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El especialista ha dedicado parte de su vida a explicar el desarrollo de las Industrias creativas. (Foto: Mónica González)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).- A diez años de que publicara el libro ¿Cuánto vale la cultura? Contribución económica de las industrias protegidas por el derecho de autor, Ernesto Piedras, economista y catedrático del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), piensa que el gran pendiente en la materia es la reapreciación del área. Informa desde la ciudad de México para Milenio Emiliano Balerini Casal.
Para un sector que entre 1998 y 2001 contribuyó con 6.7 por ciento del producto interno bruto (PIB) de México, y desde 2008 a la fecha con 7.3, es lamentable que no exista una secretaría de cultura que negocie un mejor presupuesto que el que tiene el Conaculta, que representa 0.02 del PIB, dice el especialista en entrevista con MILENIO.
«Celebro los esfuerzos de Conaculta. Pero quisiera ver que una secretaría de cultura negociara presupuestos. La autoridad en la materia es la Secretaría de Educación Pública, que en su nombre no lleva el tema cultural y no tiene una subsecretaría en la materia», comenta el también director general de Nomismaes.
Una década después de la publicación de su libro, aclara que es necesario actualizar sus datos, porque si bien hoy existen diagnósticos que dibujan mejor la operación cultural, no se utilizan los números de manera efectiva: «No veo un gobierno que promueva la calidad vía la cultura.»
¿Qué ha cambiado desde que publicó su libro a la fecha?
De 6.7 por ciento del PIB que tuvimos entre 1998 y 2001, 0.96 por ciento era economía sombra, es decir, informal. Paralelamente a que inicié mi estudio, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) dio a conocer la metodología que empleó para medir la contribución de las industrias protegidas por el derecho de autor. Su metodología se basa en el Sistema de Cuentas Nacionales. Cada país tiene una estadística que se encarga de medir lo que se produce en bienes y servicios. En el caso mexicano hay cerca de mil 300 renglones de esta metodología dedicados a la cultura del país. Hay sectores que entran al 100 por ciento, como la industria editorial mexicana; en otros casos lo que hago es determinar, mediante una serie de entrevistas con los creadores, qué porcentaje de la electricidad, los boletos de avión y otros servicios son necesarios para el sector, y los integro a mi trabajo. De la medición que hice originalmente en 2004, obtuve que en 1998 la cultura representaba 5.7 por ciento del PIB, pero me faltó integrar actividades que se encuentran al margen de la formalidad: el vagonero, el pajarero de San Ángel y el organillero no pagan impuestos, y por lo tanto el gobierno no las considera actividades culturales. Eso me dio 0.96 por ciento más. En 2003, la economía informal subió a 2.5 porcentuales y en 2008 a 2.8 por ciento de 7.3 por ciento del PIB. Es decir, la economía sombra se incrementó en México 40 por ciento. Si le pregunto a la gente: ¿cuánta de la música, videos y libros compraron por vías alternativas?, tal vez, si son chavos de 21 años, me dirán: todos. Cuatro de 10 pesos de la economía cultural en 2008 fueron empleados en la informalidad. A eso hay que agregar que en los últimos seis años ha habido una fuerte digitalización en el sector y un desarrollo de los teléfonos inteligentes.
¿Por qué los cambios que ha registrado se dan cada cinco años?
El Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM), en su formato completo, sale cada cinco años y, peor aún, dispones de él tres o cuatro años después. El último ejercicio del SCNM fue de 2013, y lo tendremos disponible en dos o tres años. Apenas en 2014 pudimos acceder al de 2008.
Actualmente existe la Cuenta Satélite de la Cultura, pero solo mide una fracción del sector que representa 2.7 por ciento del PIB. La OMPI, que tampoco valida la economía sombra, estima que la cultura en México representa 4.7 por ciento del PIB.
El ente cultural se está volviendo digital. Nos estamos convirtiendo en lo que llamo el homotelecom. Compartimos contenidos creativos y simbólicos. Nos podemos preguntar si 7.3 por ciento es mucho o poco: el petróleo está en primer lugar con 13.5, la maquila con 12.5, el turismo con 8.5 y la cultura con 7.3. Esta cifra ha variado entre 2008 y la actualidad. Hoy estimo que la industria cultural vale 7.5 del PIB. Nunca habíamos tenido tanto acceso a contenidos simbólicos.
