Ni herejes ni traidores. Es la respuesta tajante del flautista Horacio Franco y del contrabajista Víctor Flores a las críticas que se les hacen en el propio medio musical por su singular propuesta en cuanto al manejo de repertorio y su antisolemne manera de presentarse ante el público.
"Algún colega o purista nos ha dicho que somos poco respetuosos y que no es serio lo que hacemos. Pero, ¿qué es serio? ¿Qué es más serio, que el intérprete deba hacer forzado, sólo por chambear, un programa de música contemporánea, que a él no le gusta nada, y lo hace mal; o hacer gustoso lo que disfruta y le brinda algo?", reflexiona el flautista.
"Uno, como artista, debe plantearse siempre qué es ser honesto, qué es estar comprometido; cuál es el compromiso social con el público. Procuramos cumplir un gran compromiso dando esta música a quienes menos tienen, y no hablo en términos económicos, sino artísticos, y entre estos se encuentran desde políticos hasta los más pobres. También buscamos enfocarnos a los que tienen mucho, pero son incapaces de abrirse a otras manifestaciones."
De acuerdo con ambos artistas, quienes desde hace siete años integran un inusual dúo (inusual por la conjunción de los instrumentos que interpretan), uno de los principales cometidos de su trabajo, al margen de lo estético, es pugnar por la eliminación de los prejuicios y los estigmas en el arte.
Porque estos dos aspectos "conducen a la discriminación", uno de los peores males en toda la historia de la humanidad, sostienen en entrevista con La Jornada, a propósito de la aparición de su más reciente disco, De Bach, los Beatles y otros más, que será presentado este domingo en un concierto en la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, a las 18 horas.
Grabado por el sello Quindecim, es un material que refrenda la forma de pensar y proceder artísticos de este par de músicos mexicanos, al estar integrado, como lo sugiere el título mismo, por obras lo mismo de origen barroco, entre ellas de Bach, Corelli y Telemann; que indígena, con piezas anónimas tradicionales; que popular, como son algunas rolas de Los Beatles y uno que otro sabroso danzón.
Tal amplitud de criterio y eclecticismo no busca ser una provocación ni tampoco una afrenta, precisa Franco. "Es una simple muestra de que tres estilos diferentes, que son los tres grandes rubros de la música -la clásica, la tradicional y la popular-, pueden convivir, pacífica, tranquila y civilizadamente sin crear motivo de conflicto en los artistas, ni en las músicas ni en el público".
La calidad es el único criterio que guía a ambos intérpretes en el momento de seleccionar las obras que integrarán su repertorio, procurando en todo momento evitar incurrir en "un sacrificio explícito, un rompimiento estilístico por parte de nosotros hacia la música.
"No creo que seamos herejes por abordar géneros ni autores considerados por la academia tan lejanos y disímbolos entre sí. La música no es comparativa en sí, porque cada una tiene su propia esencia y sentido de existencia", subraya Flores.
Agrega Franco: "tratamos de ser lo más fieles a la concepción original sonora o a la concepción misma de la música. Al fin de cuentas tomamos como base filosófica la base pragmática del barroco, en la que se escribían o editaban las obras a veces cambiando un instrumento por otro; había gran libertad de cambiar y de generar otros procesos de tímbrica sonora en una música concebida para otro instrumento".
El contrabajista, al igual que su compañero flautista, considera un lastre que hasta la fecha el ámbito de la música de concierto permanezca tan anquilosado por tantos estigmas y prejuicios, más aún cuando "la música es tan diversa y hermosa, y en todos los géneros pueden encontrarse obras muy bien hechas, muy bien escritas".
Lo secunda Horacio Franco: "El prejuicio para nosotros no tiene cabida. Lo que hacemos es juntar los diferentes lenguajes para decir simplemente que el hombre siempre ha sentido lo mismo y lo ha expresado de manera diferente.
"El prejuicio y el estigma evidentemente conducen a la discriminación. Tan malo es criticar a priori determinado tipo de música como juzgar negativamente a una persona sólo porque se dedica a determinada actividad, como es el caso de los políticos: no todos son rateros ni corruptos.
"Aceptar la diversidad permite tener abiertos canales para poder asimilar todos los modos de vida, de expresión, de preferencia sexual, de credo religioso; y si uno no comulga con ello, cuando menos debe saber respetar.
"Nosotros sí queremos hacer nuestra las músicas de diferentes procedencias, estilos y ámbitos, porque nos gustan. Probablemente no podamos hacer determinado tipo de obra o autor, por ciertos limites de los instrumentos; pero nos gusta la buena música, y es lo único que queremos hacer."
La premisa de trabajo del dúo, define Franco, tiene como punto de partida exponer contrastes: "Es decir, que el mismo derecho tiene Bach de estar en este planeta, que es el Dios de los compositores o el compositor de los dioses, que un músico indígena mexicano que ni siquiera se sabe quién es ni cuándo vivió. Es como en la religión: ¿quién tiene la razón: Cristo, Buda o Mahoma?"
Y rubrica: "Somos, en ese sentido, pintores de sonidos buscando colores diferentes y diversos en la paleta de nuestros instrumentos".