dentro la profundidad del abismo. ¿Qué habría pasado si...? es la pregunta que una y otra vez pasa por la mente del espectador. «Tiendo a ser optimista», afirma. «Mirando las estadísticas, lo probable era que nadie hubiera muerto, por ejemplo. Lo que sí pasó es que mi hija, que empezó muy entusiasta y así se ve en la película, cambió completamente de carácter. Todo lo expansiva que era de niña es ahora retraída. Y fue ella la que en un momento dado me pidió que matara a su personaje que no quería seguir». Y rompe a reír.
Nada de lo que se ve ve en pantalla aparece envenenado por el vicio de lo extraordinario. La vida se antoja demasiado vulgar para no sorprenderse de, precisamente, eso: el profundo lirismo de lo banal. «Fue una elección. Cada año cuando planificábamos el rodaje nos decíamos: 'Éste es el año en el que conoce a una chica o se fuma el primer cigarrillo'. Pero no nos planteamos nunca sacarlo. Todo eso tenía que ocurrir fuera de la pantalla. Estoy muy en contra de filmar ese tipo de cosas. Me parecen muy falsas». Y según termina el razonamiento, se le ilumina un pedazo de la memoria: «Recuerdo que, en una toma, la maquilladora dijo: 'Le han salido unos granos a Ellar, ¿se los tapo?'. Por Dios, si nos habíamos pasado años esperando esos granos. Esto demuestra que sí pasan cosas».
Huye Linklater de todo lo que cataloga, ordena o determina. «No quiero para nada especializarme en el tiempo o nada parecido», afirma. Si se le pregunta por la relación entre Boyhood y la trilogía de Antes del amanecer y sucesoras se limita a alzar las cejas. «Empezamos a rodar Boyhood antes de imaginar siquiera que íbamos a hacer Antes del atardecer. Fue Boyhood la que nos llevó a seguir con los encuentros de Celine y Jesse». Todo demasiado casual.
¿Cuándo cobra consciencia un niño de que es un actor?
No sabría decir. Fue algo gradual. Hubo un momento que sí ocurrió algo. Le pedimos que se dejara el pelo largo para luego cortárselo a máquina. Él, en principio, se negó. Luego se lo pensó y aceptó. En ese momento, quizá, se convirtió en actor, entendió que aunque era su vida, la película no iba sobre su vida.
¿La película que se estrena tiene algo que ver con la que pensó hace más de 12 años? «Digamos que es la mejor versión del millón y medio de posibilidades. Y es la mejor porque está acabada. Una de las posibilidades es que nunca se llegara a terminar». Un buen final. Un final único.
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