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Investigadores del INAH reconocen que ha desaparecido cerca del 40 por ciento de la pintura del sitio, al tiempo que anuncian hallazgos. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).-La pintura mural de Teotihuacán tiene dos caras. Una brillante, donde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) revela el hallazgo de un nuevo mural con datos inéditos, ubicado en la esquina suroeste del Palacio del Quetzalpapálotl, que fuera pintado entre los años 250 y 300 d.C. Y otra oscura, pues reconocen los investigadores que pese a los esfuerzos se ha perdido o dañado cerca del 40 por ciento de la pintura en la última década. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Juan Carlos Talavera.
Esa pintura, que en muchos casos es irrecuperable, ha sido afectada por tres factores: la utilización de técnicas inadecuadas en el pasado, la falta de presupuesto y los asentamientos urbanos. Un ejemplo de estas pérdidas se puede comprobar en la zona conocida como Atetelco, donde hace una década había al menos 100 murales, de los cuales 78 ya se perdieron.
Así lo explicó a Excélsior la restauradora del INAH, Gloria Torres: «Si comparamos actualmente los ejemplares de pintura mural que se conservan con la extensión territorial del asentamiento… queda claro que se ha perdido una cantidad considerable de pintura mural y de escenas. Pero se debe saber que continuamos con los trabajos de recuperación».
Así, mientras el INAH ha destinado 14 millones de pesos al Proyecto Tlalocan, el cual desde hace cinco años realiza excavaciones bajo la pirámide de la Serpiente Emplumada –donde hallaron tres cámaras con ofrendas funerarias– mucha pintura se ha perdido en zonas como: el Templo de la Agricultura, el Conjunto del Sol y Tepancaxco.
Esto, a pesar de que en 1987 la zona arqueológica fuera inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y cuya pintura sea un elemento con ricos elementos sobre el mundo teotihuacano.
Otro dato poco conocido es el que se refiere a los murales que fueron retirados del sitio arqueológico, durante los años 60, que en su mayoría se encuentran dañados. Así lo advierte una fuente que prefiere reservar su nombre: «De los más de 80 murales que fueron retirados en la zona arqueológica para ser colocados en bastidores y posteriormente expuestos en el Museo de los Murales Teotihuacanos Beatriz de la Fuente, la mayoría siguen embodegados y no se encuentran en un perfecto estado de
conservación».
«Dichos murales se encuentran estables porque están sobre un bastidor y dentro de una bodega… pero las imágenes, debido al tiempo y la falta de restauración, se han maltratado. Sin embargo, a éstas les urge recuperar su carga estética», añade.
El hallazgo
En noviembre pasado el equipo de restauración de pintura mural de la zona arqueológica de Teotihuacán, encabezado por Gloria Torres, descubrió un nuevo mural teotihuacano donde se observa la procesión de varios guerreros, el cual fue ubicado en la esquina suroeste de la Plaza del Quetzalpapalotl.
Dicho mural se ubica en un antiguo acceso tapiado en una etapa posterior, que en términos cronológicos pertenece a la etapa Tlamimilolpa tardío (250-300 d.C.), sin embargo, explica que aún se requiere cotejar la información y los datos arqueológicos y profundizar en el estudio para determinar su datación exacta.
Éste mural es único por dos razones: porque contiene una paleta rica en colores única; y porque muestra las extremidades inferiores de varios personajes donde se aparece un bulto sagrado utilizado en el área maya.
«Son bultos sagrados donde se guardan los objetos de procedencia del grupo cultural o de la etnia donde fue pintado. Lo cierto es que se trata del primer bulto descubierto en la zona», detalla.
El reporte preliminar indica que sólo será posible conservar dos diseños del mural, pues el resto ya se han perdido, dice, aunque lo esencial es interpretar el origen y destino de la procesión
En esta pintura está representada una procesión muy interesante, dice, la cual seguramente está vinculada con un ritual específico relacionada con un conjunto de sacerdotes. ¿Quiénes?, ¿cuáles? Eso aún es un misterio.
Otro detalle interesante que arrojaron las primeras observaciones fue el hecho de que la pintura original fue «matada» o dañada intencionalmente, es decir, golpeada y posteriormente sus oquedades rellenadas y resanadas, para ser cubiertas nuevamente por pigmento rojo.
Hacia el resto del año esta pintura será estudiada y registrada, con apoyo de un especialista de la Coordinación Nacional de Restauración del INAH, pero de inicio las autoridades consideran que su difusión deberá realizarse mediante una publicación, ya que por sus características debió ser semienterrada nuevamente como parte del proceso preventivo de conservación y por cuestiones del equilibrio de humedad.
«De momento sólo tenemos una visita parcial porque parte del conjunto se cerró en esta temporada de trabajo en las excavaciones, debido a la restauración de los pisos con la eliminación de cemento; al hacerlo aprovechamos para hacer exploraciones arqueológicas y encontramos pintura», explica Gloria Torres.
Por ahora, explica la investigadora, la pintura ya fue estabilizada y no tendrá problemas de desprendimientos o desplomes, pero aún le resta un proceso de limpieza de sales y colocar una cédula que explique sus detalles.
Otro punto a favor del INAH es la conservación acertada de conjuntos ricos en pintura mural como: el Complejo Arquitectónico Quetzalpapálotl formado por el Palacio del Quetzalpapálotl, el Conjunto Jaguares, la subestructura de Caracoles Emplumados y el Conjunto Sur; el mural del Puma, el Conjunto de los Edificios Superpuestos –el cual no ha sido explorado–, el Conjunto Plaza Oeste y Tepantitla.