«Me considero un melómano amateur. Cuando era adolescente tenía mil o dos mil acetatos; sin embargo, mi hijo tiene 120 mil canciones, diez veces más que las que yo tenía. La capacidad de apropiación que tenemos en la actualidad, gracias a la tecnología, nos ha multiplicado. También hay una recomposición del precio. Yo decía: 'Encantado les pago mis acetatos', y hoy se comparten los contenidos.
«Según estadísticas de la Secretaría de Turismo, 20 por ciento de sus ingresos se deben al turismo cultural. Si esa cifra la incluyéramos en la industria cultural, llegaríamos a 9 por ciento del PIB. Somos una potencia en la materia.
«En generación de divisas también hay datos interesantes. A pesar de que el país está expuesto a los contenidos internacionales —ocho o nueve de cada 10 películas de la cartelera de cine son extranjeras, seis de 10 estaciones de radio transmiten música de otros lugares, y la mayoría de los programas televisivos son foráneos—, nosotros vendemos más de lo que compramos porque al mundo le gusta nuestra cultura. Nunca he escuchado a un gobierno decir: 'Tenemos crisis de divisas, hay que invertir en cultura'. Hace seis años estaba en Inglaterra. El día que se detonó la crisis de 2008, el ministro de Economía dijo que había que invertir en cultura, porque si lo hacían llegarían turistas. En ese momento me llamaron de Conaculta para decirme: 'Ayúdanos, nos están cortando presupuesto porque estamos en crisis'. Ante la misma situación, dos respuestas diferentes».
¿Cómo ha variado el empleo en el sector cultural en estos años?
Uno esperaría que si la cultura representa 7.3 por ciento del PIB, empleara 7 por ciento de la mano de obra. Sin embargo, la población económicamente activa que produce ese 7.3 es 3.5 por ciento. Esto significa que la gente que trabaja en la cultura tiene dos veces la productividad promedio nacional. Tienen que generar el doble de valor. El 80 por ciento de la gente que trabaja en el sector cultural tiene otro empleo. Los gobiernos que se denominan «del empleo», no integran en sus proyectos al sector creativo. No lo hacen por una cuestión de miopía: porque la cultura es ornamental, no es algo de la vida seria, según ellos.
¿Cuál de las actividades artísticas es la que mayor desarrollo ha tenido en los últimos diez años?
En 2003 la música estaba sobre los 2.5 puntos porcentuales, la industria editorial con 1.9, y el cine muy cerca; el resto completaba aquel 7.3. Hoy, la tecnología ha impactando a todas. Vemos más cine que nunca en la historia, pero no vamos a las salas porque tenemos tabletas, teléfonos inteligentes y televisión. En 1998 comprábamos cd, y no había descargas electrónicas, pero sí piratería. El cd era fácilmente duplicable. Hoy tenemos diez veces más música que hace 15 años. Lo que te da el valor de un mercado es el precio multiplicado por la cantidad. Esta ha aumentado y el precio ha bajado. Si descargo el disco de internet, me lo comparte alguien o lo copio de un iPod, el precio se hace cero, o se va a 0.1 por el costo del dispositivo y la banda ancha. El valor se puede caer o mantener, pero tienes más acceso a los contenidos.
¿Ha crecido la infraestructura cultural en el periodo analizado?
Como país nos falta infraestructura cultural de todo tipo: hospitales, escuelas, avenidas, aeropuertos. En el estudio Índice de Capacidades y Aprovechamiento Cultural de los Estados (ICACE), que hice hace unos años, se contemplan tres dimensiones al respecto: demandas o audiencias, oferta o producción e infraestructura. En demandas integré asistencia a cines, teatros, zonas arqueológicas, artes plásticas, música, televisión y radio. En producción incluí empleo, ingreso, número de empresas y presupuestos. En infraestructura puse monumentos históricos, sitios arqueológicos, museos, teatros, salas de cine, librerías y bibliotecas. Después combiné los datos y saqué un ranking de estados de uno al 32. Encontré, por ejemplo, que el Distrito Federal ocupa el primer lugar, porque aquí se concentran las actividades económicas y políticas del gobierno federal, por lo que los datos ponen a la Ciudad de México tres a uno arriba del resto de las entidades. Pero después abrí la encuesta y le dije a Oaxaca: en términos de desarrollo tú estás en la posición 30, eres uno de los estados más desfavorecidos en la materia. Sin embargo, en cultura estás en el 17: 14 en demanda, 27 en oferta y 11 en infraestructura. Esto significa que en los últimos años has invertido relativamente más en creación de nuevos espacios culturales. En demanda ocupas el lugar 14 del ranking, pero en oferta tienes el 27, por lo que si fuera autoridad de Oaxaca privilegiaría la oferta. Falta apoyo a los creadores para atender a la demanda.
