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Es una de las voces más internacionales del arte cubana. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).- Desde el 30 de diciembre, la han detenido tres veces, retirado el pasaporte y requisado el ordenador. Tiene el email intervenido, el teléfono pinchado, está vigilada y no puede salir de Cuba. Es el precio que paga la artista Tania Bruguera (La Habana, 1968) por intentar poner un micrófono en la Plaza de la Revolución y abrirlo a la opinión de los cubanos tras el anuncio de las nuevas relaciones entre el país caribeño y Estados Unidos. Era una de sus acciones, titulada Tatlin's Whisper #6, que rememoraba la que hizo para X Bienal de la Habana de 2009, El Susurro de Tatlin, y tras presentarla en Europa y Estados Unidos. Ya entonces, la artista fue tachada de disidente, y hubo una campaña mediática en La Habana para desprestigiar su carrera artística, una de las más sólidas del panorama internacional. La entrevista para El Cultural Bea Espejo.
Ahí empezó este gran desencuentro y las reiteradas negativas para hacer proyectos en Cuba: «Esto es un desenlace de muchos años de un juego entre lo que quiero hacer y lo que se puede decir. La censura cultural en Cuba está relacionada con el nivel de confianza y cercanía al poder que se tenga. Tener principios tiene un precio alto», sentencia. Lejos de perder la voz, Tania Bruguera aún la entona con más fuerza, apoyada por la plataforma #YoTambiénExijo y la iniciativa The Voice Project.
¿Cómo es el clima artístico en Cuba actualmente?
Interesa un arte que luzca pero sin ser crítico, un arte apolítico y cómodo para la institución, que no se meta en problemas dentro de Cuba y señale que estamos en sintonía con los discursos artísticos de fuera. Hay un fuerte interés institucional por el mercado del arte, lo que está llevando a pensar que la calidad de una obra está en relación proporcional con su valor en el mercado, y ese patrón de valores es peligrosísimo. Por suerte, hay muchos artistas jóvenes que rechazan estas doctrinas, y junto a otros ya no tan jóvenes y algunos sin mecanismos de apoyo institucional, están interesados en seguir tratando el arte como un instrumento para el cambio social. Aun así, Cuba está favoreciendo un arte fácil y superficial para un boom generado por personas a quienes no les interesa la realidad cubana y que no tienen tiempo para sus complicaciones, porque vienen a llevarse un suvenir caro. El arte verdaderamente comprometido socialmente está soslayado por incómodo, porque no son tiempos de pensar cosas complejas, sino de celebrar este momento de vacas gordas que finalmente se avecina.
Habla de la relación entre Cuba y Estados Unidos. ¿Cómo la valora?
De manera positiva, aunque creo que esta apertura no puede representar sólo un salvavidas económico para el gobierno. En este proceso, se ha creado una pequeña ventana de tolerancia a grupos como las Damas de Blanco, que fueron recibidas por Obama y ahora pueden pasar por la calle sin ser golpeadas. Pero no se trata de seleccionar grupos. Cuando fui a pedir que sacaran de la cárcel al público presente en la performance, la respuesta fue meterme otra vez en el calabozo. La idea, pues, no es pretender tolerancia hacia grupos con conexiones políticas en los Estados Unidos que puedan atentar contra los planes del gobierno en este proceso de negociaciones, sino entender lo que significa el derecho de cada persona a pensar por sí misma.
¿De eso la acusan?
Me acusan de querer hacer un ejercicio de tolerancia a la diferencia de opinión entre cubanos, es decir, por hacer a 'escala ciudadano' lo que se está haciendo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. La acción consistía en poner un micrófono abierto al cubano de a pie, para todo el que quisiera hablar, con la condición de mantener el respeto al hablar y la tolerancia al escuchar. Fui detenida tres veces. En dos ocasiones, dormí una noche en el calabozo de la estación y dos veces me vistieron de presa. La primera vez llegó un despliegue de agentes de la Seguridad del Estado al edificio donde vive mi madre, que es donde me estoy quedando. Parecían que estaban buscando a un terrorista internacional de la Interpol. La segunda vez, me interceptaron cruzando la calle para dar una conferencia de prensa, y la tercera fue ir al lugar donde estaba preso el público de la obra.