La pérdida
De los 29 conjuntos ubicados en Teotihuacán, la mayoría cuenta con pintura mural representativa in situ, comenta Gloria Torres, sin embargo, «en los diferentes conjuntos también existen áreas con murales en buen estado y otros que no, que lamentablemente tienen pocos vestigios o han perdido su diseño y sólo quedan elementos de pintura monócroma».
«Pero lo que es más: en las áreas periféricas se ha determinado que sólo se ha logrado conservar el 50 por ciento de la pintura mural, debido a que no se ha podido atender por la falta de recurso humano y material. Esto ha provocado una dispareja situación, pues hay lugares con bastante pintura que se puede disfrutar y otros donde lamentablemente no», reconoce.
Otro caso particular que no ha tenido un manejo adecuado es en Totómetla, donde el INAH realizó el salvamento de un mural que dejó dentro de un balneario por tratarse de una propiedad privada, el cual hoy se utiliza para atraer público, pero que hasta la fecha reporta la afluencia de muy poca gente.
«Aquí no sé qué tanto se esté cumpliendo con el objetivo de difundir este mural y que la gente lo aprecie, cuando ya estamos hablando de una zona que es propiedad privada», explica Torres.
Otro punto desfavorable del INAH son aquellos sitios donde existió pintura mural al momento de que las estructuras fueron excavadas pero actualmente ya se han perdido, o en algunos casos fueron retirados y puestos en soportes artificiales (bastidores).
Es el caso del Templo de la Agricultura, que en su mayoría se han perdido; la Zona 3, concretamente en las plataformas 14, 15 y 15ª, que parcialmente se desprendieron y fueron colocados en bastidores; la Estructura 1 con su Mural de los animales mitológicos, que fue desprendido en los años sesenta.
En el caso del Conjunto del Sol, abunda, mayoritariamente se han perdido o se han desprendido y se encuentran en mal estado de conservación, así como el Conjunto de la Plaza Este, el Gran Conjunto y Tepancaxco.
Éste fue uno de los errores más importantes que se han corregido sobre la marcha, pues en la arqueología de los años 60, era recurrente el desmontaje de los murales, lo cual propició su descontextualización y la pérdida de un sinfín de datos.
Tan sólo en 1973 por ejemplo, se registraron 220 desprendimientos, en algunos de estos casos se colocaron techos para protegerlos de la intemperie. «Lamentablemente muchas pinturas sí se han perdido, pues hoy sabemos que la pintura estaba en todos los elementos arquitectónicos, pues no sólo había pintura con diseño».
Sin embargo, la investigadora destaca que al menos existe un registro fotográfico, que puede ser consultado y utilizado para futuras exploraciones, como una herramienta de estudio.
Otro detalle adverso es que hasta hoy no se conoce con precisión cuántos metros cuadrados de pintura mural conserva la Zona Arqueológica de Teotihuacán. Al respecto la experta sólo detalló que es difícil determinar con precisión «la cifra”.
Sin embargo, existe un diagnóstico de 2005 donde se calcularon 466.75 metros de pintura mural, aunque sólo en la zona nuclear de monumentos, dejando al margen los palacios.
Seis años después se hizo otro diagnóstico, pero asegura que sólo se determinó el estado de conservación para la pintura mural de los palacios y no se realizaron cálculos cuantitativos.
«Actualmente el Proyecto de pintura mural in situ y en acervos cuantifican la pérdida de pintura, pero sólo se realiza para la conservación emergente y en avances paulatinos debido a que es un proyecto de presupuesto pequeño, sin embargo señala que el 40 por ciento de la pintura detectada ha recibido algún tratamiento de conservación o restauración reciente.»
Color Rojo
Según las últimas investigaciones, el uso del color rojo fue el más extendido en la zona y, de acuerdo con sus registros, estuvo presente en escaleras, columnas, alfardas y en las partes bajas de los tableros, es decir, enteramente la ciudad teotihuacana revestía mucho color, detalla Ana Lilia Bravo Hernández, quien forma parte de la restauración del equipo de conservación.
Esto implica que fue una de las manifestaciones culturales más relevantes por su carga estética y porque desde su concepción, no era vista como un elemento decorativo, sino como un elemento que significaba los propios espacios, una especie de escenografía de los espacios.
«Hoy lamentablemente sólo quedan algunos restos», añade Gloria Torres, «pero aun así éstos nos dicen que toda la ciudad estuvo pintada desde épocas tempranas hasta su decadencia».
Etapas de la pintura Teotihuacana
Tzacualli-Miccaotli (1 al 250 d.C.) Ejemplos: la Subestructura 2, el Edificio 1B, La Ciudadela y la Plataforma con volutas entrelazadas del Conjunto de Edificios Superpuestos; la escalinata del adoratorio central en la Plaza Oeste; el Templo de la Agricultura y el Mural de los animales mitológicos en el Complejo Quetzalpapálotl.
Tlamimilolpa temprano (250-300 d.C.) y Tlamimilolpa tardío (300-450 d.C.) Ejemplos: la Subestructura 3A y el mural de las Construcciones Arquitectónicas en el Complejo Quetzalpapálotl; el Mural del Puma en la Calzada de los Muertos; la Señora del Nopal, los Felinos Anaranjados y el Mural de los Ancianos, en Tetitla.
Xolalpan (450-650 d.C.) Ejemplos: Techinantitla, Tepantitla, Teopancaxco, Yayahuala, el Conjunto del Sol, el Conjunto de los Jaguares del Complejo Quetzalpapálotl; y el Hombre-Jaguar arrodillado frente a templo y Tláloc con escudo y rayo, en Tetitla.
Metepec (650-800 d.C.) Ejemplo: el Conjunto Plaza Oeste: Chimallis rojos. Corresponde a una fase poco estudiada.
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