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martes, febrero 10, 2015

Libros / México: «Universo: Francisco Tario» compilado por Alejandro Toledo

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Francisco Tario (México, 1911-España, 1977, seudónimo de Francisco Peláez Vega) en un retrato de Lola Álvarez Bravo para Acapulco en el sueño, imagen incluida en el libro Universo: Francisco Tario, publicado por La Cabra Ediciones y el Conaculta. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).- Las obras completas de Francisco Tario, uno de los autores de culto de la literatura mexicana y precursor de la narrativa fantástica en México, se pondrán en circulación en los primeros meses de este año. Informa desde la ciudad de México para La Jornada Carlos Paul.

Francisco Tario es el seudónimo de Francisco Peláez Vega (México, 1911-España, 1977).

Esas obras, junto con el volumen Universo: Francisco Tario, compilado por Alejandro Toledo –ya en circulación–, integran la bibliografía más completa en torno a la vida y creación de tan peculiar escritor.

Persistente viajero, portero de futbol, pianista disciplinado, místico del naturismo, aprendiz de astrónomo y explorador de fantasmas, es como se describía el autor de Una violeta de más (1968), breve autosemblanza que retrata de cuerpo entero sus diversos talentos, intereses y aficiones.

Universo: Francisco Tario será comentado el 17 de febrero, a las 19 horas, por Héctor de Mauleón, Ricardo Bernal, María Luisa Martínez Passarge y el compilador, en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Hipódromo Condesa).

Exilio, viudez y abandono

De acuerdo con el investigador y periodista Alejandro Toledo Oliver (DF, 1963), ese libro permite al lector adentrarse en la escritura, anécdotas, vicisitudes, el exilio madrileño, la viudez y el abandono en el que falleció Tario.

Coeditado por La Cabra Ediciones y la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Universo... documenta por escrito algunas de las tertulias que Tario grababa en su casa a la que asistía la entonces joven pareja de Octavio Paz y Elena Garro, el escritor José Luis Martínez y la actriz Rosenda Monteros, entre otros personajes.

De las distintas grabaciones hechas por Tario, explica Toledo, se conservan fragmentos con su voz, que hizo de la novela Drácula.

Ese material (17 discos en gramófonos) fueron donados a la Fonoteca Nacional, que digitalizó todos los discos y quien hoy se interese puede acudir ahí a escucharlos.

El libro da cuenta también del paso del Elegante Peláez por las canchas de futbol en los años 30 del siglo pasado, como arquero del Club Asturias; la pasión de Tario por el puerto de Acapulco, donde fue propietario de un par de salas de cine, y de su exilio en Madrid.

En el segundo capítulo hay un amplio ensayo sobre su obra literaria. En la tercera parte se integra un «Retrato a voces», con familiares y amigos cercanos: su hermano, el pintor Antonio Peláez, sus hijos Sergio y Julio, y sus amigos Esther Seligson, José Luis Martínez y Rosenda Monteros, entre otros.

Ese retrato incluye diversas reflexiones de Tario retomadas de una de las escasas entrevistas concedidas por el escritor.

El libro reúne gran cantidad de fotografías, «muchas son inéditas», y dos paquetes de correspondencia: una selección de las cartas de su hermano Antonio a Tario, así como las que se consideran un «enorme tesoro»; las cartas del escritor a Carmen Farell, su «mágico fantasma», su esposa y amor de su vida. Cierra el volumen un par de cartas de Elena Garro a Tario.

Precursor de la narrativa fantástica

Para Alejandro Toledo, «Francisco Tario vivió un poco como Marcel Proust, a quien al principio de su carrera como escritor lo menospreciaban porque lo consideraban una figura de la socialité

Francisco Tario era un tipo atractivo físicamente, le gustaba mucho la vida social, casado con Carmen Farell, una mujer muy hermosa. Ambos brillaban en sociedad. Él tenía una imagen de ser una persona hosca y malhumorada, pero en realidad le gustaban las tertulias, como las que organizaba en su casa, en la calle Etla, colonia Hipódromo Condesa, a las que asistieron Octavio Paz y Elena Garro. Son quizá las primeras grabaciones que se hicieron con la voz del poeta y Nobel de Literatura 1990.

«Curiosamente el brillo social de Tario como figura pública no lo tenía como escritor, pues más bien era un autor oculto», puntualiza Toledo.

Sus temas abarcan la limitación sensorial del hombre para percibir la vastedad del mundo que lo rodea, pero sin perder de vista el sentido del humor, la aparición de lo insólito, lo extravagante y lo grotesco, que lo alejan del tradicionalismo de otros autores, razón por la que es considerado precursor de la narrativa fantástica mexicana de los años 50 del siglo pasado.

«Su obra se puede apreciar como grotesca, mórbida, agresiva y violenta, con elementos fantásticos», dice el compilador.

Además de ese libro, adelanta Toledo, en los primeros meses de este año el Fondo de Cultura Económica publicará las obras completas de Francisco Tario, en dos tomos.

El primero reúne tres libros de cuentos del autor: La noche, Tapioca Inn: mansión para fantasmas y Una violeta de más, así como una sección titulada De varia invención, y los textos de Acapulco en el sueño, con fotografías de Lola Álvarez Bravo.

El segundo incluye sus dos novelas: Aquí abajo y Jardín secreto; tres obras de teatro: El caballo asesinado, Terraza con jardín infernal y Una soga para Winnie, así como «una sección de textos nuevos, con algunos poemas inéditos.»

La obra de Tario, concluye Toledo, «fue una literatura de ruptura frente a los nacionalismos literarios de aquel entonces. Parece anticipar a autores como Juan José Arreola y se inscribe en el ámbito de la narrativa fantástica al igual que Borges y Bioy Casares».

Luego de la muerte de su esposa, en 1967, Tario se aisló y dejó de escribir.

De acuerdo con Esther Seligson, «hablaba de su literatura de manera muy anecdótica, los textos estaban entretejidos con la plática; de pronto no se sabía si hablaba de uno de sus cuentos o de un suceso real. La charla siempre era desbordante. Él vivía sumergido en lo fantástico, pero de manera natural.

«Francisco Tario falleció en Madrid, en 1977. Sus últimos años los vivió encerrado en su departamento. Esperando morir.»



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