¿Y en qué quedó esa acción?
Como en toda mi obra que llamo Arte de conducta, hice la acción para que el público la completara con su comportamiento. Lo que sucedió es que el único que pudo intervenir fue el gobierno cubano, quien se convirtió en co-autor. Se encargó en hacer teatro con un guión gastado que ya no funciona. Mientras yo propuse que la conducta fuera el sentido de la obra, ellos propusieron que la conducta siguiera un guión. Les ha quitado la máscara a todos. La obra, pues, es una creación colectiva que todavía se está haciendo, ya que el gobierno la estira y estira legalmente sin dejar que se termine.
El problema parece venir de lejos, desde aquel Susurro de Tatlin #6 que presentó en la X Bienal de la Habana...
Lo hice bajo lo que ahora quieren decir que fue un acto de tolerancia y no un acto donde se inmovilizó al poder quien, a pesar de su disgusto, no pudo intervenir para quitar la obra por la gran cantidad de artistas y prensa extranjera que había. Lo que no dicen es que a partir de ahí, se decidió no darme más espacio institucional en Cuba para exponer mi trabajo, cosa que descubrí más tarde, después de reiteradas negativas a proyectos presentados y en una reunión con el viceministro de cultura, Fernando Rojas, hace sólo unos meses, quien me informó de ello sottovoce, aunque siguen diciéndoles a los artistas extranjeros que vienen a Cuba que ellos admiran mi obra. Salvando su puesto por un lado y quedando bien por otro...
¿Y cómo está ahora?
Por un lado, sorprendida de que una obra que sigue la dirección de nuestro presidente, esa llamada a la tolerancia de las diferencias, haya tenido esta respuesta. Perdieron una oportunidad única de mostrar que el pueblo también estaba a la altura en un momento histórico y de quitarle un argumento al ala republicana del congreso norteamericano. Es decir, convirtieron en negativo algo que vino del entusiasmo. Por otro lado, estoy desencantada porque puedo corroborar que todo lo que había oído sobre detenciones deliberadas es verdad, y eso me entristece mucho. No es la Cuba que quiero. Yo soy hija de la Revolución y de los movimientos sociales, pero no puede ser que sea aplaudida como artista política cuando trabajo defendiendo los derechos de los inmigrantes en los Estados Unidos, cuando soy fundadora del movimiento Ocupa Wall Street, pero que no pueda ejercer mi derecho a ser artista política en mi país, y que en cambio se me acuse de incitar al desorden público, a delinquir y a una resistencia con la policía, cuando todo eso no corresponde a los hechos, sino que es un socorrido mal uso de la ley.
Visto lo visto, ¿se siente orgullosa de ser cubana?
Muy orgullosa. Incluso cuando los de la Seguridad del Estado me dijeron que me devolverían el pasaporte a cambio de que me fuera de Cuba y no volviera más, les dije que no, porque yo soy cubana. Tengo claro que no van a desterrarme, ya que la solución de Cuba no pasa por deshacerse de los que somos incómodos. Estoy orgullosa de ser cubana porque eso no significa ser parte de un gobierno en el poder, sino ser parte de una historia de humanismo y de lucha por la justicia que tiene cientos de años; una historia de solidaridad y generosidad entre cubanos.
¿Cómo vivió la situación política desde pequeña? Sus padres trabajaban, entonces, para el gobierno...
Siempre he vivido tratando de desestructurar el espacio que hay entre la propaganda política y la vida cotidiana, el espacio entre lo que se dice y lo que se hace. Quizás eso me lo facilitó haber vivido fuera de Cuba cuando era pequeña, dentro de una embajada donde se hablaba de una Cuba que no se vivía, y después llegar a Cuba a vivir, buscar lo que había oído y no encontrarlo. Pero la situación con mi padre fue muy compleja... Yo no soy la típica hija de papá. No me crié en los círculos de poder, ni mis amigos fueron los hijos de los otros dirigentes. Mis padres se divorciaron y mi madre fue ignorada por todos, pues no era quien tenía el poder. Yo me crié con ella, y vi la realidad cubana de una manera muy diferente a mi padre, que no quería aceptar críticas a algo de lo que él se sentía parte. Pero como todas las historias, un día le tocó a mi padre perder el poder y ahí pudimos reconciliarnos. Fue una pena que al poco tiempo murió. Siempre me pregunto si habría tenido algo que ver su infarto con lo triste que se hacía su mirada a la sociedad cubana desde esa nueva perspectiva. Esta historia no es una excepción...