¿Qué ha hecho Conaculta al respecto?
Hay un cierto avance. No hay fórmulas mágicas. A veces la respuesta no la tenemos. En la Encuesta Nacional de Consumo y Prácticas Culturales de 2011 me invitaron a hacer el análisis. La encuesta se hizo con 32 mil entrevistas, mil por estado. Estaba dirigida a públicos de diferentes disciplinas en las capitales. Esa encuesta la comparé con mi estudio nacional. Cuando preguntamos en las rancherías o ciudades pequeñas: '¿Cuántas veces vas al teatro al año?', la respuesta fue dos, no es que esa gente vaya menos al teatro que en las grandes ciudades. Solo que en las capitales hay más infraestructura que en los pueblos. Si se ve intemporalmente nos da la impresión que la gente ha dejado de ir al teatro y a los museos. Presumimos de tener mucha información cuantitativa, pero aún nos falta registrar más.
¿Crecieron las audiencias a espectáculos culturales?
Sí han crecido. No solo en plataformas tecnológicas, sino en concurrencia. Insisto mucho que todas las estadísticas demuestran que nunca habíamos sido tan propicios a la actividad cultural. No es un tema de poder adquisitivo. La gente con poder adquisitivo bajo lee, va al teatro, al cine y baila.
A una persona que vive en Tultitlán, por ejemplo, que gana el salario mínimo y que tiene que usar varios transportes para llegar a su trabajo, ¿le alcanza para pagarse un boleto para su familia y él al Palacio de Bellas Artes?
No le alcanza. Pero tiene sustitutos cercanos. Ir a un evento en Bellas Artes tiene costos asociados muy altos. Para ir al teatro debes considerar el ecosistema, la seguridad y la infraestructura de la Ciudad de México. En Londres vas al Royal Opera House en el Metro, y al salir del evento te tomas unas cervezas o vas a cenar. Todo está acondicionado para que lo hagas.
¿Ha aumentado el número de artistas en estos diez años?
Sí. Dramáticamente. Así como las disciplinas artísticas han mutado a la tecnología y tenemos públicos muy grandes, los creadores también han crecido. La tecnología ha empoderado al creador que ya existía y ha integrado a más. Si piensas cómo componía Álvaro Carrillo, y lo comparas con la forma de componer en la actualidad, hay muchos cambios. Antes los compositores se iban a una cantina, se emborrachaban, jalaban a un trío, apuntaban lo que sentían en una servilleta y, si al otro día la recuperaban, le ponían música; ahora, los creadores sacan su laptop, bajan el programa, arman la canción, la comparten con sus amigos, y la suben a un blog. Antes te tenías que hacer amigo del dueño de la disquera para grabar un material discográfico, hoy no es necesario. Hay muchos más creadores: gente que escribe en línea, personas que componen en internet.
Peso de la industria editorial
México es uno de los 20 principales exportadores de productos creativos. De acuerdo con Ernesto Piedras, las cifras de la ONU indican que el comercio internacional de productos editoriales y medios impresos ascendió a 43.1 mil millones de dólares, un 9.8 por ciento de las exportaciones de productos creativos.
Basado en las cifras del Sistema de Cuentas Nacionales de América del Norte (SCNAN) y siguiendo la metodología de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual para cuantificar el valor económico de las actividades vinculadas con la propiedad intelectual, la industria editorial (IE) en México generó en 2003 poco más de 133 mil millones de pesos, y se incrementó a poco más de 173 mil millones de pesos en el 2009, crecimiento de 37.7 por ciento. Estas cifras fueron calculadas a partir de los últimos Censos Económicos del Inegi, que muestran que el sector creció 5.5 por ciento cada año entre 2003 y 2009.
En 2003, la IE contribuyó con 39 por ciento del total de las industrias culturales y creativas, mientras que en 2009 lo hizo con 46 por ciento. A principios de la década pasada generó 684 mil 797 puestos de
trabajo y contribuyó con 1.87 por ciento del PIB, «con lo cual demuestra que se trata de una actividad económica por encima del promedio nacional», dijo el economista.
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