A partir del estudio de la vida de las monjas del convento de Santa Clara de Jesús, en Querétaro, la historiadora de arte Mina Ramírez Montes presenta el momento histórico de los tres siglos del virreinato en el libro Niñas, doncellas, vírgenes eternas.
''En el volumen vamos a encontrar la historia de la construcción del templo y del convento, porque se trata de un libro de historia del arte. También se incluye un apartado para la ornamentación interior que todavía conserva el convento."
Para Ramírez entender ese momento histórico implicó analizar la vida de las monjas desde sus orígenes y así responder a ciertas preguntas, como por qué se quiso guardar y preservar a las mujeres adentro de sus altos muros.
Editado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el libro detalla cómo en los siglos XVII y XVIII, el monacato femenino impedía que las monjas salieran de los conventos, ''todas estaban enclaustradas, era una manera de vivir, apartadas de la sociedad pero sin estar aisladas, pues siempre sus padres y familiares las visitaban".
De acuerdo con el texto, en Querétaro llegaron a ingresar a un convento 120 monjas, aunque la población femenina era mayor, pues había esclavas y niñas que eran educadas en ese lugar. ''Llegó a haber entre 500 y 600 mujeres al mismo tiempo, pero eran más laicas que propiamente religiosas", señala Mina Ramírez.
Conforme avanzaba la investigación, la especialista descubrió que los monasterios durante el virreinato no sólo fueron sitios de acomodo de mujeres indefensas, que ingresaron con menor dote de la que se dio a sus hermanas casaderas, sino que las damas que vivieron en esos lugares, al igual que aquellas de los conventos españoles e iberoamericanos, estaban conscientes de que el ser monja era un estado de vida, tan importante, tan decente y tan respetable como el matrimonio.
Mutilación de un retablo
Pero hubo una época en que el número de monjas fue disminuyendo, agrega Ramírez, porque había otros intereses en cuanto a la vida femenina y, sobre todo, porque los conventos dejaron de tener poder económico, lo cual dificultaba mantener el enorme terreno que poseían.
''El poder adquisitivo de los padres de familia era mínimo y ya no podían pagar la dote. Cuando una monja ingresaba tenían que pagar entre 3 mil y 6 mil pesos, eso era una cantidad muy alta."
Respecto de la arquitectura de los templos de las monjas, Mina Ramírez explica que las iglesias tienen dos puertas y no se entra por la parte de enfrente, sino por un costado, pues cuando se realizaban procesiones las personas ingresaban por una puerta y salían por la del otro extremo.
''Las puertas se encuentran al costado porque a los pies de esos templos están los coros, que eran los espacios en los que las monjas hacían su vida religiosa y donde pasaban varias horas del día."
Los retablos que conserva el convento son del siglo XVIII y su fundación fue en el XVII, lo que demuestra que hubo retablos anteriores.
Al referirse a la restauración del convento, que se realizó en 1944, Ramírez recordó que se hizo una mutilación de la iconografía del retablo: ''Se quitaron dos imágenes, y mi lucha ha sido porque el retablo vuelva a su estado original".
Mina Ramírez sostiene que el libro impulsará a que se conserve más ese edificio, porque ''vivimos ya una época en que somos conscientes de nuestras obras artísticas".
El libro Niñas, doncellas, vírgenes eternas. Santa Clara de Querétaro (1607-1864) se presenta hoy a las 19 horas en la Casa Universitaria del Libro (Orizaba 24, esquina Puebla, colonia Roma).