Ahora se le ha negado salir del país, aunque antes podía moverse libremente. De hecho, da clases en numerosas universidades, de París a San Francisco pasando por Holanda. ¿Lo ve como un privilegio? ¿Hay hoy por hoy alguien que piensa que es una artista protegida?
Los artistas en Cuba siempre han sido privilegiados. Han tenido el privilegio de dudar, han podido decir cosas por los que otros, como obreros o médicos, serían sancionados si lo dicen en las reuniones de sus centros de trabajo. Los artistas e intelectuales han podido hacer cosas que no puede hacer el cubano de a pie, por ejemplo, ha podido viajar o comprar casas, cuando era prohibido. Pero los artista e intelectuales a su vez, han sabido también cuáles son los límites de su disentir, los límites para no perder sus privilegios. Para mí el problema no es que se tengan privilegios sino: ¿qué se hace con esos privilegios? ¿Para qué se usan?
¿Y qué piensa de los artistas que ni se posicionan ni opinan? ¿Y de los que son fieles al régimen?
A los que tienen fidelidad con el régimen porque creen en él les respeto, aunque pienso muy diferente de algunas políticas internas del gobierno cubano. Tampoco tengo dilemas con los que no se manifiestan, están en su derecho. El problema son los que llamo ventrílocuos, aquellos que dicen lo que otros quieren oír, que aparentan sentir lo que es apropiado para mantener sus privilegios, los que esperan ver hacia dónde se inclina la balanza. El oportunista que trata de quedar bien con todos, el que se pone de parte de la oficialidad y se codea con directores de museos y comisarios importantes. Ese es el artista más peligroso.
Lleva años investigando la idea de Arte Útil, con la que aborda su responsabilidad como artista. ¿Cuál es la mayor conclusión a la que ha llegado?
Esta obra se concibió, más bien, como una obra de arte para un momento político determinado, es decir, una obra que quiere intervenir en las circunstancias políticas en las cuales se desarrolla. Esta obra sería de Arte Útil si se lograra, a partir de lo que ella genera, cambiar la ley sobre los derechos de libre expresión en Cuba. El arte puede ser útil de muchas maneras, pero lo que llamamos Arte Útil es una metodología muy específica de ver el rol del arte y del artista en la sociedad. El arte es una herramienta, no una finalidad en sí misma y a través de ella se pueden hacer no sólo cambios perceptivos sobre la sociedad sino también cambios estructurales. Para mí, el Arte Útil es también una manera de darle un valor al arte ante la sociedad en la cual no sólo las personas se vean involucrados sino que entiendan que el Arte Útil es un arte ciudadano.
¿Qué opina de la nueva generación de artistas cubanos? ¿Hay un cambio respecto a los consagrados?
Me da mucha esperanza la nueva generación de artistas cubanos, los jóvenes que se hacen preguntas. A principios del año pasado, di una charla en mi casa sobre mi obra que duró cuatro horas y a la que asistieron casi 140 jóvenes que estuvieron ahí hasta el final. Me faltaba una gran parte de mi trabajo por presentar y ellos mismos pidieron que lo volviéramos a hacer y de nuevo se presentaron a la semana siguiente. Fue algo maravilloso y dice mucho de ellos como jóvenes artistas, porque lo primero que uno hace como artista es ir a buscar la información y crearse su propia educación alternativa a la que le da la institución. Después, hicimos otras sesiones de trabajo donde ellos presentaban los suyos y descubrí cosas que quizás no se promuevan por la institución, y otras que están empezando pero que eran buenísimos proyectos.
¿Cree que la verdadera Revolución Cubana está todavía por hacer?
Se hizo una revolución dolorosa aunque con muchas cosas que no se deben perder, pero que hoy es necesaria otra Revolución.
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