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martes, septiembre 16, 2014

Libros / «La sociedad de coste marginal cero» de Jeremy Rifkin

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El sociólogo, economista y asesor político. (Foto: Javier Barbancho.)

C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de septiembre de 2014. (RanchoNEWS).- Una gran contradicción contamina el ADN del capitalismo: morirá de éxito. Este vaticinio ya lo hizo Keynes hace casi un siglo, pero nadie le prestó demasiada atención. Hoy es el economista Jeremy Rifkin (Denver, Colorado, EEUU, 1943) el heraldo de un cambio que ya está ocurriendo. Asesor de la Unión Europea y de líderes como Merkel, Sarkozy o Zapatero y profesor de la escuela de negocios más antigua del mundo, la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, este gurú de la sostenibilidad económica presenta este martes en la Fundación Rafael del Pino de Madrid su último libro, La sociedad de coste marginal cero. En él utiliza como punto de partida la gran paradoja de la economía de mercado: «Una competencia intensa obliga a la introducción de una tecnología cada vez más sofisticada que fomenta la productividad hasta un nivel óptimo en que el coste marginal de cada unidad adicional puesta a la venta “se aproxima a cero” [...] y el producto acaba siendo virtualmente gratuito. De suceder esto, el beneficio, el “alma” del capitalismo, se acabaría evaporando». Una nota de Fernando Díaz Quijano para El Cultural:

El agotamiento del sistema capitalista, el avance de la tecnología y los efectos de la crisis económica que padecemos desde 2007 han favorecido, según Rifkin, el nacimiento de un nuevo sistema económico alternativo a la economía de mercado: el procomún colaborativo, integrado por millones de prosumidores -consumidores y productores a un tiempo-. Un paradigma que empieza a ser una realidad palpable y que se sustenta en la racionalización del consumo, en el uso colaborativo de internet, en las energías renovables y en la impresión 3D de todo tipo de objetos en el ámbito doméstico, fomentando la expansión de los bienes y servicios gratuitos y la sustitución del «deseo de propiedad» por el «deseo de acceso». Buena muestra de ello son las redes para compartir coche o los MOOCs -cursos online masivos y gratuitos-, un fenómeno en auge al que el autor dedica varias páginas en el libro. Ante este nuevo escenario, «en 2050 no habrá desaparecido el capitalismo, pero ya no será el modelo económico dominante», asegura el sociólogo y economista.

Explica Rifkin que cada cambio de paradigma económico se produce cuando convergen innovaciones importantes en el campo de las comunicaciones, de la energía y del transporte. La aplicación del vapor a la imprenta, el carbón y el ferrocarril propiciaron la Primera Revolución Industrial a finales del siglo XIX; la electricidad, el teléfono y el petróleo activaron la segunda en el siglo XX; y ahora, lo que ha propiciado la Tercera Revolución Industrial -término acuñado por él mismo en uno de sus últimos libros y refrendado por la ONU y la UE- ha sido la aparición de lo que él llama «Internet de las Cosas»: una infraestructura inteligente formada por el internet de las comunicaciones, el internet de la energía y el internet de la logística. Esta red gigante de datos «está formada, a día de hoy, por 13.000 millones de sensores instalados en campos de cultivo, almacenes, carreteras, fábricas, tiendas y casas, que funcionan como neuronas de un gran cerebro externalizado», explica Rifkin. En 2020, habrá 100.000 millones de sensores distribuidos por todo el mundo dando vida a este Internet de las Cosas, una óptima forma de organizar el mundo y racionalizar los recursos «siempre que sepamos cómo impedir los monopolios de empresas como Google o Facebook». En semejante escenario, será de vital importancia la protección de la privacidad de los datos personales y, a la vez, la transparencia del sistema económico: «Yo propongo el acceso libre a todos los datos de la economía mundial. Sé que habrá grandes obstáculos para conseguirlo, pero de ello depende que la economía sea libre o esté dominada por los grandes monopolios».

Mensajes para España

Rifkin ha aprovechado su visita a nuestro país para lanzarnos una profecía: «España hora vive una etapa política de austeridad. No estoy en contra, es necesario reducir gastos y reformar el mercado laboral, pero también es necesario dejar de usar energías fósiles, fomentar otro tipo de comunicaciones no centralizadas y cambiar las “carreteras tontas” por carreteras inteligentes. Si no acometéis estas reformas, vuestro país no podrá avanzar. España debe prepararse para la Tercera Revolución Industrial».

Alemania, China y Dinamarca ya lo están haciendo, asegura. «El presidente de España piensa que lo que yo hago es puro teatro. Pero yo no invento nada, todo lo que cuento ya está sucediendo en alguna parte del mundo. Si no, que mire a Alemania. Tras las elecciones, Angela Merkel me pidió consejo y elaboró un plan para fomentar las energías renovables. En el primer trimestre de este año, el 27% de la energía consumida en aquel país procedía de fuentes renovables, y se calcula que en 2020 llegará al 35%. España iba por el buen camino de las energías renovables. Es una pena ver cómo ha parado todo ese desarrollo».

Rifkin escribió en 1995 uno de sus libros más conocidos, El fin del trabajo, donde desarrollaba otro vaticinio de Keynes: el «desempleo tecnológico», es decir, la automatización de los procesos productivos y la reorientación de la actividad humana hacia fines no económicos. Sin embargo, aunque vamos hacia un mundo automatizado, asegura que el nuevo paradigma económico que se avecina es una buena oportunidad para crear empleo, lo que supone un motivo de esperanza para España. «El cambio económico supone un trastorno, pero también nuevas oportunidades. El Internet de las Cosas necesitará la instalación de nuevas tecnologías que implicarán a casi todos los sectores productivos: construcción, arquitectura, electricidad, transporte, tecnologías de la comunicación... Y no lo harán robots, sino personas. De modo que hay muchísimo trabajo para cuarenta años por lo menos. Os dirán que no hay dinero para esto, pero es una excusa. Dinero hay, lo que pasa es que se invierte en las viejas infraestructuras de siempre, ya obsoletas. Podríais empezar mañana mismo, si quisierais».



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